viernes, 28 de septiembre de 2018

El espía - Leopoldo de Luis



EL ESPÍA

Me han apostado en esta esquina oscura.
Debo espiar todos los movimientos,
el paso de los grises regimientos
que arrastran sus convoyes de amargura.


Lo he comprendido ya: somos espías,
vigilantes del tiempo, delatores
de los enamorados desertores
que soñaron antiguas rebeldías.

No me confíes nunca tu secreto,
podría delatarte al enemigo:
me vendí a la tristeza por bien poco.


Apostado en la esquina sigo quieto.
Soy un debelador, soy un testigo
falso, pero traiciono cuanto toco.



(España-1918)
De "Igual que guantes grises"

jueves, 27 de septiembre de 2018

Hace falta ser ciego - Rafael Alberti





HACE FALTA  SER CIEGO

      Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra. 
     Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación en  los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen en pasado sombrío de la Tierra.
     Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido.




RAFAEL ALBERTI
(España-1902)
De "De un momento a otro"


martes, 25 de septiembre de 2018

Poema de Rainer María Rilke



TODOS CUANTOS TE BUSCAN TE TIENTAN



Todos cuantos te buscan te tientan.
Y quienes te encuentran te atan
al gesto y a la imagen.

Yo en cambio quiero comprenderte
como te comprende la tierra;
con mi madurar
madura tu reino.

No quiero de ti vanidad alguna
que te demuestre.

Sé que el tiempo
no se llama como tú.

No hagas por mí milagros.
Da la razón a tus leyes
que de generación en generación
se tornan más visibles.


Versión de Adrian Kovacsics




lunes, 24 de septiembre de 2018

Otro poema de Sabines





CUANDO ESTUVE EN EL MAR ERA MARINO....


Cuando estuve en el mar era marino
este dolor sin prisas.

Dame ahora tu boca:
me la quiero comer con tu sonrisa.



Cuando estuve en el cielo era celeste
este dolor urgente.

Dame ahora tu alma:
quiero clavarle el diente.



No me des nada, amor, no me des nada:
yo te tomo en el viento,
te tomo del arroyo de la sombra,
del giro de la luz y del silencio,


de la piel de las cosas
y de la sangre con que subo al tiempo.

Tú eres un surtidor aunque no quieras
y  yo soy el sediento.



No me hables, si quieres, no me toques,
no me conozcas más, yo ya no existo.
Yo soy sólo la vida que te acosa
y tú eres la muerte que resisto.



sábado, 22 de septiembre de 2018

Nadie está solo - José Agustín Goytisolo


NADIE ESTÁ SOLO

En este mismo instante 
hay un hombre que sufre, 
un hombre torturado 
tan sólo por amar 
la libertad. Ignoro 
dónde vive, qué lengua 
habla, de qué color 
tiene la piel, cómo 
se llama, pero 
en este mismo instante, 
cuando tus ojos leen 
mi pequeño poema, 
ese hombre existe, grita, 
se puede oír su llanto 
de animal acosado, 
mientras muerde sus labios 
para no denunciar 
a los amigos. ¿Oyes? 
Un hombre solo 
grita maniatado, existe 
en algún sitio. ¿He dicho solo? 
¿No sientes, como yo, 
el dolor de su cuerpo 
repetido en el tuyo? 
¿No te mana la sangre 
bajo los golpes ciegos? 
Nadie está solo. Ahora, 
en este mismo instante, 
también a ti y a mí 
nos tienen maniatados.


                                                (José Agustín Goytisolo. Algo sucede.)

viernes, 21 de septiembre de 2018

Poema de Ernesto Cardenal








Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Te quiero a las diez de la mañana - Jaime Sabines



Te quiero a las diez de la mañana

Jaime Sabines


Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?
FIN


miércoles, 19 de septiembre de 2018

Otro día - Fermín Hood






OTRO DIA

Pasan los días
vestidos de paño y corbata nueva
con rumbo a la oficina.
Pasa un cortejo fúnebre
llevando en andas
a la víctima
de un fuego amigo.
Pasa una multitud de sombras
  no conocidas
vistiendo de negro
la calle de mi casa.
Pasan los “Hombres de Acero”
vociferando consignas de paz
y orgullo de nación;
Pasa Piero cantando que pasa
y reclamando derechos de autor;
pasan los perros callejeros
y toda la fauna
de la selva urbana…

Yo…..
desde mi ventana
sostengo entre los dedos
una colilla de tristeza…..


martes, 18 de septiembre de 2018

No he perdido nada - Salvatore Quasimodo







No he perdido nada

Todavía estoy aquí, el sol gira
a mis espaldas como un halcón y la tierra
repite mi voz en la tuya.
Y recomienza el tiempo visible
en el ojo que redescubre la luz.
No he perdido nada.

Perder es ir al otro lado
de un diagrama del cielo
por movimientos de sueños, un río
lleno de hojas.


Poema de Quasimodo







"Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y enseguida anochece".
Salvatore Quasimodo

Lamento por el sur
La luna roja, el viento, tu color
de mujer del Norte, la llanura de nieve...
Mi corazón está ya en estas praderas,
en estas aguas anubladas por la niebla.
He olvidado el mar, la grave
caracola que soplan los pastores sicilianos,
las cantilenas de los carros a lo largo de los caminos
donde el algarrobo tiembla en el humo de los rastrojos,
he olvidado el paso de las garzas y las grullas
en el aire de las verdes altiplanicies
por las tierras y los ríos de Lombardía.
Pero el hombre grita en cualquier parte la suerte de una patria.
Ya nadie me llevará al sur.

Oh, el Sur está cansado de arrastrar muertos
a la orilla de las ciénagas de malaria,
está cansado de soledad, cansado de cadenas,
está cansado en su boca
de las blasfemias de todas las razas
que han gritado muerte con el eco de sus pozos,
que han bebido la sangre de su corazón.
Por eso sus hijos vuelven a los montes,
sujetan los caballos bajo mantas de estrellas,
comen flores de acacia a lo largo de las pistas
nuevamente rojas, aun rojas, aun rojas.
Ya nadie me llevará al Sur .
Y esta tarde cargada de invierno
es aún nuestra, y aquí te repito
mi absurdo contrapunto
de dulzuras y furores,
un lamento de amor sin amor.

Versión de: Carlo Fabretti
                                                                                          

Ojalá siempre....