domingo, 20 de julio de 2025

"Bellavista" - (Fragmento de "Piel en la hoguera")

 


BELLAVISTA

Es seguro que a alguno de mis amigos y a todos esos a los que le sobran aventuras y también, por qué no, a los defensores de la ley y el orden, les parecerá una idiotez tardía o la orden de una conciencia intranquila lo que voy a referir aquí.

No es lo uno ni lo otro.

Muchos de los personajes aquí mencionados estaban esperando que alguien validara esas existencias harto despreciables y le pusiera el rótulo de rebeldía para justificar en algo lo absurdo de sus “hazañas” y de sus presuntos encantos.

El odio y el amor van de la mano por estas líneas en las que no hay ganadores, ni perdedores porque todos perdimos hace mucho tiempo, aunque la prominencia senil de nuestros estómagos, uno que otro título profesional o un presente digno estén ahí para refutarlas.

 Es la mediocridad pura con matices de heroísmo. Esto es un canto a nuestra mediocridad. La de todos.

 Bellavista Noroccidental se llama hoy el viejo barrio de mi infancia

 No conozco el metalenguaje cromático de la sociología para responder por qué, los lugares peligrosos de una ciudad o de un país suelen denominarse como “zonas rojas”

Pues bien, Bellavista Noroccidental era “zona roja” de la ciudad por allá por los años sesenta cuando la pujante ciudad capital se poblaba de pujadores de otras tierras y los condenaba a vivir en las periferias.

Mi barrio nunca fue elegante. Era un apéndice acuoso en la próspera y pujante capital colombiana, donde todos pujaban, la mayoría de hambre.

Estos calificativos, desde luego, corresponden al criterio de los no menos prósperos y pujantes moradores de los sectores aristocráticos que se han turnado en regir los destinos de la ciudad y la nación.

Bella Vista, así se llama el barrio. En el nombre acertaron los que así lo bautizaron. Al menos cuando lo fundaron la vista era bella. Ahora no lo es.

Mi barrio nunca fue elegante, pero tenía encanto.

Y el encanto provenía de la gente que lo habitaba.

 Bellavista, el barrio.

El maravilloso barrio tan rebosante de polvo, de huecos en cada calle, de basuras, de recuerdos y de esquinas como casi todos los barrios que me ha tocado ver y entender. (Es que en todas las esquinas de todos los barrios se apilan la basura y los recuerdos)

Y en todas las esquinas, más allá de las cinco de la tarde es común ver a un grupo de jóvenes dejando escapar la juventud (o asiéndola torpemente) en medio de carcajadas y murmuraciones.

 "En todas las barriadas,

en todas las esquinas

se desperdicia la vida

hora tras hora"

(Manual de lumpoenpoesía)

 

 

 

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