EL EXILADO
Las siguientes son
aseveraciones tomadas de la prensa nacional a propósito de nuestro ilustre
invitado.
“Puede
asegurarse que su fama ha cruzado fronteras” (Y es
justamente porque él también las ha cruzado) (Sic)
“Colombia acogió fraternalmente
al ilustre personaje” (Y se teme que se ha amañado demasiado)
No
sabemos bien su historia, aunque la intuimos. Por respeto no le preguntamos. Lo
que sabemos es que está entre nosotros y es nuestro deber americanista y
hospitalario alegrarnos por ello. De algún modo el personaje, nos permite hacer
demostraciones de generosa hermandad y deja que nuestra conciencia, sin sonrojo
alguno, haga fila para recibir la comunión
Nuestro exilado es….en
fin, víctima de un gorilato; cayó entre nosotros (nos escogió a nosotros para
restaurar su dolor de patria) y fue acogido por nosotros como mandan los
preceptos cristianos y las normas del DIH
En su patria era,
bueno, ……su voz era la de un poeta de esos, de esos que por un capricho de
esos, decide el sacrificio de condenarse a morir lejos de su patria antes que
poner almíbar en sus versos (De seguro sus versos son venenosos)
Su voz, bueno…
Hablaba raro…Era pura
mierda, pero hablaba raro, con un acentito de esos en el que los diminutivos se
agigantan para llenar el oído de emociones inciertas. Todos caímos en la red
almibarada de su acento
“Lo curioso es que cada
vez que oímos su voz la notamos menos varonil, pero más potente”
¿Qué habrá querido decir con esto la viuda de
un prócer nativo ahora dedicada a la crítica literaria?
El exilado hizo
acrecentar en nosotros el sentimiento de solidaridad y sin pensarlo mucho le
abrimos la puerta de nuestra patria, la puerta de nuestros hogares……(No solo
las puertas, literalmente se le abrió todo y parecía poco, por tener el
privilegio de alojar a un mártir revolucionario, a una insignia de la justicia
y la concordia en nuestras vidas)
Pasaron quince años.
Empobrecidos, vueltos
mierda, pero con sincera nostalgia salimos a despedirlo al aeropuerto de
regreso a su tierra.
Juró no olvidarnos
Sonreímos, aplaudimos,
lloramos…..
Y a trabajar, trabajar,
trabajar para pagar las deudas que nos dejó su grata compañía.
Y después renegar,
renegar, renegar el enterarnos que….no era poeta y ni siquiera era de donde
dijo ser.
(Fermín Hood – “Ironías” - Palmira,
dic. 2007)
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