MAS ALLA
Primero la estancia se
llenó de llanto. Luego de maledicencias.
No faltaron los chistes
escatológicos, los abrazos hipócritas y las risas mal disimuladas.
El desfile de rostros
compungidos; de rostros de circunstancias……y la mayoría de los rostros
ocultando la satisfacción de expresar ese par de palabras lapidarias: “Al fin”
Luego, alternativas de
silencio alternando con la voz de un santo varón clamando súplicas de
resignación y abriendo las puertas al cielo.
Otra vez, llantos
menudos.
Y oscuridad, mucha
oscuridad.
A mí me interesaba al
principio; luego decidí que lo mejor era dejar las cosas como estaban.
Al fin y al cabo era mi
funeral.
¡Toda la alegría me
pertenecía!
Santa Marta,
febrero de 2008
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