miércoles, 30 de noviembre de 2016

Huelga - Gioconda Belli


HUELGA

Quiero una huelga donde vayamos todos.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.


Quiero una huelga
de obreros de palomas
de chóferes de flores
de técnicos de niños
de médicos de mujeres.


Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.


Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.


                                                                                              Gioconda Belli

martes, 22 de noviembre de 2016

La bailarina



La bailarina (Khalil Gibran)

Había una vez una bailarina que con sus músicos había arribado a la corte del príncipe de Birkasha. Y, admitida en la corte, bailó ante el príncipe al son del laúd y la flauta y la cítara. 
Bailó la danza de las llamas, y la danza de las espadas y las lanzas; bailó la danza de las estrellas y la danza del espacio. Y, por último, la danza de las flores al viento.
Luego se detuvo ante el trono del príncipe y dobló su cuerpo ante él. Y el príncipe le solicitó que se acercara, y dijo:
-Hermosa mujer, hija de la gracia y el encanto, ¿desde cuándo existe tu arte? ¿Y cómo es que dominas todos los elementos con tus ritmos y canciones?
Y la bailarina, inclinándose nuevamente ante el príncipe. Dijo:
-Poderosa y agraciada Majestad, desconozco la respuesta a tus preguntas. Sólo esto sé: el alma del filósofo habita en su cabeza; el alma del poeta en su corazón; mas, el alma de la bailarina late en todo su cuerpo.





lunes, 21 de noviembre de 2016

Lady Macbeth por Mora Torres



   

LADY MACBETH

LADY MACBETH: Está ronco el cuervo que anuncia con graznidos la fatal llegada de Duncan a mi castillo. ¡Espíritus, venid! iVenid a mí, puesto que presidís los pensamientos de una muerte! Arrancadme mi sexo y llenadme del todo, de pies a la cabeza, con la más espantosa crueldad! ¡Que se dense mi sangre que se bloqueen todas las puertas al remordimiento! ¡Que no vengan a mí contritos sentimientos naturales a perturbar mi propósito cruel, o a poner tregua a su realizacion! ¡Venid hasta mis pechos de mujer y transformad mi leche en hiel, espíritus de muerte que por doquier estáis -esencias invisibles- al acecho de que Naturaleza se destruya!¡Ven, noche espesa, ven y ponte el humo lóbrego de los infiernos para que mi ávido cuchillo no vea sus heridas, ni por el manto de tinieblas pueda el cielo asomarse gritando «¡basta, basta!».¡Nunca habrá de ver el sol ese mañana! Tu rostro, mi señor, es como un libro donde el hombre puede leer extrañas cosas. Para engañar al mundo, toma del mundo la apariencia; pon una bienvenida en tu mirada y en tus manos y lengua; procúrate el inocente aspecto de la flor pero sé tú la víbora que oculta. Habremos de atender al que ha de venir y tendrás que dejar que sea yo quien se ocupe esta noche de nuestro gran proyecto que dará a nuestros días venideros y a todas nuestras noches absoluto dominio soberano, y el poder. ¿Cuál fue la bestia que te hizo proponerme empresa como ésta? Eras un hombre cuando te atrevías y serías más hombre, mucho más, si fueses aún más de lo que eras. Ni tiempo ni lugar eran propicios, sin embargo tú querías crearlos .Y ahora que se presentan ellos mismos, su oportunidad abatido te deja. Mi leche yo la he dado y sé cuán tierno es amar al ser que se amamanta; pues bien, en ese instante en que te mira sonriendo, habría arrancado mi pezón de sus blandas encías y machacado su cabeza si lo hubiese jurado como juraste tú. Cada día, cada recuerdo se va borrando de mi cuerpo. Cada día pasas a ser parte del pasado. Deseo con toda mi alma, que cuando sean las doce, cada uno tenga lo que se merece. Quiero que te pudras física y emocionalmente. Quiero que te retuerzas por tus propias heces internas. Quiero que te sientas torpe. Sacas lo peor de mí. No tendré nada que festejar, no tendré ganas de sonreír pero vos tampoco. La culpa nunca te va a dar paz, ni en épocas de navidad.

Hay procesos kafkianos (El Caribe en “El proceso” de Kafka), laberintos borgeanos (Imaginando a Borges), sueños pobres y fellinescos (El Cine Neorrealista Italiano), crímenes dostoiesvkianos  (Fedor Dostoiesvky: el realismo psicológico ruso).
Para completar, hay universos cervantinos y shakespeareanos, que no son tan mentados en esta época. Quizá porque ya pocos leen a Cervantes y a Shakespeare, aunque todos estuvimos prestos en abril a conmemorar los cuatrocientos años de su muerte, la de ambos, ¡menudos contemporáneos fueron! (Shakespeare y Cervantes: vida, obra y comparaciones).
Una total casualidad se sentó frente a mí esta semana con la fuerza de una causalidad –esto lo digo recordando a Jung y sus coincidencias significativas, como llamó a las casualidades que, según él, no existen (Futuros contingentes).
Me regalaron un libro-objeto de gran belleza. Precioso también es su prólogo, escrito por J L B.
Su autor, fácil de adivinar por el título de esta nota y mi devaneo de mundos literarios, es Shakespeare.
¿La coincidencia “significativa”?
En estos días sorprendentes para mi patria –dudé entre decir mi patria o mi lugar de nacimiento o sólo Latinoamérica, o apenas Argentina, porque incluyo al mundo en este mundo más pequeño-, política, judicial y mediáticamente sorprendentes, daba vueltas por los dibujos de mi mente una imagen muy especial: la de Lady Macbeth.
No sabía exactamente por qué, hasta que la llegada de ese libro y la lectura del prólogo de Borges me llevaron hacia algo que apenas recordaba: la mención que hace Freud en uno de sus ensayos  –más que mención, unas dos o tres páginas- del Macbeth, y más que del Macbeth, de su Lady.
Me costó llegar con el recuerdo hacia su fuente.
En los títulos de las obras de Freud no está el nombre de Macbeth, ni el de su mujer ni el de Shakespeare, como sí están el de Leonardo, el de Moisés, el de Dostoievsky: no me servían los índices sino sólo el esfuerzo de asociar… ¿Títulos casi técnicos asociados con el horror de semejante historia?
Pero lo conseguí, en mi avatar de investigadora privada: el ensayo “Varios tipos de carácter descubiertos en la labor analítica” la contiene, contiene la extensa mención sobre los Macbeth.
Borges ya me había anoticiado sobre que Shakespeare era lector frecuente de muy pocos: de Montaigne, de Plutarco y de Holinshed, y que es de este último, y de la historia, el argumento de Macbeth.
¿Holinshed?… confieso mi ignorancia, tal vez muy compartida. Pero Borges me cuenta que es un cronista inglés.
Holinshed “colaboró con perseverancia en la redacción de cierta vasta y ambiciosa historia universal, que se redujo al fin a esas crónicas de Inglaterra, Escocia e Irlanda, que llevan hoy su nombre” –Crónicas Holinshed. Sus páginas incluyen un artículo de la Crónica Anglosajona de 1051.
La escritura de Holinshed recrea hechos reales que, como recalqué, ocurren en el 1051, y él los redacta entre 1560 y 1580. Para mejor contarlos, los convierte en leyenda. Leyenda por algunas apariciones inverosímiles, como los tres primeros personajes que no pueden dejar de aparecer en la “recreación” de Shakespeare.
Dice Borges: “Según se sabe, los tres primeros personajes que vemos son las tres brujas en el páramo, entre los truenos, los relámpagos y la lluvia. (…) Más que el protagonista son ellas las que rigen la acción. Saludan a Macbeth con el título de Señor de Cawdor y con otro, que le parece inaccesible, de rey; el inmediato cumplimiento de la primera de las dos profecías confiere a la segunda un carácter inevitable y lo conduce, urgido por Lady Macbeth, al asesinato de Duncan”, el por ese momento rey actual.
De todos modos, Macbeth está acompañado por Banquo, un general del ejército escocés a quienes las brujas le profetizan que, si bien Macbeth ocupará el trono, serán sus hijos, los de Banquo, quienes lo heredarán. Banquo no da importancia a la profecía de las tres brujas horribles –que para Borges no son ni más ni menos que las parcas- y explica de este modo sus apariciones: “La tierra tiene burbujas como las tiene el agua”.
Cómo lo cuenta Freud
En los fragmentos que voy a citar, Freud, como en tantos lugares de su obra, es a veces más un narrador que un analista. Excelente ayuda en este caso para mí:
“El Macbeth sakhespeariano es una obra de circunstancias, escrita con motivo de la ascensión de Jacobo, rey de Escocia, al trono de Inglaterra. El argumento estaba dado y había sido ya tratado por otros autores, cuyos trabajos utilizó probablemente Shakespeare a su manera habitual. Además, ofrecía singulares alusiones a la situación presente (el destacado es mío). La ‘virginal’ Isabel, de la cual se murmuraba que nunca había podido concebir hijos y que al recibir la noticia del nacimiento de Jacobo se había calificado a sí misma, dolorosamente, de ‘tronco seco’, se había visto obligada, por su esterilidad, a verse suceder por el rey de Escocia, hijo de aquella María Estuardo a la que Isabel había enviado al cadalso.
“La ascensión de Jacobo I al trono fue como una prueba de la maldición de la esterilidad y la bendición de la fecundidad. Y en esta misma antítesis se funda el desarrollo del Macbeth shakespeariano. Las “hermanas del destino” (las parcas para Borges) han profetizado que será rey, pero también han profetizado a Banquo que sus hijos y descendientes ceñirán la corona. Macbeth se rebela contra esta profecía: no le basta satisfacer su ambición personal: quiere ser el fundador de una dinastía y no haber cometido un crimen en provecho de otro. Es, por tanto, erróneo, ver en esta obra tan solo la tragedia de la ambición. Evidentemente, como Macbeth sabe que no ha de vivir eternamente, sólo hay para él un medio de debilitar aquella parte de la profecía contra la cual se rebela, y es tener hijos que puedan sucederlo. Así parece, en efecto, esperarlos de su vigorosa mujer.
(…)
“E igualmente evidente es que, una vez defraudado en tal esperanza, tiene que someterse al destino, so pena de que su actuación pierda todo fin y se transforme en el ciego furor de un condenado al fracaso que intenta aún aniquilar cuanto encuentra a mano. Vemos que Macbeth recorre ese camino, y en el culmen de la tragedia hallamos aquellas conmovedoras palabras de Macbeth, reconocidas ya frecuentemente como de múltiple sentido:
“(Acto cuarto, escena III.) No tiene hijos.
(…)
“En la escena del conjuro las hermanas del destino le hacen ver un niño ensangrentado y coronado; la cabeza armada de casco que antes aparece es acaso Macbeth mismo.
“Sería plenamente conforme a una justicia poética basada en el Talión que la carencia de hijos de Macbeth y la esterilidad de su mujer fueran el castigo de su crimen contra la santidad de la generación, esto es, que Macbeth no pudiera llegar a ser padre por haber robado a los hijos el padre y el padre a los hijos, y que, de este modo, se cumpliese en Lady Macbeth aquella pérdida de feminidad que ella misma demandó a los espíritus malignos. La enfermedad de Lady Macbeth y la transformación de su ánimo homicida en remordimiento quedarían, así, explicadas como reacción a su esterilidad, la cual lleva a su ánimo la convicción de su impotencia contra las leyes de la naturaleza y le advierte, al propio tiempo, que su crimen queda despojado, por culpa suya, de la parte mejor de su rendimiento.”
Un parlamento de Lady Macbeth que me produjo escalofríos
Entra Lady Macbeth sola, con una carta.
Lady Macbeth lee:
“Me salieron al paso el día del triunfo, y he podido comprobar fehacientemente que su ciencia es más que humana. Cuando ardía en deseos de seguir interrogándolas, se convirtieron en aire y en él se perdieron. Aún estaba sumido en mi asombro, cuando llegaron correos del rey y me proclamaron Barón de Cawdor, el título con el que me habían saludado las Hermanas Fatídicas, que también me señalaron el futuro diciendo: “¡Salud a ti, que serás rey!”. He juzgado oportuno contártelo, querida compañera en la grandeza, porque no quedes privada del debido regocijo ignorando el esplendor que se te anuncia. Guárdalo en secreto y adiós”.
Inmediatamente Lady Macbeth deja caer toda la leche de su veneno y ambición.
Dice, después de leer la carta de su esposo:
“Eres Glamis, y Cawdor, y serás
lo que te anuncian. Mas temo tu carácter: está muy empapado de leche de bondad para tomar los atajos. Tú quieres ser grande y no te falta ambición, pero sí la maldad que debe acompañarla. Quieres la gloria, mas por la virtud; no quieres jugar sucio pero sí ganar mal. Gran Glamis, tú codicias lo que clama “Eso has de hacer si me deseas”…

Lady Macbeth: Hasta el cuervo está ronco de graznar la fatídica entrada de Duncan bajo mis almenas. Venid a mí, espíritus que servís a propósitos de muerte, quitadme la ternura y llenadme de los pies a la cabeza de la más ciega crueldad. Espesadme la sangre, tapad toda entrada y acceso a la piedad…
Venid a mis pechos de mujery cambiad la leche en hiel, espíritus del crimen (Entra Macbeth) ¡Gran Glamis, noble Cawdor y después aún más grande por tu proclamación!
Tu carta me ha elevado por encima de un presente de ignorancia, y ya sientoel futuro en el instante.

No sé bien a qué, a quién exactamente, me recuerda Lady Macbeth. Pero podría enviarles una bella perogrullada: matar de hambre también es matar. Comerse la comida de quienes no la tienen es comérselos a ellos mismos. ¿O estoy muy Macbeth?
Ella es la codicia y la ambición, pero en especial es cómo manejar el poder y la culpa.
Un abrazo, y si no están de acuerdo con mis insinuaciones, díganlo, por favor. Pero si están de acuerdo, díganlo más fuerte todavía.

MORA TORRES