Caín Díaz
Amor
fraterno, amor filial, amor, amor.
Nada
más duradero y a toda prueba que el amor de los hermanos; el amor que proviene
del mismo fontal de la sangre.
(“Sangre
de mi sangre”, “Mi sangre”)
No
siempre las historias salen como queremos.
A
simple vista lo normal y predecible, es que dos hermanos, por más distantes que
se encuentren, por más destinos cruzados, por más vicisitudes que deban
enfrentar, guardan en sus corazones, por
lo menos un mínimo de afecto como sello indisoluble y distintivo de su vínculo
filial.
Debería
ser así
Pero
no siempre es así.
Jeremías
Díaz y Caín Díaz, hermanados por la sangre.
Adicionalmente
mellizos.
Y
adicionalmente querubínicos.
Los
primeros veinte años de sus vidas los pasaron juntos y en relativa armonía. Como
debe ser. Jereemías de lamento en lamento y Caín, de rencor en envidia habían
podido convivir durante veinte años a pesar de los pronósticos aciagos de la
abuela, que algo tenía de bruja.
Un
par de ojos amoratados, una que otra ceja rota; una canilla fracturada….nada
más durante veinte años. Nada que anticipara el enorme distanciamiento que se
dio después.
Jeremías
y el dinero, una relación obsesiva; una relación enfermiza. No había momento
del día en el cual la mente de Jeremías no estuviera ocupada en hallar una
forma nueva de conseguir dinero. Y no se quedaba sólo en la mente. No señor.
Jeremías era un hombre de acción.
Paula,
su eterna enamorada, sentía que cuando hacían el amor, Jeremías hacía una
transacción, una inversión y no, nada parecido, una relación de afecto.
Por
supuesto, Jeremías era un hombre lleno de fortuna. Rico y guapo.
El
más exitoso del barrio, de la ciudad, del país, del continente.
Caín
y el ocio. Al comienzo fue una relación creadora. Desde siempre Caín soñó con
ser un gran artista. Un gran escultor. Y lo estaba logrando hasta que encontró el
amor: Paula, la eterna enamorada de su hermano.
Paula
decía que cuando hacía el amor con Caín sentía como si se le abrieran las
puertas de la eternidad. Y quería más y
más. Y Caín también.
Caín
esculpía paraísos sobre el cuerpo desnudo de Paula.
Y
eran felices, excepto cuando Jeremías sentía ganas de hacer una consignación.
Cuando
las transacciones de Jeremías se hacían constantes, a Caín se le iba la
inspiración y solo consumiendo “vicio”, sentía recuperar la cercanía con las
musas.
Pronto
los excesos con la droga cobraron su precio y ya no hubo escultura, ni musas…ni
Paula, ni nada
Solo
vicio, Caín…..Caín, un solitario hombre de acciones pasivas.
Pasaron
pocos meses y Caín cayó al infierno.
Paupérrimo,
patético, desgraciado, vagabundo, piltrafa, llevado del bulto…. En síntesis eso
que llaman las gentes bien….una basura.
Jeremías
y Caín, hermanitos días. Jeremías vergüenza. Caín, orgullo y también lo
contrario.
Jeremías
y Caín, hermanitos Díaz que se odian.
En
cada uno sobrevivió la urgencia de negar su parentesco, de no querer saber más
uno del otro.
Jeremías
y Caín, hermanitos enemigos.
Pero……
Murió
la abuela que algo tenía de bruja y murieron los padres que algo tenían de
fortuna y Jeremías y Caín….son los herederos.
Jeremías
no necesita dinero pero quiere sacar el mayor provecho de la herencia, porque
es astuto, porque es negociante, porque le gusta el dinero y sobre todo porque
quiere dejar en la cochina calle a su hermanito.
Caín
necesita el dinero porque su vicio es creciente y costoso, porque tiene muchas
deudas (Tiene la vida empeñada); porque en momentos de lucidez quiere recuperar
su carrera…y sobre todo porque le pertenece, tiene derecho a él.
Jeremías
está dispuesto a todo con tal de conseguir la mejor tajada, hasta darle un
abrazo a su hermano.
Caín
prefiere la muerte antes que volver a encontrarse con Jeremías.
¿Qué hacer?
Emisarios,
parientes lejanos, abogados, Paula,…… como bolas de ping pong iban y venían de
la gran mansión al oscuro callejon intentado conciliarlos.
Todo
fue inútil.
Jeremías
se lamentaba y se la mentaba a todos.
Caín
se reía, aunque también de vez en cuando consideraba la posibilidad de ceder.
Emisarios,
parientes lejanos, abogados, Paula…
Paula..
Paula,
Paula, Paula……¡Paula!
El
mismo día:
Caín
murió por una sobredosis (Paula bendita)
Jeremías
murió de un infarto (Paula asustadora)
Emisarios,
parientes lejanos, abogados corrieron tras el botín y consiguieron las
sobras…¿Y Paula?
Paula, dulce Paula de
mi vida
Te llevaste todo. Todo
Hasta mi dignidad.
Con amor…. Rafael
¿Rafael?
Cómplice
de Paula, amante de esta y autor material del homicidio de los hermanitos Díaz.
Paga una condena de treinta y cuatro años en la cárcel Nacional y cada mañana
se arrepiente de haber participado en una trama tan traicionera. A veces repta
como una serpiente, pero no le va.
Epílogo.
A
los hermanitos Díaz nadie les lleva flores.
A
Rafael le suspendieron la visita conyugal
Nelson,
está maravillado con la sonrisa de Paula
Paula,
escribe libretos para la televisión.
Santa
Marta, enero 2008
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