LEGADO
Heredé del poeta la certidumbre del hambre
y algunas palabras que en las noches
chocan sobre mi mesa sin salir heridas;
del músico tengo el deleite de cerrar los ojos
y dejarme poseer por el tarareo de la noche eterna;
del que baila
poseo la inmensidad del horizonte
y la certeza de los espacios vacíos;
del que pinta, los colores, la caricia de un trazo
la tranquilidad de las miradas;
del actor me quedó lo más importante:
El vicio del martirio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario