EL PERDEDOR
Ese domingo tan
futbolero en todas las patrias suramericanas, “Patada de Oro” el famosísimo
centro delantero colombo-argentino del Deportivo Unión entró al campo de
juego-cosa rara en él- embargado por un excesivo optimismo.
Durante todo el
encuentro desplegó su gambeta prodigiosa además de anotar tres soberbios goles. Todo eso fue motivo más que suficiente para
que los aficionados unionistas, una vez terminado el partido, acompañaran la
salida de su ídolo coreando un emocionado: “Patada, Patada, Patada, ra,ra,ra”.
Esto no extrañó al
balompedista, pues tardes como esa, eran repetidas a lo largo de su exitosa
carrera. Por eso, “Patada” no le hizo mucho caso al acoso de los periodistas y
se internó con rapidez en el camerino, para salir al cabo de cinco minutos,
casi corriendo, enfundado en una elegante gabardina importada de Italia por un
amigo de la selección.
Al volante de su
lujoso automóvil se dirigió con mucho afán a la farmacia “Disdrogas Ltda.”.
Ocurre que la propietaria del establecimiento era nada más ni nada menos que la
mujer que hacía titubear al duro jugador y en la mañana se había mostrado
contrariada porque Patada tuvo la osadía de ignorar el provocador atuendo que ella
lucía por ver el partido que su amigo Jaims jugaba con el Bayern. Era una rubia esplendorosa, de sonrisa de
anuncio, en cuyos brazos provocaba enredarse y la que difícilmente aceptaba un
no como respuesta.
Necesitaba arreglar la situación cuanto antes, además, porque
ese domingo cumplían aniversario de haberse conocido
La rubia no estaba
en la farmacia.
“Patada” compró
una caja de gomas de mascar (de la grande) y a 120 kilómetros por hora se
dirigió a la aristocrática morada de su esquivo trigal.
Entró como Pedro
por su casa –es de anotar que el nombre verdadero de “Patada de oro” era Pedro
Antonio y no Diego Armando como insisten algunos periodistas oportunistas y, a decir verdad, era su casa pues era muy
raro no verlo allí.
Al llegar a la sala principal....¡qué
espectáculo!: una rubia en completa desnudez yacía boca arriba dominada por la
fuerza descomunal de David, el guardapiolas del Independiente Santa Lucía.
“Patada se sintió off side y abandonó el
campo de juego con lágrimas en los ojos. Regreso a la farmacia de su amada
amante y compró vocingleramente un frasco de raticida. Luego fue a su
apartamento como un autómata, se quitó la gabardina, se tiró sobre la cama sin
quitarse los zapatos, destapó un frasco del bebedizo mortal, lo acercó a su
nariz, musitó: “¡salud!” y ….¡la nota!.
Recordó que suicida que se respete
siempre deja una nota. Se acercó a la mesa, tomó papel y lápiz y con mano firme
escribió estas líneas para el recuerdo, aquel formidable triunfador de tardes
inolvidables, aquel ídolo de multitudes:
“Perdí otra vez, cosa extraña con honor, pese al espanto.
Perder contigo...¿es perder o ganar la gloria de lo vacuo,
de lo inútil, de basura justa y dulcemente airosa?
Perder con mujer desdeñosa dulce y dulce socarrona como
tú
es como perder ganando aplausos.
Lo siento por mi corazón feliz pues él....estaba
aturdido,
lleno de esperanza
Por fortuna tu desaire falaz lo alejó del marasmo
de un modo sublime, perdido, bello, profundo, imbécil.
Ahora en mi tórax desolado hay un vacío trepidante.
Falta valor para amar al odio pero no importa, es
curable,
pues lleno de amargas panaceas el valor se torna
saludable.
Mi corazón es mejor muerto de sed que estorbando vivo
de excremento.
Iré tranquilo a buscar el estío sin mi corazón de
piedra caliente
que he guardado en tus manos dormidas
y que lo arrojaste luego a un tumultuoso mar
agridulce.
(Es una gran fortuna para la literatura el suicidio de
“Patada de Oro”. Se imaginan a las editoriales peleándose los derechos para
publicar la obra lírica de un ídolo del Balompié. Ha pasado antes con estrellas
de la canción; del rock and roll, de la actuación en desmedro de los verdaderos
creadores)
Luego se tomó el veneno a cucharadas (una
por cada beso recordado) y falleció cuarenta y siete minutos después envuelto
en un millón de pompas cristalinas salidas de su boca.
Fue enterrado como un héroe. Asistieron
al sepelio una comitiva presidencial, dirigentes deportivos, el alcalde,
delegados de la Fifa, las porristas, las barras bravas, el guardapiolas del
Independiente Santa Lucía, su novia y una hermana gemela de esta..........
Jeims no asistió.
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