martes, 15 de diciembre de 2015

Adiós (Una temporada en el infierno. A. Rimbaud)

ADIOS

Arthur Rimbaud (Una temporada en el infierno)

¡Ya el otoño!
Pero por qué tener nostalgia de un sol eterno, si estamos comprometidos en el descubrimiento de la claridad divina, - lejos de la gente que muere mientras pasan las estaciones.
El otoño. Nuestra barca alzada entre brumas inmóviles toma rumbo hacia el puerto de la miseria, la ciudad enorme en el cielo tiznado de fuego y de barro. ¡Ah! ¡Los harapos putrefactos, el pan mojado por la lluvia, la ebriedad, los mil amores que me han crucificado! ¡No terminará nunca este vampiro que reina sobre millones de almas y de cuerpos muertos y que serán juzgados! Me sueño con la piel roída por el barro y la peste, llenos de gusanos los cabellos y las axilas y lleno de gusanos todavía más gruesos el corazón, tendido entre desconocidos sin edad, sin sentimientos ... Podría haber muerto.
¡Ominosa evocación! Execro la miseria.
¡Y temo al invierno porque es la estación de la comodidad!
- Algunas veces veo en el cielo playas infinitas, cubiertas de naciones blancas gozosas. Una gran embarcación, por encima de mí, agita sus pendones multicolores con las brisas de la mañana. He creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. Ensayé inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. Creí adquirir poderes sobrenaturales. ¡Y bien! ¡Debo enterrar mis imaginaciones y mis recuerdos! ¡Una bella gloria de artista y narrador desechada!
¡Yo! ¡Yo que he sido llamado mago o ángel, dispensado de toda moral, soy devuelto al suelo, para buscar un deber, y para abarcar la realidad rugosa! ¡Aldeano!
¿Estoy equivocado? ¿La caridad será hermana de la muerte, para mí?
Finalmente, pediré perdón por haberme nutrido de mentira. Y adelante.
¡Pero ni una mano amiga! ¿Y dónde podría obtenerla?
Sí, la hora nueva es al menos muy severa.
Por lo tanto puedo decir que la victoria está conseguida: los chirridos de dientes, los soplidos del fuego, los suspiros apestados están mitigándose. Todos los recuerdos inmundos desfallecen. Mis nostalgias recientes se diluyen, los celos por los mendicantes, los bandoleros, los amigos de la muerte, los postergados de toda índole- ¡Condenados, si yo me vengase!
Se requiere ser absolutamente moderno.
Ni una pizca de cánticos: llevar la delantera. ¡Dura noche! ¡La sangre seca humea sobre mi rostro, y no tengo nada delante, sino este horrible arbusto! ... El combate espiritual es tan brutal como la batalla de los hombres; pero la visión de la justicia es el placer de Dios solamente.
Sin embargo, es la víspera. Recibamos todos los influjos de vigor y ternura real. y al alba, armados de una ardiente paciencia, entraremos en espléndidas urbes.
¿Qué hablé sobre una mano amiga? Una buena ventaja es poder reírme de los viejos amores mentirosos, y cubrir de vergüenza a esas parejas estafadoras, - vi el infierno de las mujeres allá abajo ;- y me será concedido poseer la verdad en un alma y un cuerpo.

Abril-Agosto de 1873.



Gabriel Spencer, actor (Vidas imaginarias de Marcel Schwob)


GABRIEL SPENSER, actor  
(De vidas imaginarias de Marcel Schwob)

Su madre fue una muchacha, llamada Flum, que tenía un saloncito de planta baja al fondo de Rottenrow, en Pickedhatch. Un capitán, con los dedos cargados de alhajas de cobre y dos galanes que vestían jubones amplios, iban a verla después de cenar.
Albergaba a tres muchachitas cuyos nombres eran Poli, Dolí y Molí, qué no podían soportar el olor del tabaco. Por eso subían con frecuencia a meterse en cama, y amables gentilhombres las acompañaban, después de haber bebido un vaso de vino de España tibio, para disipar el vaho de las pipas. El pequeño Gabriel se quedaba acurrucado bajo la campana de la chimenea mirando asarse las manzanas que se echaban en los jarros de cerveza. También iban actores de muy diversa apariencia. No se atrevían a aparecer por las grandes tabernas a las que iban las compañías en cartel. Algunos hablaban con el estilo de la fanfarronada, otros farfullaban como idiotas. Acariciaban a Gabriel, quien aprendió de ellos versos quebrados de tragedia y bromas rústicas de escena. Se le dio un pedazo de paño carmesí, con bordes de oro descoloridos, una máscara de terciopelo y un viejo puñal de madera. Así se pavoneaba, solo, delante del hogar, blandiendo un tizón como si fuera una antorcha; y su madre Flum balanceaba su triple papada por la admiración que sentía por su hijo precoz.
Los actores lo llevaron al Rideau Vert, en Shoreditch, donde tembló ante los accesos de rabia del pequeño comediante que echaba espuma al vociferar el papel de Jeronymo.
Ahí se veía también al viejo rey Lear, con su barba blanca desgarrada, arrodillándose para pedir perdón a su hija Cordelia; un clown imitaba las locuras de Tarleton y otro envuelto con una sábana aterrorizaba al príncipe Hamlet. Sir John Old-castle hacía reír a todo el mundo con su gran barriga, sobre todo cuando tomaba de la cintura a la patrona, la que le toleraba que arrugase el pico de su cofia y deslizase sus gordos dedos en la bolsa de bucarán que llevaba atada a su cintura. El Loco cantaba canciones que el Idiota no comprendía nunca y un clown con gorro de algodón pasaba la cabeza a cada momento por un agujero del telón, en el fondo del tablado, para hacer morisquetas.
Había también un juglar con dos monos y un hombre vestido de mujer que, se le ocurría a Gabriel, se parecía a su madre Flum. Al terminar las obras, los despabiladores acudían para ponerle una toga de gros azul y gritaban que iban a llevarlo a Bridewell.
Cuando Gabriel tuvo quince años los actores del Rideau Vert notaron que era hermoso y delicado y que podría representar los papeles de mujeres y de doncellas.
Plum le peinó sus cabellos negros que llevaba echados hacia atrás; tenía la piel muy fina, los ojos grandes, las cejas altas, y Plum le había perforado las orejas para colgar de ellas dos falsas perlas dobles. Entró entonces en la compañía del duque de Nottingham y le hicieron trajes de tafetán y de damasco, con lentejuelas, paño de plata y paño de oro, blusas con lazos y pelucas de cáñamo con largos rizos. Le enseñaron a pintarse en la sala de ensayos. En un principio se ruborizó cuando subió al tablado; después respondió con mohines a las galanterías. Poli, Dolí y Molí, a quienes Flum llevó, muy agitada, dijeron con grandes risas que era exactamente una mujer y quisieron desvestirlo después de la representación. Lo llevaron a Picked-hatch y su madre le hizo poner uno de sus vestidos para mostrárselo al capitán, quien se deshizo en cumplidos burlones y fingió ponerle en el dedo un tosco anillo dorado con un carbunclo de vidrio engastado.
Los mejores camaradas de Gabriel Spenser eran William Bird, Edward Juby y los dos Jeffes. Estos decidieron, un verano, ir a actuar en aldeas del campo con actores errantes.
Viajaron en un coche cubierto por una lona, donde dormían de noche. En el camino de Hammersmith, una noche, vieron salir de la cuneta a un hombre que les encañonó con una pistola.
–¡Su dinero! –dijo–. Soy Gamaliel Ratsey, por la gracia de Dios ladrón de grandes caminos y no me gusta esperar.
A lo cual los dos Jeffes respondieron gimiendo:
–No tenemos nada de dinero, vuestra merced; sólo esas lentejuelas de cobre y esas piezas de camelote teñido. Somos pobres actores, errantes igual que su señoría.
–¡Actores! –exclamó Gamaliel Ratsey–. Eso sí que es admirable. No soy un ratero ni un pillo y soy amigo de los espectáculos. Si no sintiese un cierto respeto por el viejo Derrick que se las arreglaría muy bien para arrastrarme hasta la escalera y hacerme bambolear la cabeza, no me apartaría de las orillas del río, ni de las alegres tabernas con banderas donde vosotros, mis gentilhombres, acostumbráis desplegar tanto ingenio. Sed, pues, bienvenidos. La noche es bella. Levantad vuestro tablado y representad vuestro mejor espectáculo. Gamaliel Ratsey os escuchará. No es nada común. Podréis contarlo.
–Eso nos va a costar unas velas –dijeron con timidez los dos Jeffes.
–¿Velas? –dijo Gamaliel majestuoso–. ¿Qué habláis de velas? Yo soy aquí el rey Gamaliel, como Isabel es reina en la ciudad. Y como un rey he de trataros. He aquí cuarenta chelines.
Los actores descendieron, temblorosos.
–Lo que Su Majestad guste –dijo Bird–. ¿Qué hemos de representar?
Gamaliel reflexionó y miró a Gabriel.
–A fe mía –dijo– una hermosa obra para esta señorita y bien melancólica. Debe de estar encantadora como Ofelia. Hay flores de digital aquí al lado, verdaderos dedos de muerto. Hamlet, eso es lo que quiero. Me gustan bastante los caprichos de esa composición. Si no fuera Gamaliel, con mucho gusto representaría a Hamlet. Bueno, vamos; ¡y no os equivoquéis en los asaltos de esgrima, mis excelentes troyanos, mis valientes corintios!
Se encendieron los faroles. Gamaliel presenció el drama con mucha atención. Cuando hubo concluido, dijo a Gabriel Spenser.
–Hermosa Ofelia, os dispenso del cumplido. Podéis partir, actores del rey Gamaliel.
Su Majestad está satisfecha.
Después desapareció en las sombras.
Cuando el coche se ponía en marcha, al alba, se lo vio de nuevo, en medio del camino y empuñando la pistola.
–Gamaliel Ratsey, ladrón de grandes caminos –dijo– viene a recuperar los cuarenta chelines del rey Gamaliel. Vamos, rápido. Gracias por el espectáculo. Decididamente, los caprichos de Hamlet me gustan infinitamente. Hermosa Ofelia, a vuestros pies.
Los dos Jeffes, que eran quienes guardaban el dinero, tuvieron que dárselo por fuerza. Gamaliel saludó y partió al galope.
Después de esta aventura, la compañía volvió a Londres. Se contó que un ladrón había estado a punto de secuestrar a Ofelia con su vestido y su peluca. Una muchacha llamada Pat King, que iba con frecuencia al Rideau Vert, afirmó que aquello no la sorprendía para nada. Tenía la cara gorda y la cintura redonda. Flum la invitó para que conociera a Gabriel. Le pareció muy mono y lo besó con ternura. Después volvió con frecuencia. Pat era amiga de un obrero Iadrillero a quien su trabajo fastidiaba y que ambicionaba actuar en el Rideau Vert. Se llamaba Ben Jonson, y estaba muy orgulloso de su educación, pues era clérigo y tenía algunos conocimientos de latín. Era un hombre grande y cuadrado, con costurones de escrófulas, y tenía el ojo derecho más arriba que el izquierdo. Era su voz fuerte y tonante. Ese coloso había sido soldado en los Países Bajos. Siguió a Pat King, tomó a Gabriel por la piel del pescuezo y lo arrastró hasta los campos de Hoxton, donde el pobre Gabriel tuvo que hacerle frente, con una espada en la mano. Flum le había deslizado a escondidas una hoja diez pulgadas más larga. Se la clavó en el brazo a Ben Jonson. Gabriel cayó con un pulmón atravesado. Murió en la hierba. Flum corrió a buscar a los condestables. Flum esperaba que lo colgaran. Pero él recitó sus salmos en latín, probó que era clérigo, y sólo se le marcó la mano con un hierro al rojo.


lunes, 12 de octubre de 2015

Teatrero


SOBRE EL ABOMINABLE TÉRMINO "TEATRERO"
Jaiver Jurado & Cristóbal Peláez G.
  • Un término desastroso se pasea en el argot gremial: "Teatrero". ¿Qué designa? Al parecer una diletancia y una mixtura de ocupaciones que tienen que ver con una práctica asumida globalmente, no en sus divisiones específicas. Un escenógrafo, por ejemplo, es un experto de los espacios, de la misma manera en que un luminotécnico es, debe ser, por esencia, un pintor. Designar a estos dos especialistas como "teatreros" es conferirles un carácter vago.
  • A los alemanes les gusta imprimirle al estudio del arte dramático el nombre de "ciencias del teatro", particularizando sus componentes en arquitectura, luminotécnica, actuación, escritura, escenografía, música, crítica y dirección. El teatro como ejercicio multidisciplinario; sin embargo el teatro será esencialmente el arte del actor.
  • El término "teatrero" conlleva a una denominación peyorativa para una practica como la nuestra, donde no hay una delimitación: actores que improvisan de directores; directores que improvisan de dramaturgos; técnicos que se alternan con la actuación, y, de una manera abigarrada, un hacer donde producción, administración y puesta en escena son al fin de cuentas una misma cosa.
  • Para el joven inquieto por conocer y hasta llegar a dominar la técnica teatral las escuelas no pueden brindarle otra opción que no sea la aspiración de actor. Y aún cuando a este joven durante cinco años se le ofrezca un ¨adiestramiento¨ debe al final conformarse con exhibir su título sin ninguna posibilidad de practicarlo. El entorno no tiene alternativas, no hay una "bolsa de trabajo" y no es la suya una profesión considerada como un saber real.
  • Hay, no obstante, unas informales grietas donde el graduado en teatro, a veces abre, a codazos, campos de acción: ocasionales invitaciones (ad honorem) a participar de algún montaje, horas pedagógicas en alguna entidad, esporádicos contratos en eventos oficiales, circunstanciales apariciones en TV, y por último, incursiones en todo cuanto el azar lo ocupe como TEATRERO, vale decir: UN PROFESIONAL DE LA CHAPUZA.
  • Pero aún más crítico: el desconcierto ante un oficio ambiguo y sin perspectivas ha revelado una tendencia terrible que predomina hoy en la naturaleza de nuestras escuelas de teatro, ella es la relegación de la misma formación actoral por un marcado énfasis en la auto-reproducción. Esto quiere decir que las escuelas se están especializando en formar a perpetuidad sus relevos. La ambición hoy de todo estudiante de teatro es ser no un actor, sino un futuro profesor. La lista de espera aguardando a que los profesores se jubilen es abrumadora.
  • A este ritmo nuestra pedagogía esta plagada de "teatreros" cero kilómetros en escenario. Ellos serán los responsables de una nueva generación. (¿se montaría usted en un avión a sabiendas de que el capitán es cero horas de vuelo?). No existe una estadística pero a vuelo de pájaro se puede barruntar que en el Medellín actual la proporción de profesores a alumnos va siendo de 10 a 1. Y ya sabemos que el teatro no es ni la enseñanza, ni los libros, ni las dramaturgias, ni las conversaciones, el teatro es únicamente ese lapso perecedero entre la apertura y el cierre de un telón (o de la luz).
  • El estudio de factibilidad de cualquier profesión debe obedecer a una demanda social plenamente verificable. El ítem teatral es asombroso, pues a contrapelo de la escasa demanda ha creado otros campos de acción inusuales y fantásticos, desde el mimo remedador que "vende" forzosamente sus parodias, pasando por las "estatuas vivientes" al pie de los edificios, hasta aquellos esbozos de compañía teatral con cierto "equilibrio inestable". Entre aquellos y estos un cardumen de cuenteros "escénicos" improvisados ha invadido la ciudad. La palabra "rebusque", tema y sustancia, de la novela picaresca española, habla de unas condiciones sociales específicas.
  • Se le solía denominar, hasta los años ochenta, "Teatro Colombiano" a un conjunto amplio de grupos con cierta estabilidad en la creación y alguna influencia en el conglomerado social. Este movimiento llegó a gozar de prestigio en el ámbito internacional, siendo reconocido por algunos desarrollos particulares, entre ellos su fuerte carácter gremial y su modo de enfrentar la creación de obras.
  • El término grupo, llegó a ser ensalzado y sublimado, incluso expuesto como la manera más honesta y efectiva de enfrentar el hecho escénico. Pero el término no dejó de ser nunca defensivo como producto de las condiciones en que se originó y alcanzó su madurez.
  • Nacidas de las entrañas de ese movimiento, las escuelas de teatro del país, fueron consecuencia de sus necesidades en diversos aspectos, es decir, un reordenamiento a todos los niveles. Los grupos generaron las escuelas para un reaprovechamiento, pero cuando las escuelas alcanzaron cierto nivel ya el movimiento grupal había perdido su horizonte. Por consiguiente las relaciones movimiento teatral- escuelas se enfriaron y hoy prácticamente no existen.
  • La mayoría de los grupos de esta última generación –20 años hacia acá- han renunciado a pretensiones mayores y han enfatizado sus posiciones ultradefensivas, colocando al servicio de la autoconservación y la necesidad de ejercer su oficio toda la energía, hasta reducirse a una pléyade de diminutos colectivos que por su estructura se convierten en fami-empresas.
  • La naturaleza de estas estructuras obliga a priorizar la gestión frente a la creación, el proyecto frente a la filosofía, la sobrevivencia frente al entusiasmo.
  • Los eventos teatrales incluso han adquirido un aire de rueda de negocios. La intención de la sociedad de homologar y masificar, obedeciendo, a la oficial política de "salvar el país", hace de estas fami-empresas meros entes privados de contratación.
  • En estas cerradas estructuras no hay alternativa para las nuevas promociones actorales. Las escuelas conscientes de estas limitaciones se encuentran indefensas frente a las alternativas de solución. El fenómeno esta circunscrito a un espectro histórico, tiene que ver con nuestra fisonomía social.
  • Una "maestría" o "licenciatura" en teatro seguirá siendo un simple apodo mientras los egresados no tengan la oportunidad de una experiencia real. La formación actoral exige unas condiciones prácticas especiales. No puede existir una verdadera formación actoral a trancos. El actor debe mantener un contacto diario con el escenario y el público, pues no se trata del aprendizaje de una actividad mecánica, sino inventiva, donde cuerpo y espíritu están en permanente ejercitación.
  • En esas condiciones nos bastará conformarnos con un teatro y unos actores improvisados, con un oficio hecho a intervalos, con desarrollos raquíticos, procurando hacer las cosas con buenas intenciones procurando conservar esa pequeñísima franja de espectadores que todavía quieren y creen necesitar del teatro. Espectadores que ya están tan ganados para la causa escénica que ya se empiezan a sentir complacidos con montajes hechos a la carrera y de las peores formas. El papel del público entonces será mantener un alto nivel de exigencia para forzar un alto nivel teatral.
  • No hay práctica estética que no suponga un descomunal trabajo de disciplina y continuidad partiendo del talento. Aparte de ello la adquisición de un carácter fuerte para imponer ese arte en un contexto donde el viento siempre sopla en contra. Esa adversidad y nuestra pusilanimidad han logrado que en Medellín no exista hoy teatro, sino teatrico.
  • La gente que hace teatro no tiene otros referentes que la televisión, el cine y las fotos de enciclopedias y revistas. Su museo imaginario esta limitado a unos modos extraños de la escena, suponen que el teatro es algo así como hacer rarezas y en esas condiciones las obras son una antología de imágenes y secuencias que se repiten al infinito. Los actores de teatro suelen hablar y caminar en la escena como citando otras obras de teatro. El recitado es ampuloso, lleno de extrañas ondulaciones, lejanas a lo dramático y más cercanas a lo patético. El escenario no se utiliza como un campo de verificación, como laboratorio, sino como un monótono ensayadero.
  • El actor, a falta de proceso, se convierte en un extranjero del escenario, no en un guía idóneo para conducir la imaginación del espectador. Como no posee una formación profesional integral, solo aspira a estrenar su montaje, especulando sobre un fortuito éxito y rápidamente a "colgar" la obra para pasar a la nueva veleidad. Es lo que denominados "actores 3 funciones".
  • Por esos despeñaderos de la chapucería el actor está tentado a la ganga del momento, tentado por la incoherencia, y es muy fácil verlo hoy intentando un Shakespeare y pasado mañana alternando en fruslerías sobre la infidelidad, el semen y la charrura.
  • Si quieres sobrevivir haz estupideces. La sobrevivencia obliga al hombre a desandar el camino de la bestia.
  • No hay nada que hacer. Toda sociedad tiene el teatro que se merece.. Todo lo que sucede es digno de suceder. Apenas tres generaciones abarcan nuestra pequeña historia teatral en Colombia. Esta tercera generación entre el marasmo encontrará tal vez nuevos caminos. La perspectiva está señalada por la historia: jamás el hombre dejará de imitar y reinventar la realidad, está en su naturaleza. Para nuestro exiguo teatro, quizá la única opción es transformarse en su propio crítico; una necesaria inmersión, donde se pueda partir de algunas terribles contundencias como:
Que el teatro actual no tiene absolutamente ninguna trascendencia.
Que es de mala factura.
Que sólo es de interés para tres o cuatro.
Que pertenecemos "los teatreros" al sector más atrasado de la población.
Que estamos a siglos luz de la música, de la pintura, del cine, de la danza.
Que somos peor que la televisión.
Que no nos interesa el teatro sino los contratos que de él deriven.
Que hacemos teatro porque no sabemos hacer otra cosa.
Que hacemos teatro porque lo concebimos muy fácil y no hay que trabajar mucho.
Que nuestros conceptos sobre la ética, la filosofía y la concepción estética son antediluvianos.
Que ser "artista" es una social-bacanería.
Que somos "teatreros" cada 27 de Marzo, día internacional del Teatro
Que la prensa y los medios se ocupan del teatro como una práctica cristiana y caritativa..
Que al estado le es más barato carecer de políticas frente a este sector y por eso lo ignora.


sábado, 10 de octubre de 2015

Canto a mi mismo


“Canto a mí mismo” de Walt Whitman (Traducción de Jorge Luis Borges)

Yo me celebro y yo me canto,
Y todo cuanto es mío también es tuyo,
Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.
Indolente y ocioso convido a mi alma,
Me dejo estar y miro un tallo de hierba de verano.
Mi lengua, cada átomo de mi sangre, hechos con esta tierra, con este aire,
Nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo que sus padres,
Yo ahora, a los treinta y siete años de mi edad y con salud perfecta, comienzo,
Y espero no cesar hasta mi muerte.
Me aparto de las escuelas y de las sectas, las dejo atrás;
me sirvieron, no las olvido;
Soy puerto para el bien y para el mal, hablo sin cuidarme de riesgos,
Naturaleza sin freno con elemental energía.
Creo en ti, mi alma, el otro que soy no se rebajará ante ti,
Y tú no te rebajarás ante él.
Tiéndete en el pasto conmigo, desembaraza tu garganta,
No son palabras, ni música, ni versos lo que preciso, ni hábitos, ni
discursos ni aun los mejores,
Sólo quiero el arrullo, el susurro de tu voz suave.
Recuerdo cómo nos acostamos una mañana transparente de estío,
Cómo apoyaste la cabeza sobre mis caderas y la volviste a mí dulcemente,
Y abriste mi camisa sobre el pecho y hundiste tu lengua hasta tocar mi corazón desnudo,
Y te estiraste hasta tocarme la barba, y luego hasta tocarme los pies.
Velozmente se irguieron y me rodearon el conocimiento y la paz que
trascienden todas las discusiones de la tierra,
Y desde entonces sé que la mano de Dios ha sido prometida a la mía,
Y sé que el espíritu de Dios es hermano del mío,
Y que todos los hombres que han nacido son mis hermanos, y las
mujeres mis hermanas y mis amantes,
Y que el sostén de la creación es el amor,
Y que son innumerables las hojas rígidas o que se curvan en los campos,
Y las negras hormigas en las grietas bajo las hojas,
Y las mohosas costras del seto, las piedras hacinadas, el saúco, la
candelaria y la cizaña.
Soy el poeta del Cuerpo y soy el poeta del Alma,
Los goces del cielo están conmigo y los tormentos del infierno están conmigo,
Los primeros los injerto y los multiplico en mi ser, los últimos los
traduzco a un nuevo idioma.
Soy el poeta de la mujer no menos que el poeta del hombre,
Y digo que es tan grande ser mujer como ser hombre,
Y digo que nada es mayor que ser la madre de los hombres.
Entono el canto de la exaltación o de la soberbia,
Ya estamos hartos de plegarias y de zalanderías,
Muestro que el tamaño no es más que crecimiento.
¿Has dejado atrás a los otros? ¿Eres el presidente?
Es una bagatela, cada uno de los otros te alcanzará y seguirá adelante.
Soy el que camina con la tierra y creciente noche,
Llamo a la tierra y al mar que abraza la noche.
Abrázame, noche de senos desnudos, abrázame, noche magnética y fecunda,
Noche de los vientos del sur, noche de las estrellas grandes y escasas,
Noche serena que me llama, loca y desnuda noche de estío.
Sonríe, tierra voluptuosa de fresco aliento,
Tierra de los árboles dormidos y húmedos,
Tierra del sol que ya se ha ido, tierra de las montañas de cumbre nebulosa,
Tierra del cristalino fluir de la luna llena, apenas tocada de azul,
Tierra del brillo y de la sombra manchando la corriente del río,
Tierra del gris límpido de las nubes que resplandecen y se aclaran
para que yo no las vea,
Tierra yacente y extendida, rica tierra de azahares
Sonríe, porque llega tu amante.
Pródiga me has dado tu amor, te doy pues mi amor,
Mi apasionado amor indecible.
Walt Whitman, un cosmos, de Manhattan el hijo,
Turbulento, carnal, sensual, comiendo, bebiendo, engendrando,
Ni sentimental, ni sintiéndome superior a otros hombres y mujeres,
ni alejado de ellos,
No menos modesto que inmodesto.
¡Arrancad los cerrojos de las puertas!
¡Arrancad las puertas de los goznes!
El que degrada a otro me degrada,
Y todo lo que se dice o se hace vuelve a mí al fin.
A través de mí surge y surge la voluntad creadora, a través de mí, el
torrente y el índice.
Digo el primordial santo y seña, hago el signo de la democracia,
¡Por Dios! No aceptaré nada que no sea ofrecido a los demás
en iguales condiciones.
Muchas voces largo tiempo calladas brotan de mí,
Voces de las interminables generaciones de prisioneros y de esclavos,
Voces de los enfermos y de los inconsolables, de los ladrones y de los enanos,
Voces de ciclos de preparación y de crecimiento,
De los hilos que unen a las estrellas, y de los vientres, y de la
simiente paterna,
Y del derecho de aquellos a quienes oprimen los otros,
De los deformes, triviales, simples, tontos y despreciados,
De neblina en el aire, de escarabajos arrastrando bolas de estiércol.
Brotan de mí voces prohibidas,
Voces del sexo y del apetito, voces veladas y yo aparto el velo,
Voces indecentes clarificadas y transfiguradas por mí.
Yo me cubro la boca con la mano,
Me conservo tan puro en las entrañas como en la cabeza y en el corazón,
La cópula no es para mí más vergonzosa que la muerte.
Creo en la carne y en los apetitos,
Ver, oír, tocar, son milagros, y cada parte de mí es un milagro.
Divino soy por dentro y por fuera, y santifico todo lo que toco y me toca,
El aroma de estas axilas es más fino que las plegarias,
Esta cabeza es más que las iglesias, las biblias y todos los credos.
Si algo hay que yo venero más que las otras cosas, ese algo es la
extensión de mi cuerpo y cada una de sus partes,
Traslúcida arcilla de mi cuerpo, ¡tú lo serás!
Sombreados bordes y bases, ¡vosotros lo seréis!
Firme reja viril, ¡tú lo serás!
Tú, mi rica sangre, tú líquido lechoso, pálido extracto de mi vida.
Pecho que oprimes otros pechos, ¡tú lo serás!
¡Cerebro serán tus circunvoluciones ocultas!
Raíz lavada del junco oloroso, becada medrosa, nido recatado de los
huevos gemelos, ¡vosotros lo seréis!
Heno mezclado y revuelto de la cabeza, barba, cejas, ¡vosotros lo seréis!
Savia que goteas del arce, fibra del noble trigo, ¡vosotros lo seréis!
Sol generoso, ¡tú lo serás!
Nubes que ilumináis y oscurecéis mi rostro, ¡vosotros lo seréis!
Sudorosos arroyos y rocíos, ¡vosotros lo seréis!
Vientos que me rozáis, frotando contra mí vuestros genitales,
¡vosotros lo seréis!
Amplios campos musculares, ramas de encina, amoroso holgazán de
mi sendero tortuoso ¡vosotros lo seréis!
Manos que he tomado, rostros que he besado, mortal a quien toqué
alguna vez, ¡vosotros lo seréis!
Estoy enamorado de mí, hay tantas cosas en mí que son tan deliciosas,
Cada momento y todo lo que ocurre me llena de alegría,
No sé cómo se doblan mis tobillos, ni la causa del más leve de mis deseos,
Ni de la amistad que suscito, ni de las amistades que me devuelven.
Al subir por las escaleras me detengo a reflexionar si no estoy soñando,
La madreselva en la ventana me satisface más que la metafísica de los libros.
¡Contemplar el amanecer!
La escasa luz que va borrando las sombras inmensas y diáfanas,
El sabor del aire es grato a mi paladar.
Retoños del cambiante mundo ascienden silenciosos en un juego
inocente, fresco sudor,
Oblicuamente errando por todos lados.
Algo invisible está proyectando libidinosos dardos,
Torrentes de brillante zumo inundan el cielo.
La tierra por el cielo invadida, la cotidiana consumación de su boda,
El desafío del oriente sobre mi cabeza,
La burla mordaz: ¡Ya veremos quién es el amo!
Creo que una hoja de hierba no es menos que el camino recorrido por las estrellas,
Y que la hormiga es perfecta, y que también lo son el grano de
arena y el huevo del zorzal,
Y que la rana es una obra maestra, digna de las más altas,
Y que la zarzamora podría adornar los salones del cielo,
Y que la menor articulación de mi mano puede humillar a todas las máquinas,
Y que la vaca paciendo con la cabeza baja supera a todas las estatuas,
Y que un ratón es un milagro capaz de confundir a millones de incrédulos.
Siento que en mi ser se incorporan el gneis, el carbón, el musgo de
largos filamentos, las frutas, los granos, las raíces comestibles,
Y que estoy hecho de cuadrúpedos y de pájaros,
Y que puedo recuperar cuanto he dejado atrás,
Pero que puedo hacerlo volver cuando se me antoje.
En vano la timidez o la prisa,
En vano las rocas incandescentes arrojan sobre mí su antiguo calor,
En vano el mastodonte se oculta detrás del polvo de sus huesos,
En vano los objetos se alejan leguas y leguas y toman muchas formas,
En vano el mar se oculta en las cavernas donde tienen su guarida los monstruos,
En vano el buitre tiene por morada el cielo,
En vano la serpiente se desliza entre las lianas y los troncos,
En vano el alce busca las honduras recónditas de la selva,
En vano el cuervo marino tiende el vuelo hacia el norte,
hacia el Labrador,
Lo sigo velozmente, trepo al nido que está en la grieta del peñasco.
¿Quién es este salvaje amistoso y gárrulo?
¿Espera la civilización, o la ha dejado atrás y la ha dominado?
¿Es un hombre del sudoeste y ha sido criado a la intemperie? ¿Es un canadiense?
¿Viene de las tierras del Mississippi, de Iowa, de Oregon, de California?
¿De la montaña, de las praderas, de los bosques, o un marino del mar?
Dondequiera que vaya, los hombres y las mujeres lo desean y lo aceptan,
Quieren que los quiera, que los toque, que les hable, que se quede con ellos.
Obra sin ley, como los copos de nieve, sus palabras son simples
como la hierba, el pelo despeinado, risas e ingenuidad.
Lento el andar, comunes las facciones, emanando sencillez y modestia,
Brotan de un modo nuevo desde las puntas de los dedos,
Flotan en el aire con el olor de su cuerpo o de su aliento, salen de
la mirada de sus ojos.
Me ha tocado en suerte, lo sé, lo mejor del tiempo y del espacio;
nunca he sido medido y no seré medido jamás.
El viaje que emprendo es eterno (¡que todos me oigan!).
Mis signos son un capote contra la lluvia, fuertes zapatos y un
bastón cortado en el bosque,
En mi silla no sestean los amigos,
No tengo cátedra ni iglesia ni filosofía,
No llevo a ningún hombre a una mesa puesta, a la biblioteca, a la bolsa,
Pero a cada uno de vosotros, hombre o mujer, lo llevo a una cumbre,
Mi brazo izquierdo ciñe tu cintura,
Mi derecha señala los continentes y el gran camino.
Ni yo ni ningún otro puede andar por ti ese camino,
Eres tú quien debe andarlo.
No queda lejos, está a tu alcance,
Quizá estabas en él desde que naciste y no lo has sabido,
Quizá esté en todas partes, en mar y en tierra.
Échate tus prendas al hombro, hijo mío, y yo traeré las mías y apresurémonos;
Ciudades prodigiosas y naciones libres nos saldrán al paso.
Si te cansas, dame las dos cargas y apoya tu mano en mi cadera,
Y a su debido tiempo me devolverás el mismo servicio,
Porque ya emprendida la marcha nunca descansaremos.
Esta mañana, antes del alba, subí a una colina para mirar el cielo poblado,
Y le dije a mi alma: cuando abarquemos esos mundos, y el
conocimiento y el goce que encierran, ¿estaremos al fin hartos y satisfechos?
Y mi alma dijo: No, una vez alcanzados esos mundos proseguiremos el camino.
Tú también me interrogas y yo te escucho,
Contesto que no puedo contestar, tú mismo debes encontrar la respuesta.
Siéntate un momento, hijo mío,
Aquí tienes pan para comer y leche para que bebas,
Pero después de haber dormido y haber cambiado de ropa te beso
con el beso del adiós y te abro la puerta para que salgas.
Demasiado tiempo has perdido en sueños deleznables,
Ahora te quito la venda de los ojos,
Debes acostumbrarte al brillo de la luz y de cada momento de tu vida.
Demasiado tiempo has vadeado, asido a una tabla en la orilla,
Ahora quiero que seas un nadador, que te arrojes al mar, que
reaparezcas, que me hagas una seña, que grites y que agites el
agua con tus cabellos.
Dije que el alma no es más que el cuerpo,
Y dije que el cuerpo no es más que el alma,
Y que nada, ni Dios, es más que uno mismo,
Quien camina una milla sin amor, se dirige a su propio funeral
envuelto en su propia mortaja;
Y yo y tú, sin tener un centavo, podemos comprar lo más precioso de la tierra,
Y la mirada de unos ojos o una arveja en su vaina confunden la
sabiduría de todos los tiempos,
Y no hay oficio ni profesión en los cuales el joven que los sigue no
pueda ser un héroe,
Y no hay cosa tan frágil que no sea el eje de las ruedas del universo,
Y digo a cualquier hombre o mujer: que tu alma esté serena y en
paz ante millones de universos.
Y digo a la Humanidad: No hagas preguntas sobre Dios,
Porque yo que pregunto tantas cosas, no hago preguntas sobre Dios,
(No hay palabras capaces de expresar mi seguridad ante Dios y la muerte.)
Escucho y veo a Dios en cada cosa, pero no lo comprendo en lo más mínimo,
Ni comprendo cómo pueda existir algo más prodigioso que yo mismo.
¿Por qué desearía yo ver a Dios mejor que en este día?
Algo veo de Dios en cada hora de las veinticuatro y en cada uno de sus minutos,
En el rostro de los hombres y de las mujeres veo a Dios, y en mi propio rostro en el espejo;
Encuentro cartas de Dios tiradas por la calle y su firma en cada una,
Y las dejo donde están porque sé que dondequiera que vaya,
Otras llegarán puntualmente


lunes, 4 de mayo de 2015

Me sobra el corazón (Miguel Hernández)


HOY ME SOBRA EL CORAZON
                    Miguel Hernández


Hoy estoy sin saber yo no se cómo
hoy estoy para penas solamente, 
hoy no tengo amistad, 
hoy sólo tengo ansias 
de arrancarme de cuajo el corazón 
y ponerlo debajo de un zapato.   
Hoy reverdece aquella espina seca, 
hoy es día de llantos en mi reino, 
hoy descarga en mi pecho el desaliento 
plomo desalentado. 
No puedo con mi estrella, 
y me busco la muerte por las manos 
mirando con cariño las navajas, 
y recuerdo aquel hacha compañera, 
y pienso en los más altos campanarios 
para un salto mortal serenamente. 
Si no fuera ¿por qué?... no se por qué, 
mi corazón escribiría una postrera carta, 
una carta que llevo ahí metida, 
haría un tintero de mi corazón, 
una fuente de sílabas, de adioses y regalos, 
"y ahí te quedas", al mundo le diría. 
Yo nací en mala luna. 
Tengo la pena de una sola pena 
que vale más que toda la alegría. 
Un amor me ha dejado con los brazos caídos 
y no puedo tenderlos hacia más. 
¿No veis mi boca qué desengañada, 
qué incomformes mis ojos? 
Cuanto más me contemplo más me aflijo: 
cortar este dolor ¿con qué tijeras? 
Ayer, mañana, hoy 
padeciendo por todo 
mi corazón, pecera melancólica, 
penal de ruiseñores moribundos. 
Me sobra el corazón. 

Hoy descorazonarme, 
yo el más descorazonado de los hombres, 
y por el más, también el más amargo. 
No sé por qué, no sé por qué ni cómo 
me perdono la vida cada día. 

 

jueves, 19 de marzo de 2015

La luna (Poema de Jaime Sabines)


 

LA LUNA
 
      La luna se puede tomar a cucharadas
      o como una cápsula cada dos horas.
      Es buena como hipnótico y sedante
      y también alivia
      a los que se han intoxicado de filosofía.
      Un pedazo de luna en el bolsillo
      es mejor amuleto que la pata de conejo:
      sirve para encontrar a quien se ama,
      para ser rico sin que lo sepa nadie
      y para alejar a los médicos y las clínicas.
      Se puede dar de postre a los niños
      cuando no se han dormido,
      y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
      ayudan a bien morir.
      Pon una hoja tierna de la luna
      debajo de tu almohada
      y mirarás lo que quieras ver.
      Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
      para cuando te ahogues,
      y dale la llave de la luna
      a los presos y a los desencantados.
      Para los condenados a muerte
      y para los condenados a vida
      no hay mejor estimulante que la luna
      en dosis precisas y controladas.
 
 
 

 

  

 

sábado, 14 de marzo de 2015

Geni y el Zeppelin (Chico Buarque)


 

Geni y el Zeppelin (Chico Buarque)

 

De los rengos y los tuertos, del bajo fondo del puerto
ella anduvo enamorada.
Su cuerpo es de los errantes, vagabundos y emigrantes,
de los que no tienen nada

Se entregaba desde niña en garajes o cantinas,
tras la pileta, en el monte.
Reina de los prisioneros, las locas, los pordioseros,
los gurises del asilo.

A menudo a su cuidado hay viejitos desahuciados
y viudas sin porvenir,
es buena como son pocas por eso la ciudad toda
repitiendo ha de seguir:

“Tírenle piedra a Geni,
tírenle piedra a Geni
hecha está para aguantar,
hecha está para escupir,
se entrega no importa a quién,
maldita Geni”
Un día surgió brillante entre las nubes,  fluctuante,
un enorme Zeppelín,

se paró en los edificios, abrió unos mil orificios
con mil cañones así.
La ciudad toda espantada se quedó paralizada,
casi se volvió jalea

mas del Zeppelín gigante descendió el comandante
diciendo:  “ Cambié de idea.

Cuando vi en esta ciudad tanto horror e iniquidad
resolví hacerla explotar

mas puedo evitar el drama si es que aquella hermosa dama
de noche se entrega a mí”


“Esa dama era Geni,
mas no puede ser Geni,
hecha está para aguantar,
hecha está para escupir,
se entrega no importa a quién,
maldita Geni”
Sin que se lo propusiera de tan ingenua y sincera
cautivó al forastero

el guerrero tan vistoso, tan temido y poderoso
quedó de ella prisionero


Ocurre que la doncella  - y eso era secreto de ella -
tenía también sus caprichos
y a darse a hombre tan noble, tan oliendo a brillo y cobre,
 prefería amar los bichos


Al oir tal herejía la ciudad en romería
su mano vino a besar:
el prefecto de rodillas, el obispo a hurtadillas,
el banquero y su millar

“Anda con él, ve Geni
anda con él, ve Geni,
la que nos puede salvar,
la que nos va a redimir,
se entrega no importa a quién,
bendita Geni”
Fueron tantos los pedidos, tan sinceros, tan sentidos,
que ella dominó su asco.
esa noche lancinante, entregóse a tal amante
como quién se da al verdugo

Tanta suciedad él hizo, relamiéndose de vicio
hasta quedarse saciado

y no bien amanecía partió en una nube fría
con su Zeppelín plateado

Con un suspiro aliviado ella se acostó de lado
y trató de sonreír
mas luego al rayar el día la ciudad en gritería
ya no la dejó dormir


“Tírenle piedra a Geni,
tírenle piedra a Geni,
hecha está para aguantar,
hecha está para escupir
se entrega no importa a quién,
maldita Geni”