INFORME DE PAULA GOMEZ
Monólogo
Por Néstor Sabatini
PAULA
GOMEZ: Levanto la copa y brindo. (Pausa.) Hoy es domingo. Son las diez de la
noche.
Estoy
sola en casa y como ustedes ven...estoy gozando de esta hermosísima cena.
Para
quien no me conoce, me llamo Paula Gómez. Tengo cuarenta y dos años - pronto
cumpliré los cuarenta y tres -; argentina, separada, dos hijos: Sonia, de nueve
y Pablo de once. ¿Vieron...?: se ilumina mi cara cuando los nombro.
Vivo
en la calle San José al trescientos, en un tercer piso, de Capital Federal. Mis
padres fallecieron hace ya un tiempo. Pero los tengo siempre conmigo. (Alza la
copa hacia delante) Salud...Sonia, Pablo, hijitos míos. Salud...amigos. Salud,
familiares queridos. (Pausa.) Siempre fue mi antojo encargar una cena en los
"Dos Chinos". Como decía una tía a la que quise mucho - Adela -:
"Paula, en la vida...todo llega. Sólo es cuestión de esperar." A la
pobre se le declaró un cáncer fulminante. (Pausa.) Mis padres no me enseñaron
muchas cosas. Pero sí una, que nunca olvidé: decía mi padre - y mi madre estaba
de acuerdo -: "Paula...hija...Hay una sola lucha...todo lo demás no es
importante: pelear por la dignidad. (Breve pausa.) Salud...Patria. (Pausa.)
Para quien no haya estado y no me conoce, me llamo Paula Gómez; argentina,
separada, dos hijos. Empleada. (Pausa.) Mi ex -marido - Roberto -, nunca me
pasó plata. Perdón, quiero ser justa: salvo el primer año. Y confieso, uy, con
mucha pelea. Los chicos eran muy pequeños.
Luego,
como buen argentino, se borró. No, no; aunque me lo aconsejaron mil veces, no
quise hacerle juicio por manutención. No me pregunten por qué. (Rápida.) No, no pregúntenme. (Pausa.) Porque yo lo
eché. !Mmmm!...Este jamón glaceado está
de rechupete. Delicioso. (Pausa.) Yo siempre trabajé; hasta con los chicos
recién nacidos, trabajé. Luego de mi separación - lógicamente - tuve que
apechugar. Changas...por allí, por allá...hasta limpié casas y retretes
públicos. Por fin pude entrar fija en la empresa por intermedio de una agencia,
hace siete años. Apenas tengo el secundario, pero mi querido amigo Beto,
Betito, me aconsejó que aprendiese computación. Bueno, ustedes saben, ahora es
última moda. Hasta para comprar un alfajor en el kiosko, hace falta saber. La
cuestión,
que
me abrió las puertas para entrar en la empresa. (Sonríe.) No vayan a creer que
soy una experta en la materia, no.
Apenas...conocimientos básicos.
Betito...Ahhh...¿Por
qué no me casé en su momento con él? Roberto le ganó de mano. ¿Vieron? ¿Por qué
será que uno nunca se casa con quién más desearía? (Pausa.) Levanto mi copa y
brindo. Por ustedes. Por todos nosotros. Salud. (Pausa.) Creo en la vida. ¿Por
qué no? No soy de las que se sienten víctimas por las maldades de este mundo y
se rasgan las vestiduras. No me siento más apaleada y humillada que cualquiera
de ustedes. Pero no se trata de llorar, como a ellos les gustaría. Levanto mi
copa y brindo. Por la vida. Por todo lo bueno que nos espera. ¿Por qué no?
Siempre hay algo bueno en alguna
parte que nos está
esperando.(Pausa.)
Como muchas mujeres de este país...(por qué decimos "este"?) me cuido
de no engordar.!Uy! No quiero engordar, por favor. Pero hoy es mi gran día.
¿Ven? (Señala.) Me estoy dando el gran atracón. Todavía me falta el segundo
plato. Y luego el postre, los dulces...mmmm...los chocolates. No tengo apuro.
Quiero
saborear bocado por bocado. Y beber. Levanto mi copa y brindo. Como dicen los
políticos...:"Por las mujeres y hombres de mi patria". También
dicen...¿Cómo es...? Ayúdenme..."Juro cumplir con mi deber...Si así no lo
hiciere...que Dios y
la
Patria me demanden". ¿Vieron...? ¿Qué bueno es Dios, no?...(Pausa.)
Brindo...por todos los seres comunes del mundo. (En otro tono.) Anoche tuve un
sueño. Si me prometen no reírse se los digo. ¿Sí? Bueno...soñé que teníamos un
presidente, que como había nacido pobre, nos tenía en cuenta. Y ahí estaba él,
con su cara de hombrecito flacucho que pasó hambre, sentado en el sillón de
Rivadavia ayudándonos a todos...Y nosotros todos chochos...(Explica.) porque
necesitábamos estar contentos...Y porque por fin íbamos a tener un presidente
de familia humilde que se acordara de nosotros. Lo conté en la oficina.
(Pausa.)
Todavía se están riendo. Después no faltó quien dijo que el Che Guevara era de
familia pituca y que no necesitó de la pobreza para ser buena persona. Estos
pancitos negros están super exquisitos..frescos y livianos. Levanto mi copa y
brindo. Por mis compañeros de oficina. Por todos ellos, que mañana lunes - como
yo - estarán en la calle con una indemnización en cuotas. (Sonriente.) ¿Qué
tal? (Pausa. En otro tono.) Para los que no estuvieron antes, me llamo Paula
Gómez, argentina, separada, con dos hijos y...despedida. Son diez y
cuarto...estoy sola en casa...y es domingo. Sonia y Pablo se quedaron a dormir
en casa de compañeros. (Confidente; pícara) Yo, lo arreglé. (Pausa.) Tampoco
quise a ver a Esteban...
Mi
buen nombre; al buen compañero y.... Ya salíamos cuando estaba con Roberto y
había roto con Beto, que como les conté, siguió siendo mi mejor amigo. Luego,
Esteban se casó. Yo lo apoyé. El tonto no quería.(Pausa) !Salud! Fidelidad no es lo mismo que lealtad.
¿No es cierto? (Pausa.) Quiero aclarar, por lo que dije antes y digo
ahora...que yo no soy, ni nunca fui: peronista, radical, conservadora,
comunista, socialista, anarquista, ni de ningún partido. Soy una mujer
independiente, capaz de pensar por sí misma; aunque como la mayoría me haya
equivocado muchísimas veces cuando tuve que votar. Nunca sabemos. Una opta por
lo más razonable. Lo que le parece que...(En otro tono.) Siempre nos
traicionan.
No
soy una excepción. Soy una argentina del montón. Y para que vean que de
revolucionaria y esclarecida no tengo un pito: en el Setenta y Seis desee con
toda mi alma que viniera alguien y parara tanto lío y despelote.
Claro...si
hubiera sabido. Era joven y estaba muy asustada. Sí. Me dí cuenta después. Como
la mayoría de ustedes: yo había apoyado el golpe militar. También siendo más
grandecita, quise que de una vez por todas se acabara la porquería esa de
inflación que nos estaba matando. ¿Cuándo fue? Uy, me hago un barullo.
Como
todo siempre se repite. ¿De cuál hablo? Sí...fines del Ochenta. Y aquí estamos.
(Pausa.) Soy mujer. Y me siento muy orgullosa. Orgullosa de - ¿vieron qué
lindo...? - y qué triste también, ¿no?, de las madres y de las abuelas que van
todos los jueves a Plaza de Mayo; y de todas las madres que se bancaron con
tantos huevos el sufrimiento de perder a sus hijos, en esa basura de guerra de
las Malvinas culpa del borracho loco ese. Orgullosa, de las mujeres que dejan a
sus hijos con quien pueden y van a trabajar a las fábricas por un sueldo de
limosna, como yo sé. De las mujeres - cuando leo el diario - que se la bancan
golpeadas y violadas. De las pobres muchachas mano de obra barata. Y orgullosa
también, de todos nuestros hombres; que cuando tienen trabajo, trabajan hasta
deslomarse. No tengo problemas en decirlo: casi nunca voy a los actos que se
hacen siempre por la justicia, aunque mi corazón acompañe. Y me justifico: que
los chicos, que el trabajo, que la casa, que...y qué joder, no soy una heroína.
Apenas
una simple mujer que quiere ser dichosa con sus pequeñas cosas. Me gusta ver
televisión; y sobre todo cuando puedo, las novelas. (Se ilumina.) Ir de
compras. (Trans.) ¿Qué hará la pobrecita Laura en "Señorita de Servicio
Adentro"?...Ustedes, ¿qué piensan?...¿Se animará ella sola, a tener el
hijo del Patrón? (En otro tono.) Me gusta de vez en cuando jugar un numerito a
la quiniela, o, ufff, hay tantos juegos ahora, que una no sabe a qué jugar.
Ustedes..., ¿a qué les gusta?
Me
fascina comer afuera, aunque sea un pancho. ¡Me encantan las revistas de moda!
Ir a las plazas. ¡Uyy!...!Mar de Ajó...! ¡Mar de Ajó!...La playa. Hace más de
tres años que no puedo tomarme vacaciones. Ni tiempo para un Papanicolau. El alquiler,
las expensas, luz, gas y teléfono, me llevan casi todo lo que gano.
Claro...hay
tanta gente que no tiene todo eso. (Prosigue.) Los comestibles, mi ropa y la de
los chicos, la compro - ¡gracias a Dios! –con la tarjeta de crédito. Con la
tarjeta que - ¡oh, milagro! – un glorioso día vinieron a ofrecernos a la
oficina, sin la condición de tener que poseer una propiedad de garantía.
¿Cómo
voy a hacer el mes que viene con su renovación? Cuando no pueda demostrar un
trabajo con relación de dependencia? Pero, ¿saben lo que yo digo?: Dios
proveerá. Mmmm...Esta pavita...miren...está fantástica. Jugosísima. Se nota que
le han puesto mucho limón y vino blanco. Alzo la copa y brindo. Desde el
casamiento de Mabel que no tomaba champagne. (Ríe.) No vayan a creer que mi
amiga Mabel tiró la casa por la ventana. No, pobre...Además el champagne, vale
igual que cualquier vino más o menos. Es una cuestión de costumbre. Todos
deberíamos comer con champagne. Lo merecemos. (Confidente.)
En
el supermercado de acá a la vuelta...hay uno de dos pesos; aprovechen antes de
que se lo lleven. Alzo la copa y brindo. Por la felicidad de los que no se
resignan a su suerte y pelean
más.
(Ríe.) Los millonarios hacen lo mismo. (Pausa.) Quisiera tener más hijos.
Sí;
a mi edad, no me miren así. No puedo convencer a Esteban. Tiene miedo. Trato de
insistirle con que debemos poblar la tierra. Nuestros hijos son los luchadores
del futuro. (Pícara.) Sobre todo ahora, que se los puede tener con cualquier
método. Basta encargarlos por teléfono con tarjeta. (Pausa.) Llegó la hora del
postre: empiezo por este exquisito Lemon Pai, mi debilidad. Levanto la copa y
brindo. Salud, Vida. Mañana por la mañana, el correo privado llegará a mi casa.
(En otro tono.) Apenas se corrió el rumor, hasta los delegados se
abrieron...Silvia, Marcela, Julio...¿Puede ser? Como si no nos conociéramos. De
los lugares que íbamos los mediodías a comer un sandwich, desaparecimos
todos...Comenzamos a traer vianda. Nos mirábamos desconfiados; espiábamos y,
desgraciadamente...no faltaron los alcahuetes de siempre haciendo mérito. Hasta
en el baño...cuidábamos de no toparnos. (Ríe.) Más de un mes sin levantar la
cabeza del escritorio. Cada uno salía por su lado. Jugábamos al: “ a mí no me
va a tocar”. ¿Vieron? Siempre creemos que a nosotros no nos va tocar. Qué
manía, ¿no? (En otro tono.) ¿Dónde fueron a parar nuestras discusiones y buenas
intenciones de cambiar el mundo? (Tomando.) Los bombones de licor son mis
preferidos. De chica se los robaba a mamá. Pero no quiero que piensen que soy
una madre egoísta. Los Marrón Glacé, se los voy a dejar a los chicos. (Ríe.) No
me gustan. Para los que no estuvieron me llamo Paula Gómez, separada, dos
hijos, y desde mañana (Ríe.): vaya a saber...(Pausa.) Estoy requetemetida
con Esteban; desocupado hace siete
meses. (Trans.) ¡Pero hay buenas noticias de último momento!: acaba de
conseguir una changa de sereno en una playa de estacionamiento. ¿Sueldo?
Doscientos cincuenta pesos, de once a siete de la mañana. Pago en negro. Tiene
cuarenta años y hace muy poco que se separó. Tres hijos. El más chico tiene
unos ojos...no saben...y es tan...!ay! Vive con un hermano. No se puede pagar
un alquiler. Insiste con que nos vayamos del país.
“¡Sí,
Esteban! ¿Dónde?”, le digo yo, entusiasmada. Pero, después..”.¿A qué, Esteban?
La esperanza no tiene nacionalidad. También está aquí.” “!UN CARAJO ESTÁ!” Lo
dice; pero yo no lo creo. Levanto mi copa y brindo. Por todas las buenas
personas de mi bendito país. Uy, ¿vieron?, no me salió decir “éste”.
(Continuando.)...y de la tierra. Yo sé que un día, para todos nosotros, habrá justicia.
De la buena. El jueves recién – por fin – pudimos hacer un frente de lucha
común. Algunos, proponen tomar la empresa hasta que los muy malditos depongan
la medida; y que no hay que negociar. Otros, quieren negociar una salida. Otros
– la mayoría – no creen que los muy puercos se animen a dejar en la calle a
tanta gente. Yo soy una de ellas. (Peq.Pausa.) El viernes, a última hora, la
notificación, llegó. Firmamos en disconformidad, claro. (Confidente.) Como nos
dijo el abogado. (En otro tono.) Estamos en asamblea permanente. Hoy tuvimos
reuniones desde las ocho. Les cuento como sigue. Ahora...me voy a dormir. Tengo
que levantarme muy temprano...Estoy un poco...un poco mareada...(Vacila.)
¿Vieron?...si no tomé mucho. Mañana me
levantaré
y desayunaré como una reina inglesa.
Y
sonará el timbre. Y le diré al cartero que suba. Y con mucha altura, atenderé
la puerta. Y si no quiere, bajaré. Y sin que me tiemble el pulso...como una
cosa normal...abriré el telegrama y le firmaré al hombre...Pobre, ¿él qué culpa
tiene? Levanto la copa y brindo...Por el brillante futuro que me...nos espera.
Para los que no estuvieron...Me llamo Paula Gómez. Argentina y...muy llena de
esperanza. Salud, queridos amigos...y disculpen...Buenas noches a todos.
(Sonriente
mantiene la copa en alto mientras la luz desciende muy lentamente
sobre
su firme figura.)
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