sábado, 6 de octubre de 2018

Las manos de la muchacha aquella - Fermín Hood - (Amor entre abrojos)



LAS MANOS DE LA MUCHACHA AQUELLA

Las manos de la muchacha aquella
sonrieron sobre mi cintura,
danzaron gozosas sobre mi piel
y se deshicieron en mi hoguera.

Sus manos, muchacha aquella,
son alas de mariposa núbil
que van bordando sobre mi cuerpo
los huellas de un domingo
henchido de amor y deseo.

Sus manos, muchacha aquella,
perfumes de presente, agonías
de dedos derritiéndose en mi carne.

Sus manos, muchacha aquella
dan forma al barro, que luego
con un soplo de amor, beso,
me aviva desde las entrañas.

Sus manos, muchacha, alegría
que posibilita la palabra
que a veces se nos escapa
entre un pajar de nubes
construido con despertares.

Sus manos, refugio de mil
y una soledades, recipiente
de lágrimas, suyas y mías,
cáliz que no se aparta de mi boca.

Sus manos, muchacha, tristeza,
galardón que obtengo
cada vez que mi boca
encuentra en su boca un latido.

Sus manos, son mi guía
conducen mis besos
dentro de sus besos

Sus manos, muchacha aquella
son mi Colada y mi Tizona
con las que enfrento
los embates del tiempo.

(De “Amor entre abrojos)

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