martes, 10 de enero de 2023

"Glotoncito" en "Cuentos en el purgatorio" de Fernando Arias Alvarez

 


GLOTONCITO

 

Lo llamaban Glotoncito porque comía de todo. ¿Qué alarde de creatividad!

Debían llamarlo de otra manera y sin diminutivo porque los que lo conocimos bien de cerca sabíamos que el único apelativo que le iba bien era el de perro inmundo....o marrano.

Claro que Glotoncito era un apelativo muy femenino. Ellas no lo conocían y lo llamaban Glotoncito porque les parecía tierno, porque era gordito y rosadito...como un muñequito tierno, rosado y gordito.

Glotoncito sabía muy bien cómo sacar partido de ser o parecer tierno, rosado y gordito y fue más pronto que tarde que muchas de sus rendidas admiradoras descubrieron que no era tan tierno, después de quedar pálidas y gorditas.

Una de ellas se acercó a mí cierta tarde y me dijo “que Glotoncito era lindo, que le había jurado amor eterno, que le había prometido el bienestar supremo y que por eso no iba a tolerar que unos sinvergüenzas que se decían sus amigos siguiéramos manchando con nuestras infamias la reputación del obeso pajarillo que había decidido hacer nido en sus predios.”

Me pareció extraño que después de tantas y tan variadas evidencias, la joven en cuestión creyera una sola palabra de Marrano. Por lo demás me molestó que fuera a mí a quien dirigiera el reclamo, pues siempre me mantengo al margen de cualquier conversación que tenga que ver con la manera de ser de mi amado prójimo.

No he de negar que escuché muchos y muy diversos comentarios, muchos chismes y muchas aseveraciones, pero juraría de ser necesario, que hasta el momento en que  esa muchacha me increpó, no intervine, no tomé partido para nada.

 Días después me encontré con Fabio O. Alias Marrano y le dije:

-          “Glotoncito, tenemos que hablar”

Por repuesta recibí un escupitajo en la cara y la expresa amenaza de que si volvía a encontrarme en su camino, mi pobre vida, con seguridad habría llegado a su fin. Desde luego esto es un eufemismo. 

Entonces...¿Qué hacer?

Hice lo peor

Con los ahorros que había juntado en cuatro años de duro trabajo, instalé una pequeña venta de perros calientes

Nunca imaginé que tal acción iba a ofender de tal manera a Marrano. Se quejaba de que yo lo había hecho a propósito para humillarlo, para recordarle a cada instante el apodo que circulaba por lo bajo. ¿Yo?

Pero lo peor fue que Marrano no se quedó solo en la palabra sino que pasó a la acción.

Con algo más de una decena de sus admiradoras se tomaron literalmente mi negocio. Consumieron todas las salchichas, los panes, las bebidas...Hasta las cebollas crudas que yo estaba cortando

Pidieron la cuenta y sin esperar a que yo terminara de hacerla, se largaron en medio de sonoras carcajadas  esa era la venganza de Glotoncito y yo la he podido contar....

 ¿Mi venganza?...Nadie sabe...

 No todas las salchichas saben lo mismo.

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