Prohibido escribir historias basadas en hechos reales.
La verosimilitud de un cuento no deberá apoyarse en su supuesta “semejanza” con la realidad, sino en la coherencia interna - discursiva y/o estructural- del texto. (Declaramos pieza de museo la narración figurativa. Escupimos sobre la tumba del realismo.)
Prohibido alterar la secuencia cronológica del argumento con el fin de reforzar su interés.
Prohibido dotar a la historia de un atractivo pueril, que dependa del escamoteo o la dosificación “estratégica” de información.
Prohibidos los finales sorpresivos. Los finales felices. Los finales trágicos. Los finales demasiado concluyentes.
Terminantemente prohibida cualquier historia apuntalada sobre una trama policial.
El enunciador del texto -narrador o personaje- manifestará siempre su distancia (mediante la ironía, la incertidumbre, la intromisión reflexiva o de cualquier otra manera) con respecto a los hechos que narra.
El cuento deberá mostrar su carácter de representación discursiva. La escritura habrá de tener intensidad, volumen, desfallecimientos, grietas. El cuento no debe querer decir algo. Debe querer decir.
Prohibido escribir como habría escrito Carver, si hubiera sido idiota.
Prohibido escribir de una manera “cinematográfica”.
Prohibido escribir de lo que no se conoce. Prohibido escribir de lo que se conoce.
La escritura de un cuento deberá transparentar sus influencias.
Prohibida la “inocencia” (moral, política, histórica, estética, etc.)
Prohibida la melancolía.
Prohibidos los relatos protagonizados por “víctimas” (mendigos, vagabundos, oficinistas aburridos, amas de casa frustradas, presuntos niños del tercer mundo, putas de buen corazón…)
Prohibido el casticismo. Prohibido el tono solemne.
Prohibida la estereoscopía.
Prohibido escribir bajo los efectos del alcohol o las drogas (Prohibido supeditar la ebriedad y el trance a algo distinto del propio acto de escribir.)
Prohibido escribir un cuento cuando el autor ya conozca de antemano el final. Prohibida la premeditación. El relato es la huella que deja una deriva.
El cuento deberá sustraerse a cualquier utilidad (didáctica, doctrinal, comercial, de entretenimiento, etc.)
Prohibidos los cuentos de género (terror, romántico, viajes…) Prohibidos los cuentos ingeniosos.
Prohibido escribir cuentos cuyo argumento pueda contarse fácilmente.