martes, 24 de febrero de 2015

Vestido en la vida urbana contemporánea


EL VESTIDO EN LA VIDA URBANA CONTEMPORÁNEA

Lauro Zavala

 

El vestido como metáfora

La vida cotidiana en las grandes ciudades, en su diversidad multifrénica, parece ser lo único permanente de la cultura contemporánea. De hecho, el carácter efímero de la moda actual es lo que parece garantizar, paradójicamente, la única forma de permanencia a la que es posible aspirar en tiempos de escepticismo y relativización de paradigmas.

En estos apuntes para una etnografía de lo cotidiano, propongo considerar la  existencia de tres periodos en el desarrollo de la moda, y me centraré en las  formas culturales propiamente urbanas, en las cuales la significación otorgada  al vestido es más conmutativa y provisional que en otros contextos.

 

TRES MÁSCARAS TRES: UN MODELO DE ANÁLISIS

De acuerdo con las propuestas de análisis de Efrat Tseëlon, Kenneth Gergen, Hal  Foster y muchos otros estudiosos de la cultura cotidiana contemporánea en las  grandes ciudades es posible reconocer tres grandes periodos en la evolución de  las estrategias de apropiación simbólica de la ropa. A estos podríamos  llamarlos, respectivamente, clásico, moderno y contemporáneo.

A cada uno de estos periodos corresponde, respectivamente, la construcción de  identidades románticas, multifrénicas o virtuales, y de cada una de ellas se  derivan, para la construcción de la significación sartoriana, estrategias de  imitación, ilusión o simulación del sentido.

MODA CLÁSICA

La moda surge como fenómeno social en Europa a principios del siglo XIV. Hasta  ese momento, la ropa cumplía una función de distinción social únicamente en  términos de las diferentes calidades de los materiales.

El periodo clásico de la moda comprende los siglos XIV al XVIII, y responde a lo  que sociólogo Georg Simmel ha llamado estrategias de imitación. Las clases  subalternas imitan a las clases superiores, las cuales a su vez, como estrategia  de distinción, crean nuevas modificaciones a la moda. En este sentido, la moda  siempre está en proceso de devenir y en competencia con su propio ritmo.

Algunos elementos provenientes de esta tradición subsisten hasta nuestros días,  no sólo en términos de distinción social, sino también en el empleo metafórico  de algunos términos sartorianos.

Desde esta perspectiva, en términos generales, vestir puede significar cubrir la  realidad, disfrazarla y crear una distancia entre la verdad y su revelación,  mientras el acto de desvestir puede ser entendido precisamente como una forma de  acceder a la verdad, pues ésta se representa como necesariamente desnuda. Este  sistema de metáforas reproduce una metafísica de la profundidad, es decir: la  creencia en verdades profundas que es posible descubrir a través de una búsqueda  específica.

Esta creencia en elementos trascendentales coincide con la distinción entre un  yo genuino y un yo escénico, y que forma parte de la concepción romántica de la  identidad. El yo público es aquí un manipulador estratégico de elementos  simbólicamente pertinentes para el rol que se asume como propio.

En términos saussureanos, se puede señalar que en la preceptiva clásica hay un  lazo directo entre el significante (en este caso, la moda) y su significado  (representación de jerarquías y roles sociales), de tal manera que la ropa  funciona como un mero reflejo de la estructura social.

 

Moda y modernidad

La moda, como fenómeno histórico, está asociada con la modernidad. Ambos  términos tienen raíces etimológicas similares, derivadas del término modus, que  a la vez significa límite y regla, norma y medida.

Durante el periodo comprendido entre fines del siglo XVIII y la primera mitad  del siglo XX, y debido a la expansión de las ciudades y a la revolución   industrial, se hace necesario desarrollar la distinción entre lo público y lo privado, y de este fenómeno se deriva también un desarrollo del arte de la simulación y la ocultación.

Con la multiplicación de los roles sociales, el estatus social de cada sujeto está determinado no por el linaje, sino por la función que cumple en el contexto laboral. Es así como surge la necesidad de diseñar uniformes que serán utilizados en el lugar de trabajo, con el fin de denotar el rango social, pues el vestido cotidiano empieza a indicar elementos tales como el tipo de actividad que se realiza, la hora del día en la que se utiliza, la ocasión específica, el género sexual o, incluso, el humor individual, es decir: elementos que no están directamente ligados al estatus social.

En este contexto surge una aparente democratización de la ropa, por lo que se  hacen necesarios dos mecanismos correctivos para preservar las marcas de clase:

a) el apoyo moral en prácticas aristocráticas (elegancia y buen gusto) y b) el énfasis en la escasez de los materiales (naturales vs sintéticos) y la dificultad de la confección (hecho a mano vs fabricado en serie).

Ya no existe un sentido inherente al empleo de una determinada ropa, así como tampoco hay una verdad trascendente. En su lugar surgen sentidos construidos. La referencia última de la significación de la moda no se apoya ahora en leyes naturales, sino en la ley de intercambio comercial y simbólico: el valor de uso es rebasado por el valor de cambio, y el valor simbólico está determinado por el mayor o menor prestigio de las casas de diseño o las marcas comerciales.

Este es el contexto en el que surge la tiranía de los significantes, es decir: de las marcas, que así cumplen las funciones señaladas por Roland Barthes para los nombres: el poder de esencialización (al designar a un solo referente), el poder de citación (ligado a la evocación de la misma esencia) y el poder de exploración (la posibilidad de asociar distintos nombres).

La identidad, en este contexto, es resultado de una operación camaleónica, al armar un pastiche construido con fragmentos de identidades múltiples. Esta es la multifrenia característica de la vida cotidiana en las ciudades modernas.

También en este contexto surge la fealdad estudiada de las primeras feministas, que ya no se asumen como objetos. Sólo más adelante las mujeres pensarán en reapropiarse de la ropa como campo simbólico en el que está en juego una doble afirmación de identidad sexual y autoestima, y un proyecto utópico de libertad expresión

 

Moda y mundo virtual

En la Ciudad de México se puede observar un cambio evidente. Está documentada gráficamente la uniformidad en la ropa durante los años cuarenta, al dominar los colores blanco y negro como marcas de homogeneidad cultural y estética. Es a partir de fines de la década del sesenta cuando se inicia una explosión de cambios en cadena, hasta llegar al establecimiento de una diversidad aparente de opciones urbanas de los sectores medios, que coincide con la diversidad de las posibles identidades que pueden convivir en un mismo individuo, a lo largo de un mismo día.

 

La estética de la vida cotidiana urbana contemporánea es, para emplear el término de Jean Baudrillard, una estética de la simulación. En este contexto, los signos no tienen un sentido inherente, sino que generan un sentido propio al articular su relación con otros signos. Roland Barthes, en su estudio semiótico sobre la moda, retoma algunos de estos sentidos relacionales, como las parejas de oposiciones suave/severo, elaborado/austero y femenino/masculino.

A la vez que desaparece la función representativa de los signos, se conserva su dimensión estética y lúdica.

Al seleccionar diversas prendas de ropa se articula una experiencia de construcción, reconstrucción y reconocimiento de una identidad personal siempre provisional, sólo aparentemente íntima e individual.

Al poner en juego diversas estrategias de selección y combinación se participa en la construcción de un fantasma: la imagen para los otros.

Si en algunos contextos la ropa crea a la persona y corrobora su identidad, esta misma identidad es siempre provisional, y puede ser reconstruida a cada momento.

Libre de referentes, aquí los objetos de la moda obligan a reexaminar permanentemente los códigos en juego, indiferentes a cualquier orden social tradicional.

Los sujetos cuya identidad es relacional son terminales virtuales de redes múltiples, mientras el concepto de norma no está centrado en el individuo y su responsabilidad, sino en las redes sociales y las coyunturas contingentes de generación de sentido.

Aquí y ahora

Las formas contemporáneas de la moda descritas en el apartado anterior han sido interpretadas de dos maneras diferentes: como una estrategia de democratización (Gilles Lipovetsky) o bien como una ilusión de democratización (Jean Baudrillard).

Cada una de estas posturas se deriva, respectivamente, de lo que Hal Foster llama posmodernidad de reacción y posmodernidad de resistencia. Mientras la primera rechaza la modernidad con el fin de afirmar los valores humanistas, la segunda desconstruye la modernidad y critica los valores humanistas, como la libertad, la belleza y la individualidad.

Cualquiera que sea la interpretación que adoptemos ante estos fenómenos, podemos ya reconocer algunas características de la moda posmoderna:

-- Celebración del simulacro (joyas falsas, moda retro)

-- Intertextualidad fragmentaria (montaje, collage, bricolage)

-- Vaciamiento de sentidos tradicionales (uso de símbolos religiosos como ornamentos; uso de materiales caros en condiciones comunes)

Esta moda, cuya naturaleza es vertiginosamente cambiante, pues depende de cada individuo en cada momento de su vida cotidiana, está con nosotros, en los espacios urbanos desde hace varios años, y parece ser tan permanente como la presencia de los jeans.

La moda posmoderna, donde la simulación constituye una crítica a la tradición semiótica de la representación, y en la que el juego textual es una especie de carnaval de las apariencias, ha terminado por construir al sujeto virtual, cuyo carácter efímero es lo único permanente de nuestra socialidad cotidiana.

 

( Departamento de Educación y comunicación, UAM Xochimilco.)

 

lunes, 23 de febrero de 2015

Poema de Walt Whitman


 

Once I pass'd through a populous city  (Walt Whitman)


  ONCE I pass'd through a populous city imprinting my brain for future
     use with its shows, architecture, customs, traditions,
  Yet now of all that city I remember only a woman I casually met
     there who detain'd me for love of me,
  Day by day and night by night we were together-all else has long
     been forgotten by me,

  I remember I say only that woman who passionately clung to me,
  Again we wander, we love, we separate again,
Again she holds me by the hand, I must not go,
  I see her close beside me with silent lips sad and tremulous.


sábado, 21 de febrero de 2015

Lo cómico en literatura......(Pablo Besarón)


Lo cómico en la literatura por Pablo Besarón

El chiste, el humor, la comedia, lo cómico, la ironía, el sarcasmo, la burla, nociones que suelen confundirse o no quedar en claro sus alcances, son diferentes modos de desestabilizar los sentidos comunes y cotidianos. Suele tratarse de generar un efecto cómico a  partir de la transgresión de alguna regla implícita, o de poner en contraste elementos contradictorios que generan el efecto humorístico.   

            La comedia

 La comedia, entendida como género, desde Aristófanes, Menandro o  Plauto, se corresponde con la definición de Aristóteles en su  Poética: "La comedia es una imitación de hombres de calidad  inferior". Una división de estilos y géneros clásica, establece que  los hechos trágico-sublimes le pasan sólo a personajes de rango social alto, mientras que, los personajes populares y los hechos de la vida cotidiana son representados en forma cómico-burlesca.

La anécdota que se cuenta en las comedias transcurre en el lapso de una inversión de los valores de lo normal donde las apariencias, el  artificio, la lógica de los personajes que se disfrazan o simulan ser otros, domina sobre el orden de lo establecido. Se trata de una  inversión de los valores que rigen normalmente la vida cotidiana que vuelve a su cauce al final de la comedia, donde se produce una  restitución de la norma social dominante. En la comedia se produce  una ilusión de los fundamentos sociales amenazados, sólo para hacer   reír (Pavas, Patrice; Diccionario del Teatro). Si se transgreden las  normas convencionales, esta situación es momentánea y culmina con el  desenlace de la comedia
 
            El humor            

 En la comedia, el chiste se relaciona con una especie de  superioridad moral del espectador ante lo ridículo o ante las aspiraciones falsas del personaje burlado. El humor, en cambio, como   puede ser el caso del Tristan Shandy de Lawrence Stern, las Memorias póstumas de Blas Cubas de Machado de Asis, Seis personajes en busca  de un autor de Luigi Pirandello, o Papeles del reciénvenido de Macedonio Fernández, es, por un lado, una desestabilización del   lenguaje donde entran en juego la parodia, la ironía, la paradoja y  las constantes digresiones que rompen con las expectativas  previsibles del lector. En un sentido más genérico es una crítica al   orden de lo normal-previsible, e, incluso, se juega más con los  contrastes. Luigi Pirandello en su excelente ensayo El humorismo define al humorismo como un "sentimiento de lo contrario" producido    por la reflexión que descompone ideas e imágenes que generan ideas e   imágenes en contraste. En el humorismo no se produce un sentimiento  de superioridad de quien lee ante aquel elemento humorístico. Hay  una tensión en la cual, por ejemplo, al leer que el Quijote se   empeña en ver a unos molinos de viento como si fuesen gigantes, esta   situación, en sí misma, oscila entre lo cómico y lo trágico. El   efecto que produce en el lector la situación humorística oscila   entre la risa y la piedad.

            Lo cómico y la transgresión

 El efecto de lo cómico suele ser la transgresión a una regla  implícita que se presupone (Eco, Umberto; Los marcos de la libertad   cómica). Así, por ejemplo, las tiradas de tortas en una fiesta de  gala en un sketch televisivo son algo cómico porque hay una regla  implícita que presupone que tal situación va contra las reglas de lo  normal previsible de tales eventos sociales. Y, la risa, como  consecuencia de ver o leer algo cómico, si por un lado tiene que ver  con una tensión entre la identificación y un sentimiento de   superioridad ante el personaje burlado, también es una liberación de  tensiones.

            Lo cómico y el cuerpo    

 Otra constante de lo cómico tiene que ver con el hecho de resaltar los aspectos físicos, del cuerpo, de todo el ámbito de lo  "profano-vulgar" en desmedro de la supuesta espiritualidad que suele   darse como una máscara de las personas. Valle Inclán, en Luces de  bohemia hace hablar a un profesor catedrático sobre temas eruditos con la bragueta del pantalón abierta. Mijail Bajtín pensaba a las fiestas populares y a los carnavales de fines de la edad media y del renacimiento como situaciones de irrupción de la cultura popular en  desmedro de la cultura docta, eclesiástica y elevada de la época. La  situación del carnaval como instancia de transgresión de las normas  de lo establecido, donde, un mendigo puede disfrazarse de rey, son   situaciones donde todo lo que suele asociarse con lo "bajo-vulgar",  toman la iniciativa. El espíritu se hace cuerpo. Lo mundano, los  placeres inmediatos del cuerpo, sustituye a lo espiritual.

            Lo cómico y el lenguaje

Como características generales del humorismo y lo cómico en cuanto a   los usos del lenguaje y la retórica, cabe referirse a la parodia,   que consiste en la apropiación de un texto o de una serie de  convenciones literarias muy codificadas que se desestabilizan dentro  de los marcos de ese discurso (Oswald de Andrade que parodia la frase de Shakespeare "To be or not to be" diciendo "Tupí or not  Tupí"); la sátira, que, a diferencia de la parodia, es una crítica    social o moral extratextual; la ironía, que consiste en una  diferencia discursiva entre lo que se dice y lo que se quiere decir   (supongamos, nos encontramos con una hermana que engordó 10 kilos y   le decimos: "¡Qué flaca que estás!"); la hipérbole, que es un figura  retórica que consiste en usar palabras exageradas e inverosímiles  para describir algo (como en el poema "A un hombre de gran nariz" de  Quevedo, donde se dice: "Érase un hombre a una nariz pegado,/ érase  una nariz superlativa"...); el grotesco, que es una exageración, una    deformación y una puesta de contrastes en la descripción de un  personaje o situación resaltando los aspectos del cuerpo en la descripción (el catedrático hablando con la bragueta abierta); etc.

            Conclusión

En líneas generales, la comedia, lo cómico y el humor implican una  desestabilización de los sentidos previsibles. En este sentido, son  instancias comunicativas que presuponen a un lector, a alterar un    cúmulo de presupuestos que maneja el lector. En la comedia, la  transgresión que presupone el argumento se desbarata al final de la   historia para ratificar la norma común. La transgresión, como en la   situación del carnaval, es momentánea: al final de la comedia, así  como al otro día del carnaval, se restituye el régimen de lo    establecido. Son, en cierto modo, falsas transgresiones, o, en todo   caso, la transgresión está pautada, reglamentada y acotada en el  tiempo.

  El humorismo, en cambio, es una desestabilización de los sentidos   que no presupone una transgresión efímera. Es una propuesta crítica.  No presupone una regla a ser restituida porque no se plantea como   algo diferente a una supuesta realidad cotidiana. Como constante en   todo tipo de situación desestabilizadora, se advierte una fuerte   deformación y puesta en evidencia de los contrastes y de los  opuestos en lo que se dice. En todos los casos, se trata de una  deformación de la realidad.

 

            

             

 

 

 

 

            

 

 

 

 

   

 

miércoles, 18 de febrero de 2015

Para acabar con la Mafia ( by Woody Allen)


Para acabar con la Mafia por Woody Allen

Un vistazo al crimen organizado

No es ningún secreto que el crimen organizado se lleva en América más de cuarenta mil millones de dólares al año. Se trata de un beneficio bastante respetable sobre todo si se tiene en cuenta el hecho de que la Mafia dedica muy poco a gastos de oficina. Fuentes bien informadas indican que la Cosa Nostra gastó menos de seis mil dólares el año pasado en papel de correspondencia personal y aún menos en grapas. Además, tienen una sola secretaria que hace todo el trabajo de mecanografía y sólo tres habitaciones pequeñas en la oficina central que comparten con el Estudio de Danza Fred Persky.

El año pasado, el crimen organizado fue responsable directo de más de cien asesinatos, y los mafiosi participaron de forma indirecta en otros cientos más, ya sea prestando dinero para el transporte en vehículos del servicio público o guardándoles los abrigos mientras pegaban tiros. Otras operaciones ilícitas llevadas a cabo por miembros de la Cosa Nostra fueron el juego, el tráfico de drogas, la prostitución, secuestros, usura y, violando fronteras estatales, el transporte de un inmenso pez rojo con fines pornográficos. Los tentáculos de este corrupto imperio alcanzan al mismo gobierno. Hace sólo unos pocos meses, dos jefes de banda con juicios federales pendientes pasaron la noche en la Casa Blanca y el presidente durmió en el sofá. 

Historia del crimen organizado en los Estados Unidos

En 1921, Thomas (El Carnicero) Covello y Ciro (El Sastre) Santucci intentaron organizar diferentes grupos étnicos del hampa y, de esa manera, hacerse los amos de Chicago. Esto fracasó cuando Albert (El Positivista Lógico) Corillo asesinó a Kid Lipsky encerrándolo en un armario y aspirando todo el aire que quedaba en el interior con una pajita. El hermano de Lipsky, Mendy (alias Mendy Lewis, alias Mendy Larsen, alias Mendy Alias) vengó la muerte de Lipsky secuestrando al hermano de Santucci, Gaetano (también conocido como Little Tony o Rabino Henry Sharpstein), y devolviéndolo pocas semanas después en veintisiete potes de mermelada. Esta fue la señal para el inicio de un baño de sangre. Domicik (El Herpetólogo) Mione mató a tiros a Suertudo Lorenzo (el sobrenombre se debe a que la bomba que explotó en el interior de su sombrero no pudo matarlo) a la salida de un bar en Chicago. Como respuesta, Corillo y sus hombres siguieron la pista de Mione hasta Newark y convirtieron su cabeza en un instrumento de viento. En ese momento, la banda de Vítale, dirigida por Giuseppe Vítale (su nombre real, Quincy Baedeker), se puso en acción para hacerse con toda la bebida ilegal de Harlem que administraba el irlandés Larry Doyle (un hampón tan suspicaz que se negaba a permitir que nadie en Nueva York se colocara a sus espaldas y que caminaba por las calles haciendo piruetas y dando vueltas sin parar). Doyle resultó muerto cuando la Compañía de Construcción Squillante decidió levantar sus nuevas oficinas en el puente de su propia nariz. El segundo de Doyle, Little Petey (el Gray Petey) Ross, pasó a ser el primero; resistió la invasión de Vitale y le convenció con engaños de que fuera a un garaje vacío del centro con el pretexto de que allí se iba a celebrar una fiesta. Sin sospechar nada, Vitale entró en el garaje vestido como un ratón gigante y se quedó tieso en el acto por una ráfaga de ametralladora. En señal de lealtad al jefe caído, los hombres de Vitale se pasaron de inmediato a Ross. Lo mismo hizo la novia de Vitale, Bea Moretti, una artista, estrella del éxito musical de Broadway “Dí Kaddish”, que terminó contrayendo matrimonio con Ross, aunque más tarde le presentó una demanda de divorcio acusándole de que en cierta ocasión le había vaporizado el cuerpo con un aceite que apestaba a moho.

Temiendo una intervención federal, Vincent Columbraro, el Rey de la Tostada con Mantequilla, pidió la paz. (Columbraro tenía un control tan rígido sobre todas  las tostadas con mantequilla que entraban y salían de Nueva Jersey que una sola palabra suya podía privar de desayuno a dos terceras partes del estado.) Todos los miembros del hampa fueron convocados a una cena en Perth Amboy donde Columbraro les comunicó que debían cesar todas las guerras intestinas y que a partir de ese momento tenían que vestirse con decencia y dejar de andar escabulléndose por todas partes. Las cartas, que antes se firmaban con una mano negra, en el futuro terminarían «con nuestros mejores deseos», y todo el territorio se dividiría en partes iguales, quedando Nueva Jersey para la madre de Columbraro. De ese modo, nació la Mafia o Cosa Nostra (literalmente, «mi pasta de dientes» o «nuestra pasta de dientes»). Dos días más tarde, Columbraro se metió en una bañera para darse un buen baño y hace cuarenta y seis años que no se le ha vuelto a ver.

Estructura de la Mafia

La Cosa Nostra está estructurada como cualquier gobierno o gran corporación, o grupo de gangsters, pongamos por caso. En la cima está el capo di tutti capi, o jefe de todos los jefes. Las reuniones se realizan en su casa, y tiene la obligación de ofrecer pinchitos y cubitos de hielo. Dejar de hacerlo significaría la muerte instantánea. (La muerte, dicho sea de paso, es una de las peores cosas que pueden ocurrirle a un miembro de la Cosa Nostra y muchos prefieren simplemente pagar una multa.) Por debajo del jefe de todos los jefes están sus oficiales, cada uno de ellos gobierna un sector de la ciudad con su «familia». Las familias de la Mafia no consisten en una mujer y niños que siempre van a lugares como el circo o a hacer picnics. En realidad, se trata de grupos de hombres más bien serios cuya mayor satisfacción en la vida consiste en contemplar cuánto tiempo puede alguien permanecer sumergido en el río East antes de empezar a hacer gárgaras.

La iniciación en la Mafia es algo bastante complicado. Al miembro propuesto se le tapan los ojos y se le conduce a un cuarto oscuro. Se le llenan los bolsillos de pedazos de melón Cranshaw y se le obliga a saltar sobre un solo pie gritando: «¡Viva! ¡Viva!». Luego todos los miembros del consejo de administración, o commissione, le tiran del labio inferior y se lo sueltan de golpe. Algunos hasta desean hacer esto dos veces. A continuación, le ponen granos de avena en la cabeza. Si se queja, queda descalificado. Sin embargo, si dice «muy bien, me gusta la avena en la cabeza», recibe la bienvenida de la hermandad. Esto se hace besándole en la mejilla y estrechándole la mano. A partir de ese momento, no se le permite comer chutney, divertir a sus amigos imitando a una gallina ni matar a nadie llamado Vito.

Conclusiones

El crimen organizado es una plaga en nuestra nación. Si bien muchos norteamericanos resultan engañados y empiezan una carrera en el crimen con la promesa de una vida fácil, la mayoría de los criminales deben trabajar durante largas horas, a menudo en edificios sin aire acondicionado. Identificar a los criminales depende de cada uno de nosotros. Por lo general, se les puede reconocer por los grandes gemelos que suelen llevar y porque no dejan de comer cuando al hombre que está sentado a su lado se le cae un ancla encima.

Los mejores métodos para combatir el crimen organizado son los siguientes:

1. Decir a los criminales que no estás en casa;
2. Llamar a la policía siempre que un número insólito de hombres de la Compañía de Lavado Siciliano empieza a cantar en el vestíbulo de tu casa;
3. Grabaciones. Las grabaciones no pueden ser empleadas de modo indiscriminado, pero su eficacia queda ilustrada en esta transcripción de una conversación entre dos jefes de banda en el área de Nueva York cuyas llamadas telefónicas fueron grabadas por el F.B.I.:

Anthony: ¿Hola? ¿Rico?
Rico: ¿Hola?
Anthony: ¿Rico?
Rico: Hola.
Anthony: ¿Rico?
Rico: No te oigo.
Anthony: ¿Eres tú, Rico? No te oigo.
Rico: ¿Qué?
Anthony: ¿Me oyes?
Rico: ¿Hola?
Anthony: ¿Rico?
Rico: Hay un cruce.
Anthony: ¿Me oyes?
Rico: ¿Hola?
Anthony: ¿Rico?
Rico: ¿Hola?
Anthony: Operadora, hay un cruce.
Operadora: Cuelgue y vuelva a llamar, señor.
Rico: ¿Hola?
 
Gracias a esta prueba, Anthony (El Pescado) Rotunno y Rico Panzini fueron condenados y en este momento descuentan quince años en Sing Sing por posesión ilegal de alcohol de menta.

 

 

 

Las listas de Matterling Woody Allen


 
Las listas de Metterling
 

Por fin, Venal & Sons acaba de publicar el primer volumen tan largamente esperado de las listas de ropa de Metterling (Las listas completas de ropa de Hans Metterling, vol. I: 437 págs., con una introducción de XXXII págs.; índice; $ 18,75), con un comentario erudito del conocido estudioso de Metterling, Gunther Eisenbud. La decisión de publicar esta obra por separado, antes de que se termine la inmensa oeuvre en cuatro volúmenes, es satisfactoria e inteligente ya que este libro contumaz y espumeante dejará de inmediato sin efecto los desagradables rumores según los cuales Venal & Sons, después de haber cosechado sustanciosas ganancias con las novelas, obras de teatro, cuadernos de anotaciones, diarios y cartas de Metterling, sólo procuraba seguir embolsando copiosos beneficios con el mismo material. ¡Cuán errados han estado los propagadores de esos rumores! Por cierto, la mismísima primera lista de ropa de Metterling

LISTA Nº 1

6 pares de calzoncillos
4 camisetas
6 pares de calcetines azules
4 camisas azules
2 camisas blancas
6 pañuelos
Sin almidones

La perfecta y casi sublime introducción a este genio problemático, conocido por sus contemporáneos como el «Raro de Praga». Esta primera lista fue garrapateada mientras Metterling escribía “Confesiones de un queso monstruoso”, obra de sorprendente importancia filosófica en la que probó no sólo que Kant estaba equivocado acerca del universo, sino que tampoco había cobrado nunca un cheque. La repugnancia que sentía Metterling por el almidón es típica de la época, y cuando este paquete de ropa le fue devuelto demasiado rígido, Metterling se puso de mal humor y sufrió un ataque de depresión. Su ama de llaves, Frau Weiser, comunicó a unos amigos que «hace días que Herr Metterling está encerrado en su habitación llorando porque le han almidonado los calzoncillos». Breuer señaló ya en varias ocasiones la relación entre los calzoncillos almidonados y la sensación permanente que tenía Metterling de que hablaban de él hombres con carrillos (Metterling: Psicosis paranoica-depresiva y las primas listas, Zeiss Press). Este tema de la incapacidad para seguir instrucciones aparece en la única obra teatral de Metterling, “Asma”, cuando  Needleman lleva por equivocación al Valhalla la pelota de tenis maldita.

El evidente enigma de la segunda lista

LISTA Nº 2

7 pares de calzoncillos
5 camisetas
7 pares de calcetines negros
6 camisas azules
6 pañuelos
Sin almidón.

radica en los siete pares de calcetines negros, pues hace ya mucho tiempo que es  vox populi que Metterling era sumamente proclive al azul. Sin duda, durante  años, la mera mención de cualquier otro color le ponía hecho una furia y en  cierta ocasión dio un empujón a Rilke y le hizo caer sobre un montón de miel  porque el poeta dijo que prefería las mujeres de ojos castaños. Según Anna Freud  («Los calcetines de Metterling como expresión de la madre fálica», Journal of  Psychoanalysis, nov. 1935), este cambio súbito a ropajes más sombríos está  relacionado con la infelicidad que le produjo el «Incidente de Bayreuth». Allí  fue donde, durante el primer acto de Tristán, no pudo contener un estornudo e  hizo volar el peluquín de uno de los más ricos patrocinadores del teatro. El  público se convulsionó, pero Wagner salió en su defensa con el ahora ya clásico  comentario: «Todo el mundo estornuda». Para colmo, Cosima Wagner estalló en  sollozos y acusó a Metterling de sabotear la obra de su marido.

Ya nadie duda de que Metterling se sentía atraído por Cosima Wagner; sabemos que  una vez la cogió de la mano en Leipzig y cuatro años más tarde, una vez más, en  el valle del Rhur. En Danzig, se refirió tangencialmente a “la tibia de Cosima” durante el transcurso de una tormenta y ella decidió que era mejor no volver a  verlo nunca más. De regreso a su casa en estado de agotamiento, Metterling  escribió “Pensamiento de un pollo” y dedicó el manuscrito original a los Wagner.

Cuando éstos lo utilizaron para calzar la mesa de la cocina, que tenía una pata  más corta, Metterling se enfadó y se cambió a calcetines oscuros. Su ama de  llaves le rogó que conservara su azul tan amado o que, por lo menos, hiciera un  intento con el marrón, pero Metterling la maldijo exclamando: «¡Perra, ¿y por  qué no escoceses, eh?!».

 

En la tercera lista

LISTA Nº 3
6 pañuelos
5 camisetas
8 pares de calcetines
3 sábanas
2 fundas de almohada

se menciona por primera vez la ropa de cama: Metterling sentía pasión por la  ropa de cama, en especial por las fundas que él y su hermana, cuando eran niños,  se ponían sobre la cabeza cuando jugaban a los fantasmas, hasta que un día él se  cayó de bruces en una cantera de piedra. A Metterling le gustaba dormir con ropa  de cama limpia y lo mismo le sucede a sus personajes de ficción. Horst  Wasserman, el herrero impotente de “Filete de arenque”, comete un asesinato por un cambio de sábanas, y Jenny, en El dedo del pastor, está dispuesta a acostarse  con Klinesman (a quien odia por haber frotado a su madre con mantequilla) «si  esto significa dormir entre sábanas suaves». Es una tragedia el que la  lavandería jamás dejara la ropa de cama a satisfacción de Metterling, pero  afirmar, como lo ha hecho Pflatz, que su consternación al respecto no le permitió terminar “¿A dónde vas, cretino?” es absurdo. Metterling se permitía el  lujo de enviar a lavar sus sábanas, pero no sentía dependencia por eso.

Lo que impidió a Metterling terminar el libro de poemas tanto tiempo proyectado,  es un romance abortado que figura en la «Famosa Cuarta Lista»:

 

LISTA Nº 4

7 pares de calzoncillos
6 pañuelos
6 camisetas
7 pares de calcetines negros
Sin almidón

Servicio especial en veinticuatro horas

En 1884, Metterling conoció a Lou Andreas-Salomé y de pronto nos enteramos de  que a partir de entonces exigió que se le lavara la ropa todos los días. En  realidad, los presentó Nietzsche quien dijo a Lou que Metterling podía ser un  genio o un idiota y que intentara averiguarlo. En aquellos tiempos, el servicio  especial en veinticuatro horas se estaba volviendo bastante popular en el Continente, sobre todo entre los intelectuales, y la innovación fue bien  recibida por Metterling. Al menos era rápido, y Metterling adoraba la rapidez.

Siempre se presentaba a las citas temprano -a veces varios días antes-  y entonces  tenían que acomodarlo en el cuarto de huéspedes. A Lou también le encantaba el  envío diario de ropa limpia de la lavandería. Se ponía tan contenta como una  niña; a menudo llevaba a pasear a Metterling por el bosque y allí abría el  último envío del escritor. A ella le encantaban sus camisetas y sus pañuelos, pero más que nada adoraba sus calzoncillos. Escribió a Nietzsche que los  calzoncillos de Metterling eran lo más sublime que había encontrado en su vida,  incluyendo “Así habló Zaratustra”. Nietzsche se portó como un caballero al  respecto, pero siempre sintió celos de los calzoncillos de Metterling y le contó  a sus íntimos que le parecían «hegelianos en extremo». Lou Salomé y Metterling  se separaron después del Gran Desastre de la Melaza de 1886 y, si bien  Metterling perdonó a Lou, ésta siempre dijo de él que «su mente tenía sombras de  frenopático».

La quinta lista

LISTA N° 5
6 camisetas
6 calzoncillos
6 pañuelos

confundió siempre a los estudiosos, principalmente por la total ausencia de calcetines. (Por cierto, Thomas Mann, años más tarde, se interesó tanto por el  problema que escribió toda una obra de teatro sobre el tema: “Las calcetas de  Moisés” que, en un descuido, se le cayó en un albañal.) ¿Por qué este gigante de  la literatura sacó súbitamente los calcetines de su lista semanal? No fue, como afirman algunos estudiosos, una señal de su creciente locura, aun cuando  Metterling por aquel entonces había adoptado ciertas extrañas características  en su conducta. Por ejemplo, creía que lo seguían o que él seguía a otra  persona. Contó a unos amigos íntimos algo acerca de una conspiración  gubernamental para robarle el mentón; y, en cierta ocasión, durante unas  vacaciones en Jena, no pudo decir otra cosa que la palabra «berenjena» durante  cuatro días seguidos. Sin embargo, estos ataques fueron temporales y no explican  la desaparición de los calcetines. Tampoco lo hace su emulación de Kafka quien,  durante un breve período de su vida, dejó de llevar calcetines debido a un  sentimiento de culpa. Pero Eisenbud nos asegura que Metterling siguió llevando calcetines. ¡Simplemente dejó de enviarlos a la tintorería! ¿Y por qué? Porque  en esa época de su vida, consiguió una nueva ama de llaves, Frau Milner, quien  consintió en lavarle los calcetines a mano (gesto que emocionó tanto a  Metterling que legó a esa mujer toda su fortuna, que consistía en un sombrero  negro y un poco de tabaco). Así mismo, ella aparece en el personaje Hilda en su alegoría cómica, “El icor de Mamá Brandt”.

Es obvio que la personalidad de Metterling empezó a fragmentarse en 1894, según podemos deducir en parte de la sexta lista:

LISTA Nº 6
25 pañuelos
1 camiseta
5 calzoncillos
1 calcetín.

Ya no resulta sorprendente que, en aquel período, iniciara un análisis con  Freud. Lo había conocido años antes en Viena cuando los dos acudieron a la  representación de Edipo, ocasión en la que Freud tuvo que ser sacado del teatro  presa de un ataque de sudor frío. Las sesiones fueron tormentosas y, si damos  crédito a las anotaciones de Freud, el comportamiento de Metterling fue hostil.

En cierto momento, amenazó con almidonar la barba de Freud y con frecuencia  decía que éste le recordaba a su tintorero. Poco a poco, las extrañas relaciones de Metterling con su padre salieron a la palestra. (Los estudiantes de nuestro  autor ya se han familiarizado con el padre de Metterling, un pequeño  funcionario que a menudo ridiculizaba a Metterling comparándole con una  salchicha.) Freud escribe acerca de un sueño clave que le describió Metterling:

“Estoy en una cena con unos amigos cuando de pronto entra un hombre con un bol de  sopa en una trailla. Acusa a mi ropa interior de traición y, cuando una dama me  defiende, a ésta se le cae la cabeza. Lo encuentro divertido en el sueño y me  río. Pronto todo el mundo se ríe salvo mi tintorero, que parece serio y se queda  sentado poniéndose gachas en los oídos. Entra mi padre, recoge la frente de la  dama y sale corriendo con ella. Corre hasta la plaza pública gritando: «¡Al fin!  ¡Al fin! ¡Una frente propia! Ahora no tendré que depender de ese idiota de mi  hijo». Esto me deprime en el sueño y siento la urgente necesidad de besar la  ropa del burgomaestre. En este momento, el paciente se pone a llorar y se olvida  del resto del sueño.”

Con los conocimientos adquiridos gracias a este sueño, Freud pudo ayudar a  Metterling, y los dos se hicieron bastante amigos por fuera del psicoanálisis,  aunque Freud jamás permitió que Metterling se pusiera a sus espaldas.

En el volumen II, se anuncia que Eisenbud se hará cargo de las Listas 7-25 que  incluyen los años de la «tintorería particular» de Metterling y el patético  malentendido con los chinos de la esquina.

 

WOODY ALLEN: (Cómo acabar de una vez con la cultura)

jueves, 12 de febrero de 2015

Divagación


DIVAGACION (La conferencia)
 

“¡Claridad!”
“Se precisa claridad…..”  (¡Oh hermosa claridad de luz y conceptual!)
(Llama siempre viva de la inteligencia y la sensibilidad.)

-          Va bien la conferencia me susurra un fulano y yo cierro los ojos para no decir que sí

¡Rendición! ¡Oh, rendición es el clamor!  ¿O será redención?

Bocas girando (Boca que arrastra mi boca) estrangulando voces muy altas, odiseidales y
en la trasescena de mi voz, el destino ciego y desesperado se cuelga de una viga.

“El filósofo va al rompe con el sistema tal como lo conocemos, es decir, desconocido…… (ignoto…..ignaro). De modo que nos apresuramos a denominar como ciencia a todo aquello que reconstruye (¿Regenera?) el aparato”

La docta voz martilla mis sienes…Noto que el fulano asiente con la cabeza.

¿El aparato? Con letras de oro o de sangre debemos seguir las directrices que nos exige el aparato para que el festín no sea aparatoso. La nación se deshace y tanto letrado, (el letrado es el resultado de necesidades propias del régimen productor del aparato) tanto profesional comportándose como amateur (es decir que al mercader de las pulgas le importa lo mismo que su cliente sea un humilde borrego o un físico nuclear)
 
No somos aptos para el aparato

Las escuelas son como las plazas de mercado (v.g. ¿Huelen a feo?)

Perturbar el mercado significa ponerse cicatero con los precios (¿o maquillar la mercancía?)

(¿Y también la resolana o un mal sistema de empaque?)

“Somos lacayos del aparato”

“Mi tiempo está acabando”

(Todo lo está y todo de rodillas. Debe existir una rebelión destructora del aparato porque nosotros somos solo oídos y traseros magullados)

“Espero que les haya quedado algo”

“Muchas gracias por su atención”

Sonaron los aplausos durante diez minutos. Yo también aplaudía  a rabiar y aunque no entendí nada de lo que el gurú dijo en la conferencia, igual me gradué en Administración, igual tengo mi diploma en la oficina, igual tengo un empleo envidiable…..

¿Mi mérito?

Asistir a todas las conferencias de sabios y expertos que si saben cómo va el agua al molino.

El fulano con lágrimas en los ojos me dijo:
-          ¡Grandiosa conferencia!
Y yo le respondí emocionado:
-          ¡Grandiosa!


Cali, diciembre de 2007

Hijos de la tierra


HIJOS DE LA TIERRA

 
No tenían nada,....... ni nada
 
Tenían que hacerlo todo.

Sembrar y hacer brotar la frase amable:
la de cariño, la arrullante;

tenían que regar con esmero
la mirada de indulgencia
y la mirada del amor…

Construyeron palacios de cartón
con techos en lata
pintados de azul y amarillo.

Del caos ruidoso de la gran ciudad
hicieron la más bella melodía
y crecieron a su compás.

El desastroso color de su piel
fue el más fino maquillaje,

Su olor, fue perfume;
sus pedos, bombardinos
sus carros, fórmula uno
sus sonrisas anuncios
su miseria, estandarte…
 
Pero
su muerte
…siguió siendo olvido.