sábado, 14 de noviembre de 2020

 


Caín Díaz

 

Amor fraterno, amor filial, amor, amor.

 

Nada más duradero y a toda prueba que el amor de los hermanos; el amor que proviene del mismo fontal de la sangre.

(“Sangre de mi sangre”,  “Mi sangre”)

 

No siempre las historias salen como queremos.

 

A simple vista lo normal y predecible, es que dos hermanos, por más distantes que se encuentren, por más destinos cruzados, por más vicisitudes que deban enfrentar,  guardan en sus corazones, por lo menos un mínimo de afecto como sello indisoluble y distintivo de su vínculo filial.

Debería ser así

Pero no siempre es así.

 

Jeremías Díaz y Caín Díaz, hermanados por la sangre.

Adicionalmente mellizos.

Y adicionalmente querubínicos.

 

Los primeros veinte años de sus vidas los pasaron juntos y en relativa armonía. Como debe ser. Jereemías de lamento en lamento y Caín, de rencor en envidia habían podido convivir durante veinte años a pesar de los pronósticos aciagos de la abuela, que algo tenía de bruja.

Un par de ojos amoratados, una que otra ceja rota; una canilla fracturada….nada más durante veinte años. Nada que anticipara el enorme distanciamiento que se dio después.

Jeremías y el dinero, una relación obsesiva; una relación enfermiza. No había momento del día en el cual la mente de Jeremías no estuviera ocupada en hallar una forma nueva de conseguir dinero. Y no se quedaba sólo en la mente. No señor. Jeremías era un hombre de acción.

Paula, su eterna enamorada, sentía que cuando hacían el amor, Jeremías hacía una transacción, una inversión y no, nada parecido, una relación de afecto.

Por supuesto, Jeremías era un hombre lleno de fortuna. Rico y guapo.

El más exitoso del barrio, de la ciudad, del país, del continente.

 

Caín y el ocio. Al comienzo fue una relación creadora. Desde siempre Caín soñó con ser un gran artista. Un gran escultor. Y lo estaba logrando hasta que encontró el amor: Paula, la eterna enamorada de su hermano.

Paula decía que cuando hacía el amor con Caín sentía como si se le abrieran las puertas de la eternidad. Y quería más y  más. Y Caín también.

Caín esculpía paraísos sobre el cuerpo desnudo de Paula.

Y eran felices, excepto cuando Jeremías sentía ganas de hacer una consignación.

 

Cuando las transacciones de Jeremías se hacían constantes, a Caín se le iba la inspiración y solo consumiendo “vicio”, sentía recuperar la cercanía con las musas.

Pronto los excesos con la droga cobraron su precio y ya no hubo escultura, ni musas…ni Paula, ni nada

Solo vicio, Caín…..Caín, un solitario hombre de acciones pasivas.

 

Pasaron pocos meses y Caín cayó al infierno.

Paupérrimo, patético, desgraciado, vagabundo, piltrafa, llevado del bulto…. En síntesis eso que llaman las gentes bien….una basura.

Jeremías y Caín, hermanitos días. Jeremías vergüenza. Caín, orgullo y también lo contrario.

Jeremías y Caín, hermanitos Díaz que se odian.

En cada uno sobrevivió la urgencia de negar su parentesco, de no querer saber más uno del otro.

Jeremías y Caín, hermanitos enemigos.

 

Pero……

Murió la abuela que algo tenía de bruja y murieron los padres que algo tenían de fortuna y Jeremías y Caín….son los herederos.

 

Jeremías no necesita dinero pero quiere sacar el mayor provecho de la herencia, porque es astuto, porque es negociante, porque le gusta el dinero y sobre todo porque quiere dejar en la cochina calle a su hermanito.

Caín necesita el dinero porque su vicio es creciente y costoso, porque tiene muchas deudas (Tiene la vida empeñada); porque en momentos de lucidez quiere recuperar su carrera…y sobre todo porque le pertenece, tiene derecho a él.

 

Jeremías está dispuesto a todo con tal de conseguir la mejor tajada, hasta darle un abrazo a su hermano.

Caín prefiere la muerte antes que volver a encontrarse con Jeremías.

 

¿Qué  hacer?

 

Emisarios, parientes lejanos, abogados, Paula,…… como bolas de ping pong iban y venían de la gran mansión al oscuro callejon intentado conciliarlos.

Todo fue inútil.

Jeremías se lamentaba y se la mentaba a todos.

Caín se reía, aunque también de vez en cuando consideraba la posibilidad de ceder.

Emisarios, parientes lejanos, abogados, Paula…

Paula..

Paula, Paula, Paula……¡Paula!

 

El mismo día:

Caín murió por una sobredosis (Paula bendita)

Jeremías murió de un infarto (Paula asustadora)

 

Emisarios, parientes lejanos, abogados corrieron tras el botín y consiguieron las sobras…¿Y Paula?

 

Paula, dulce Paula de mi vida

Te llevaste todo. Todo

Hasta mi dignidad.

Con amor…. Rafael

 

¿Rafael?

Cómplice de Paula, amante de esta y autor material del homicidio de los hermanitos Díaz. Paga una condena de treinta y cuatro años en la cárcel Nacional y cada mañana se arrepiente de haber participado en una trama tan traicionera. A veces repta como una serpiente, pero no le va.

 

Epílogo.

A los hermanitos Díaz nadie les lleva flores.

A Rafael le suspendieron la visita conyugal

Nelson, está maravillado con la sonrisa de Paula

Paula, escribe libretos para la televisión.

 

Santa Marta, enero 2008

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