Levantarse
una mañana y ponerse los pies del otro, del que se nos opone; del que rivaliza con el menor signo de nuestra
existencia y es capaz de hacernos desaparecer si le dejamos.
Andar
sus pasos
Andar
el mundo como lo hace él o ella. Sentir su sudor y su cansancio, oler a él o a
ella, palpitar como él o ella lo hace.
Si
al final es confortable ser como él o ella, entréguesele en cuerpo y alma y no
le vaya a pedir –por nada del mundo- la llave de los grilletes
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