El
juicio de Paris
Afrodita o Venus, la diosa
de la luz, de la belleza y del amor, nació en un amanecer de primavera, sobre
una concha que flotaba en las plateadas aguas del mar de Chipre.
Zeus le envió desde el cielo
un carro tirado por blancas palomas y montada en él, se apreció Venus a los
dioses del Olimpo, reunidos para recibirla. Un saludo triunfal acogió a la
nueva diosa y, unánimemente, todos la eligieron la reina de la hermosura.
Sin embargo, no todo el
mundo se alegró. Hera (o Huno) y Atenea (o Minerva), las dos diosas que hasta
entonces habían ostentado el cetro de la belleza en el Olimpo sintieron
punzada de envidia ante el triunfo de Venus Afrodita.
Entonces la lívida Discordia
(o Eris) se aprovechó de ello para
excitar loa ánimos al rencor. Y, sin que la observaran, arrojó al suelo una
manzana de oro macizo en la que se leía: “A la más hermosa”
Al verla Hera la cogió
inmediatamente; Minerva se la arrebató de las manos y Venus reclamó para sí el
brillante fruto.
Con
el fin de poner fin a la discordia, Zeus dijo a las diosas:
-
“Id
las tres al monte Ida y consultad el caso con el príncipe Paris, que está allí
apacentando sus rebaños. El decidirá cuál de las tres es la más hermosa. Id con
Hermes, él os conducirá”
Paris
era el hijo segundo (el primero era Héctor) de Príamo, rey de Troya, y de
Hécuba, su mujer. Cuando ésta iba a traerle al mundo, tuvo un sueño en el que
se vio dando a luz una antorcha que incendiaba la ciudad. Temiendo que aquel
sueño se convirtiera en realidad algún día, Príamo, que participaba también de
las aprensiones y temores de su mujer, decidió matar al niño en cuanto naciese.
Pero
Hécuba, madre al fin, consintió que se entregara al recién nacido a un esclavo,
quien lo llevaría al monte Ida y lo abandonaría. Y allí fue encontrado,
recogido y criado por un pastor, que le puso por nombre Paris o Alexandros.
Pasaron
los años y Paris se convirtió en un joven lleno de apostura y fortaleza,
dedicado por entero a su oficio de pastor. Y un día que estaba con su rebaño en
el bosque, se le apareció Hermes, mensajero de los dioses, que llegaba precediendo a las tres
divinidades olímpicas: Hera, Atenea y Afrodita.
Mientras
el joven, asustado, miraba lleno de arrobo a las recién llegadas, Hermes le
dijo:
-
“Oye,
Paris, estas tres diosas te han elegido como árbitro para que decidas cuál es
la más hermosa. A laque te parezca más bella le darás la manzana de oro”.
Paris
permaneció largo rato pensativo ante las tres fulgurantes bellezas y
verdaderamente, no sabía a cuál elegir. Entonces habló Hera y le dijo:
-
“Si
me das la manzana a mí, te ofrezco el imperio de Asia entera”
En
segundo lugar habló Atenea, la diosa de la sabiduría, que le prometió:
-
“Si me
eliges a mí, te daré la sabiduría y la victoria en todos los combates”.
Finalmente
tomo la palabra Afrodita, la diosa del amor, laque sonriendo dulcemente, dijo
al joven pastor:
-
“Y
si me eliges a mí, te daré la mujer más hermosa para que seas dichoso.
Sin
vacilar, Paris se acercó a Venus Afrodita y le entregó la manzana, mientras las
demás diosas se retiraban profundamente ofendidas y jurando que vengarían
aquella ofensas en Príamo y los troyanos….
Y
lo cumplieron…
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