SOBRE EL ABOMINABLE TÉRMINO "TEATRERO"
Jaiver Jurado & Cristóbal Peláez G.
Jaiver Jurado & Cristóbal Peláez G.
- Un término desastroso se
pasea en el argot gremial: "Teatrero". ¿Qué designa? Al parecer
una diletancia y una mixtura de ocupaciones que tienen que ver con una
práctica asumida globalmente, no en sus divisiones específicas. Un
escenógrafo, por ejemplo, es un experto de los espacios, de la misma
manera en que un luminotécnico es, debe ser, por esencia, un pintor.
Designar a estos dos especialistas como "teatreros" es
conferirles un carácter vago.
- A los alemanes les gusta
imprimirle al estudio del arte dramático el nombre de "ciencias del
teatro", particularizando sus componentes en arquitectura,
luminotécnica, actuación, escritura, escenografía, música, crítica y
dirección. El teatro como ejercicio multidisciplinario; sin embargo el
teatro será esencialmente el arte del actor.
- El término
"teatrero" conlleva a una denominación peyorativa para una
practica como la nuestra, donde no hay una delimitación: actores que
improvisan de directores; directores que improvisan de dramaturgos;
técnicos que se alternan con la actuación, y, de una manera abigarrada, un
hacer donde producción, administración y puesta en escena son al fin de
cuentas una misma cosa.
- Para el joven inquieto por
conocer y hasta llegar a dominar la técnica teatral las escuelas no pueden
brindarle otra opción que no sea la aspiración de actor. Y aún cuando a
este joven durante cinco años se le ofrezca un ¨adiestramiento¨ debe al
final conformarse con exhibir su título sin ninguna posibilidad de
practicarlo. El entorno no tiene alternativas, no hay una "bolsa de
trabajo" y no es la suya una profesión considerada como un saber
real.
- Hay, no obstante, unas
informales grietas donde el graduado en teatro, a veces abre, a codazos,
campos de acción: ocasionales invitaciones (ad honorem) a participar de
algún montaje, horas pedagógicas en alguna entidad, esporádicos contratos
en eventos oficiales, circunstanciales apariciones en TV, y por último,
incursiones en todo cuanto el azar lo ocupe como TEATRERO, vale decir: UN
PROFESIONAL DE LA CHAPUZA.
- Pero aún más crítico: el
desconcierto ante un oficio ambiguo y sin perspectivas ha revelado una
tendencia terrible que predomina hoy en la naturaleza de nuestras escuelas
de teatro, ella es la relegación de la misma formación actoral por un
marcado énfasis en la auto-reproducción. Esto quiere decir que las
escuelas se están especializando en formar a perpetuidad sus relevos. La
ambición hoy de todo estudiante de teatro es ser no un actor, sino un
futuro profesor. La lista de espera aguardando a que los profesores se
jubilen es abrumadora.
- A este ritmo nuestra
pedagogía esta plagada de "teatreros" cero kilómetros en
escenario. Ellos serán los responsables de una nueva generación. (¿se
montaría usted en un avión a sabiendas de que el capitán es cero horas de
vuelo?). No existe una estadística pero a vuelo de pájaro se puede
barruntar que en el Medellín actual la proporción de profesores a alumnos
va siendo de 10 a 1. Y ya sabemos que el teatro no es ni la enseñanza, ni
los libros, ni las dramaturgias, ni las conversaciones, el teatro es
únicamente ese lapso perecedero entre la apertura y el cierre de un telón
(o de la luz).
- El estudio de factibilidad
de cualquier profesión debe obedecer a una demanda social plenamente
verificable. El ítem teatral es asombroso, pues a contrapelo de la escasa
demanda ha creado otros campos de acción inusuales y fantásticos, desde el
mimo remedador que "vende" forzosamente sus parodias, pasando
por las "estatuas vivientes" al pie de los edificios, hasta
aquellos esbozos de compañía teatral con cierto "equilibrio
inestable". Entre aquellos y estos un cardumen de cuenteros
"escénicos" improvisados ha invadido la ciudad. La palabra
"rebusque", tema y sustancia, de la novela picaresca española,
habla de unas condiciones sociales específicas.
- Se le solía denominar, hasta
los años ochenta, "Teatro Colombiano" a un conjunto amplio de
grupos con cierta estabilidad en la creación y alguna influencia en el
conglomerado social. Este movimiento llegó a gozar de prestigio en el
ámbito internacional, siendo reconocido por algunos desarrollos
particulares, entre ellos su fuerte carácter gremial y su modo de enfrentar
la creación de obras.
- El término grupo, llegó a
ser ensalzado y sublimado, incluso expuesto como la manera más honesta y
efectiva de enfrentar el hecho escénico. Pero el término no dejó de ser
nunca defensivo como producto de las condiciones en que se originó y
alcanzó su madurez.
- Nacidas de las entrañas de
ese movimiento, las escuelas de teatro del país, fueron consecuencia de
sus necesidades en diversos aspectos, es decir, un reordenamiento a todos
los niveles. Los grupos generaron las escuelas para un reaprovechamiento,
pero cuando las escuelas alcanzaron cierto nivel ya el movimiento grupal
había perdido su horizonte. Por consiguiente las relaciones movimiento
teatral- escuelas se enfriaron y hoy prácticamente no existen.
- La mayoría de los grupos de
esta última generación –20 años hacia acá- han renunciado a pretensiones
mayores y han enfatizado sus posiciones ultradefensivas, colocando al
servicio de la autoconservación y la necesidad de ejercer su oficio toda
la energía, hasta reducirse a una pléyade de diminutos colectivos que por
su estructura se convierten en fami-empresas.
- La naturaleza de estas
estructuras obliga a priorizar la gestión frente a la creación, el
proyecto frente a la filosofía, la sobrevivencia frente al entusiasmo.
- Los eventos teatrales
incluso han adquirido un aire de rueda de negocios. La intención de la
sociedad de homologar y masificar, obedeciendo, a la oficial política de
"salvar el país", hace de estas fami-empresas meros entes
privados de contratación.
- En estas cerradas estructuras
no hay alternativa para las nuevas promociones actorales. Las escuelas
conscientes de estas limitaciones se encuentran indefensas frente a las
alternativas de solución. El fenómeno esta circunscrito a un espectro
histórico, tiene que ver con nuestra fisonomía social.
- Una "maestría" o
"licenciatura" en teatro seguirá siendo un simple apodo mientras
los egresados no tengan la oportunidad de una experiencia real. La
formación actoral exige unas condiciones prácticas especiales. No puede
existir una verdadera formación actoral a trancos. El actor debe mantener
un contacto diario con el escenario y el público, pues no se trata del
aprendizaje de una actividad mecánica, sino inventiva, donde cuerpo y
espíritu están en permanente ejercitación.
- En esas condiciones nos
bastará conformarnos con un teatro y unos actores improvisados, con un
oficio hecho a intervalos, con desarrollos raquíticos, procurando hacer
las cosas con buenas intenciones procurando conservar esa pequeñísima
franja de espectadores que todavía quieren y creen necesitar del teatro.
Espectadores que ya están tan ganados para la causa escénica que ya se
empiezan a sentir complacidos con montajes hechos a la carrera y de las
peores formas. El papel del público entonces será mantener un alto nivel
de exigencia para forzar un alto nivel teatral.
- No hay práctica estética que
no suponga un descomunal trabajo de disciplina y continuidad partiendo del
talento. Aparte de ello la adquisición de un carácter fuerte para imponer
ese arte en un contexto donde el viento siempre sopla en contra. Esa
adversidad y nuestra pusilanimidad han logrado que en Medellín no exista
hoy teatro, sino teatrico.
- La gente que hace teatro no
tiene otros referentes que la televisión, el cine y las fotos de
enciclopedias y revistas. Su museo imaginario esta limitado a unos modos
extraños de la escena, suponen que el teatro es algo así como hacer
rarezas y en esas condiciones las obras son una antología de imágenes y
secuencias que se repiten al infinito. Los actores de teatro suelen hablar
y caminar en la escena como citando otras obras de teatro. El recitado es
ampuloso, lleno de extrañas ondulaciones, lejanas a lo dramático y más
cercanas a lo patético. El escenario no se utiliza como un campo de
verificación, como laboratorio, sino como un monótono ensayadero.
- El actor, a falta de
proceso, se convierte en un extranjero del escenario, no en un guía idóneo
para conducir la imaginación del espectador. Como no posee una formación
profesional integral, solo aspira a estrenar su montaje, especulando sobre
un fortuito éxito y rápidamente a "colgar" la obra para pasar a
la nueva veleidad. Es lo que denominados "actores 3 funciones".
- Por esos despeñaderos de la
chapucería el actor está tentado a la ganga del momento, tentado por la
incoherencia, y es muy fácil verlo hoy intentando un Shakespeare y pasado
mañana alternando en fruslerías sobre la infidelidad, el semen y la charrura.
- Si quieres sobrevivir haz
estupideces. La sobrevivencia obliga al hombre a desandar el camino de la
bestia.
- No hay nada que hacer. Toda
sociedad tiene el teatro que se merece.. Todo lo que sucede es digno de
suceder. Apenas tres generaciones abarcan nuestra pequeña historia teatral
en Colombia. Esta tercera generación entre el marasmo encontrará tal vez
nuevos caminos. La perspectiva está señalada por la historia: jamás el
hombre dejará de imitar y reinventar la realidad, está en su naturaleza.
Para nuestro exiguo teatro, quizá la única opción es transformarse en su
propio crítico; una necesaria inmersión, donde se pueda partir de algunas
terribles contundencias como:
Que el
teatro actual no tiene absolutamente ninguna trascendencia.
Que es de mala factura.
Que sólo es de interés para tres o cuatro.
Que pertenecemos "los teatreros" al sector más atrasado de la población.
Que estamos a siglos luz de la música, de la pintura, del cine, de la danza.
Que somos peor que la televisión.
Que no nos interesa el teatro sino los contratos que de él deriven.
Que hacemos teatro porque no sabemos hacer otra cosa.
Que hacemos teatro porque lo concebimos muy fácil y no hay que trabajar mucho.
Que nuestros conceptos sobre la ética, la filosofía y la concepción estética son antediluvianos.
Que ser "artista" es una social-bacanería.
Que somos "teatreros" cada 27 de Marzo, día internacional del Teatro
Que la prensa y los medios se ocupan del teatro como una práctica cristiana y caritativa..
Que al estado le es más barato carecer de políticas frente a este sector y por eso lo ignora.
Que es de mala factura.
Que sólo es de interés para tres o cuatro.
Que pertenecemos "los teatreros" al sector más atrasado de la población.
Que estamos a siglos luz de la música, de la pintura, del cine, de la danza.
Que somos peor que la televisión.
Que no nos interesa el teatro sino los contratos que de él deriven.
Que hacemos teatro porque no sabemos hacer otra cosa.
Que hacemos teatro porque lo concebimos muy fácil y no hay que trabajar mucho.
Que nuestros conceptos sobre la ética, la filosofía y la concepción estética son antediluvianos.
Que ser "artista" es una social-bacanería.
Que somos "teatreros" cada 27 de Marzo, día internacional del Teatro
Que la prensa y los medios se ocupan del teatro como una práctica cristiana y caritativa..
Que al estado le es más barato carecer de políticas frente a este sector y por eso lo ignora.