domingo, 21 de abril de 2024

Común y corriente. (Cuentos anómalos de Fernnado Arias Alvarez)

 


Común y corriente

 

Pedrito, un hombrecito común y corriente caminaba……

Pedrito caminaba con la prisa de siempre llevando a cuestas el lastre de varias décadas de rutinario acontecer cotidiano que nunca fue capaz de alterar. La  llamada fuerza de voluntad siempre le fue esquiva así que su vida se epitomizó, ¡bah!, en las tres copas en el bar de siempre después de las seis, tres palmaditas en el trasero de la atractiva mesera que lo atendía siempre; la misma rigurosidad profesional de su oficina cada día; la sonrisa esquiva de la “nueva” secretaria que se hizo vieja a su lado; el olor a gasolina quemada expelida por los “culos” de los autobuses….y nada más. ¡Como siempre, desde siempre!

 

VOZ DEL MAS ALLA: “Pedrito, Pedrito…¿te hace pesado el hastío?

Tranquilo, no te preocupes…pronto llegará el domingo de sudaderas, bicicletas, flores y parque; alguna sonrisa nueva a la entrada de un cine; la visita a un camarada enfermo cumpliendo una de las obras de misericordia heredadas de tu pasado católico, de pronto Mónica te sorprenda  con el desayuno en la cama y te permita leer el periódico con su caudal de malas noticias que no te atreves a comentar con ella, acostumbrada  en las noches al mismo beso de lápida porque  ya no te inspira el mínimo deseo,  a pesar de que su belleza no se ha extinguido del todo, los niños con suerte se acostarán después de rezar…¿Padre mío, ¿por qué nos has abandonado? Y tu Pedrito, dormirás y soñarás como siempre lo has hecho y en la mañana del lunes tratarás de recordar lo que has soñado para anotarlo en tu particular Oniricón y luego, por pocos segundos te dará la pensadera…..la pensadera en lo incierto del futuro y luego de una tierna autoreprimenda, común y corriente, saldrás a la calle, al vacío, a la realidad, a oler el culo de los autobuses, a la misma rigurosidad profesional de la oficina que te aprieta los cojones y te hace doler la espalda, a hacerle guiños a la sonrisa esquiva de la secretaria….en fin…..

 

Pedrito atravesó el parque central sin verlo, caminó diez cuadras a velocidad de marchista olímpico y llegó a su casa, a su hogar.

Abrió la puerta y ¡pucha! El mismo detestable olor a pino de todos los días. Encendió las luces de la sala, sintonizo la tele y se sentó.

Permaneció así durante nueve minutos hasta que decidió que lo mejor era ducharse. Fue a su habitación, se quitó la ropa, se puso una bata de baño, sus pantuflas envejecidas y fue hacia el cuarto de baño. Estaba cerrado por dentro, llamó pero nadie le respondió….así que regresó a la habitación y de la mesa de noche extrajo un manojo de llaves; al pasar por la sala apagó la televisión y encendió la grabadora y la estancia se llenó con un hermoso “o sole mio…o sole mio esta fronte a ti….” Pedrito sonrió sintiendo es su alma una identidad carusiana…sonrisa que le acompaño hasta el baño….abrió la puerta y……

 

El cuerpo del ahorcado se balanceaba aún, el olor a muerte se posesionó de la estancia…maravillaba notar la elegancia con que el hombre se dispuso para ahorcarse. Sus ropas aún tenían la etiqueta con el precio…y una coqueta gota de sangre resbalaba por la comisura de sus labios, La soga que le apretaba el cuello estaba atada a la regadera y el espejo del gabinete abierto reflejaba de frente su cara. Podría asegurarse que cualquier experto forense anotaría en su informe: “el occiso fue testigo de su propia agonía"

Pedrito cerró la puerta: “Es una alucinación”, dijo para sí. Contó hasta diez y volvió a abrir la puerta….No era una alucinación. El cuerpo del hombre permanecía allí, en la misma forma, salvo que la gota de sangre había desaparecido

¡Ay, mente incontrolable la de Pedrito!

Mil pensamientos en cinco segundos. Pedrito quería un grito “O sole mio” Fue inútil. Pedrito estuvo inmóvil durante tres minutos y cuarenta y dos segundos al final de los cuales cerró nuevamente la puerta y abrió los ojos. Otra tanda de pensamientos funestos se instaló en su acalorada cabecita de empleado público.

En un instante de escasa lucidez creyó conveniente informar del hecho a la policía. Marcó el número…

-          ¡Aló! Familia Ortega, a la orden

-          ¡Disculpe

Marcó nuevamente

-          Buenas noches, Residencias “El caballero galante” a la orden

-          ¡Maldita sea! Quiero hablar con la policía

-          !Lo lamento! Está equivocado

Rinnnnggggggg!

-          ¡Aquí, el sargento Emiliano Vélez…!..¿en qué puedo ayudarle?

-          Hay un hombre en mi cuarto de baño. Por favor, venga pronto

-          Lo siento señor….no nos ocupamos de esa clase de problemas..

-          ¡El hombre está muerto!

-          No se mueva. Inmediatamente enviamos una patrulla

Colgó el teléfono y se sentó en la sala como si nada ocurriera.

 

VOZ DEL MAS ALLA: Pedrito, Pedrito, Pedrito….¿qué te pasa? En el baño hay un tipo ahorcado y has comprobado que no es un hijo de tu imaginación…tanto que ya avisaste a la policía y aún no tienes ninguna explicación para dar. Lo mejor, querido Pedrito es que te sirvas un buen trago e intentes relajarte. Con toda seguridad este asunto se va a aclarar y podrás continuar con tu plácida y tranquila existencia…..Toma otro, y otro.

Suena el timbre de la puerta

-          ¡Vaya qué veloz es el policía Vélez!

Pero no era Vélez, Pedrito no aciertas una….Era Mónica, su aún exuberante a esposa

-          ¿Qué ocurre, Pedro? ¿Por qué tienes esa cara?

-          Tómate un trago conmigo. ¿Vodka? Siéntate, ya te lo sirvo…Bueno amor, brindemos !Espera, falta algo en mi vaso…!.

Al decir esto va  a la mesa de noche y regresa con un  frasco negro con una etiqueta amarilla de precaución. Abre el frasco y vierte en su vaso diez gotas del contenido del frasco

-          ¡Suficiente! ¡Ahora si… brindemos!

Levantó el vaso y clavó la mirada en Mónica a través del recipiente que contenía el redentor pasaje al viaje que solucionaría de una vez por todas los problemas, el cansancio a esa vida anodina

Se quedó inmóvil, absorto…No más.

No sentía nada.

No percibía nada

Mónica bebió su trago y se sorprendió del hecho de que Pedrito continuaba con el vaso a la altura de sus ojos. Pedro pareció regresar de su irrealidad y apretó el vaso sin dejar de mirarla. El frágil recipiente cedió a la fuerza aplicada por la mano de Pedro y se quebró regándose por el piso. La sangre de la mano herida del hombre manaba profusamente mientras una mueca siniestra se asomaba el rostro siempre detestable de Pedro

-          ¿Qué está pasando Pedro? preguntó Mónica visiblemente afectada por el comportamiento de su esposo

-          Hay un muerto en el baño, respondió Pedro con una voz que parecía provenir de otra parte

-          ¿Quién es?

-          ¡Yo! , dijo Pedro limpiando su sangre con el forro del sofá  ¡Yo no sé!

-          ¿Has llamado a la policía?

-          Lo hice

-           

VOZ: ¡Pedrito! ¡Lávate las manos, limpia la alfombra y prepárate otro trago, esta vez puro! Cierra los ojos y trata de olvidar. Pronto llegará Vélez y su patrulla…….Y si vas a pensar en algo hazlo en tu  oficina oliendo a pino, en ese montón de papeles importantes aplastando tu escritorio; en las ciento doce llamadas telefónicas que recibes cada día; en el café caliente que te servirán a eso de las diez; en las tres copas de licor que vas a beber en el bar después de las seis…..Si vas a pensar en algo, piensa en eso y si tu pensamiento te hace caer en la tentación….piensa en la boca de Mónica…aún linda y jugosa…sus labios siempre abiertos para ti….¿Qué te impulsa a pensar en hombres colgados en el baño?....

Deja eso. Tal vez es una visión proveniente de tu Oniricon…..Son tus sueños pero al mismo tiempo no los tienes propios…No te pertenecen porque tal vez son los sueños de todos los hombres….Al fin y al cabo, mañana puedes salir a la calle otra vez…puedes percibir el olor a gasolina quemada……

 

-          ¿Dónde están los niños?

-          En la excursión del colegio…¿No te había dicho?

-          Si

-          ¿ Por qué no vamos a echar un vistazo?

-          No. Ve tú….si quieres. Yo tomaré otra copa

Mónica va al baño, abre cuidadosamente la puerta y un prolongado ay se produce en su estómago.

-          ¡Eres tú! ¡Eres tú, Pedro!

-          Lo se

-          ¿Por qué? ¿Por qué? Pedrito….¿por qué?

Pedro no responde. Burlón la mira a los ojos y sonríe. Mónica no resiste el fuego de esa mirada y abandona la casa dando un portazo que se escucha dos manzanas a la redonda, eso si no sin antes amenazar:

-           “Esto lo tiene que saber la policía”

Pedrito emite unas envilecidas carcajadas que convierten el ambiente en algo grotesco y siniestro a la vez. Pedrito no se calla, patea la pantalla de la televisión, tira por el piso cortinas, porcelanas, cuadros, arroja contra las pared mesas y sillas, quiebra ventanales, rompe el teléfono, rasga la alfombra…rasga sus vestiduras…rasga su alma….

Su loco frenesí no perdona nada…

Al cabo de nueve minutos, cuando todo está deshecho, Pedrito entra al cuarto de baño y cierra con llave.

 

VOZ: Ahora eres Pedro, el instintivo. Pedro sin represiones….el loco Pedro

¿Qué has hecho? No te das cuenta. Ya no habrá mañana, ese triste mañana de todos los días…Quedan cancelados los sueños de tu Oniricón. No habrá promesa en la sonrisa esquiva de tu nueva secretaria. Nunca más tentaras el talle de  la mesera ni olerás el fétido culo de los buses urbanos. ¡Bravo, pedro! ¡Pedro, bravo!

-          ¡Pedro! !Pedro!

El llamado era de  Mónica

-          Pedro, mi amor…¿Qué haces? Ratoncito, ven aquí……Siga oficial

Mónica conduce al oficial por las revolcadas habitaciones buscando a Pedro

-          No está por aquí. Debe estar en el baño. ¡Pedro, Pedrito, amore mio, - grita Mónica golpeando la puerta-  Está aquí, lo se…pero no abre

-          Tenemos que derribar la puerta – dice el policía que en honor a la sabiduría se llamaba Salomón

Y la  derriban

Allí esta Pedro, abrazado a las piernas del ahorcado. Inmóvil, con la mirada fija en el espejo del gabinete y un arroyo de sangre naciendo en su pecho. Macabro

Pedro y Pedrito, al fin juntos.

Unidos sus cuerpecitos por el lazo de la muerte, juntos, tomados del brazo como camino al altar. Uno sintiendo sus piernas atenazadas, abrazado por la soga

Salomón dice:

-          Bajemos a estos hombres

Pero al acercarse, unas horrendas carcajadas, siempre en aumento hacen inaudible un ruido de cañón

Mónica se acerca, toca a Pedro, lo acaricia, lo abraza y se aferra a él

-          ¡Vámonos señora!

-          Déjenme aquí. Quiero quedarme aquí. – y rie, y su risa se acompasa con las otras risas y Salomón y sus sabuesos solo atinan a huir despavoridos

Al llegar a la estación Salomón y sus hombres se presentan ante el Sargento Vélez

-          Permiso mi sargento, para comunicarle el resultado de nuestro operativo

El sargento hace un ademán de aburrimiento

-          -Prosiga

-          Mi sargento…el asunto es que…bueno, simplemente que….en este momento una pareja se está muriendo cagada de la risa

-           

VOZ - ¡Pedrito! Otra vez te saliste con la tuya

 

 

FIN

 

 

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