lunes, 3 de mayo de 2021

Amor de tres besos

 


AMOR DE TRES BESOS

“J´irar cracher sus vos tumbes”

Boris Vian

Introducción

Había jurado, por más razones que por simple prudencia, que en asuntos de amores,  y sobre todo de amores ajenos a mi realidad inmediata, no intervendría, no diría nada. Pero los juramentos de los hombres son frágiles y por ello reversibles. Así lo han demostrado los casos de muchos juradores y prometedores por quienes profeso verdadera veneración, los cuales en un principio, cuando el prestigio los tenía olvidados, juraban y se comprometían con causas justas fueran humanas o divinas, pero que luego la fama súbita y merecida los hizo olvidarse de sus loables pregones.

Pero de eso no se trata….

Ahora me toca desmontar la estructura de mi juramento. Debo advertir que el asunto que pretendo narrar ha afectado en alto grado mi sensibilidad, ha conmocionado y ha hecho estremecer cada fibra de mi cuerpo y cada segundo de mi alma de tal suerte que la única manera de aliviar un poco la carga es compartiendo mis impresiones con estas queridas hojas de papel.

Soy un pésimo orador (las palabras salen a tono con el pensamiento, pero se estrellan contra los dientes, naufragan en la saliva, se amontonan, dando como resultado un discurso incoherente, lleno de muletillas y de sufrimiento) y aún soy peor como artista plástico, así que el único recurso del cual dispongo es el de poner por escrito mis quimeras.

¡Cómo quisiera ser un gran literato, un eximio narrador, un profundo conocedor de las sutilezas del lenguaje, para no desperdiciar la intrínseca belleza de esta historia!

Hago acopio de todos los conocimientos aprendidos durante el bachillerato básico colombiano presumiendo un resultado al menos decoroso.

La historia que voy a relatar es una historia de amor y como todas las historias de amor –no todas son triviales- obedece a un ritmo interno, a unas etapas precisas y por lo tanto verificables (A decir verdad nunca me ha interesado teorizar sobre el amor ni sobre nada, ni he leído ensayos teóricos de ninguna índole acerca del amor salvo una lejana y descuidada lectura de unos textos de Stendhal y una divertida reflexión en grupo sobre el “Mapa de la ternura “ de Mme. Scudery. Por otra parte las novias que he tenido me han dejado antes de finalizar la primera etapa) al interior de un proceso amplio.

Dada esta premisa, me he permitido omitir alguna etapas por considerarlas irrelevantes: Etapa gestatoria pre-núbil,  etapa pubertiana,  etapa identificatoria o del interés común, para tratar de forma exclusiva las etapas argumentales o de conflicto (los especialistas las llaman etapas de contacto.)

Por último, notarán el uso excesivo de palabras soeces, pero comprenderán que resultaría ridículo, ineficaz y acentuaría la pobreza estilística del texto el uso de eufemismos tales como: hijo de progenitora de la vida alegre; el hoyito de las delicias; la sima de las montañas gluteosas; las montañas coronadas por arroyuelos lácteos, etc., etc…

 

I

 

Ella, la criada, mujer menuda y bien formada  sonreía mientras esperaba bebé. El, chofer de buseta y borracho de todos los instantes insistía para que le abriera la puerta. Primero con sus sonrisas, luego con voces altas y por último con gritos y patadas a la puerta. La puerta permanecía cerrada. Ella, detrás de la misma se limitaba a sonreir mientras esperaba bebé.

Desesperado empezó a darle manotazos a la dura superficie de la puerta hasta hacerse daño, hasta herir oídos propios y ajenos, hasta atraer la atención de la autoridad, que a una manzana de distancia requisaba a una muchacha que se vendía…..

Ella le dijo –y fue lo único que dijo -:

-          No hagas ruido. No ves que estoy esperando bebé.

Improperios, gritos, maldiciones, blasfemias fueron la respuesta a palabras tan sobrecargadas de ternura. Sucedió que la atención atraída de los uniformados que requisaban a muchacha que se vende…se hizo presencia.

Quedó paralizado. Se le hizo un nudo en la garganta que se fue apretando, se fue apretando hasta que no resistiendo más….murió asfixiado.

Allí quedó…..Le llora una pobre buseta abandonada en un taller donde los mecánicos inescrupulosos le extraen a pocos sus partes….; lo extrañan miles de pasajeros que a diario subían al automotor para vibrar con la pericia de sus cabriolas ebrias; lo echarán de menos los conductores de automóvil pues ya no podrán esquivar sus amorosas embestidas ni diletar el musical canto de sus injurias y resentimientos; lo echarán de menos los policías del tránsito quienes ya no recibirán sus generosas dádivas en monedas para llenar sus alcancías y lo  más triste…¡cómo sentirán su ausencia las céntricas avenidas, las callejuelas rotas de los barrios populares y los lodazales por donde transitaba feliz y tan rápido como un pensamiento.

II

 

En otros tiempos las cosas eran diferentes. La criada era criadita y él,  loco enamorado manejaba un taxi. Bebía poquito y filosofaba en demasía.. La política era su pasión. La política era todo para él y él era todo para ella –la criada-. El no lo sabía. La política tampoco. No había cabida para ella – la criada- en su corazón. No había cabida para él en ningún puesto administrativo del estado a los que diariamente aspiraba. Todo un desencuentro.

El amor y la política son incompatibles. Se puede acabar con la política y gran parte de la humanidad se sentiría aliviada…pero ¿si se acaba el amor?

En este caso el amor volvió a triunfar…….., él, terminó por enfilar sus planteamientos hacia la conquista de aquel corazón silvestre y esquivo que saboreaba las mieles de la venganza.

Todas las noches frente a su ventana – de ella- quedaba grabado el eco de sus  “conceptos” matizados con una débil capa de ternura.

Ella no entendía, por lo tanto se hacía la desentendida.

Estaba frenético. Un amigo le recomendó a Neruda.

Veinte poemas se estrellaron contra los cristales de la ventana sin que ella diera el menor indicio de estar conmovida. Cuando ya iba a terminar la “Canción desesperada”, sabiéndose perdedor,  con la idea de acabar con su vida como única salida a los males del corazón, ella encendió la luz.

Luz, luz de esperanza que lo llenó de alegría. Se alejó de allí, feliz a preparar nuevas estrategias.

Justo al otro día – lo que hace el azar, feliz aliado de amores y desamores- se encontraron los dos cara a cara en la plaza de mercado. Ella buscaba habichuelas; él buscaba una dirección.

Bastó una sola mirada para deshacer sus mutuas aprehensiones. El, la tomó por la cintura levantándola hasta juntar sus bocas. La besó, la besó como besaría el ogro a la pequeña Blanca Nieves, la besó hasta que la inconciencia del beso hizo que sus brazos –que querían ser partícipes de aquel instante maravilloso- la soltaran. Ella cayó desvalida y en trance. Su cabeza golpeó con fuerza el pavimento salpicando con su sangre el pantalón blanco de un joven de gafas oscuras y algo más de una decena de naranjas exhibidas en el piso.

Con la premura, la desesperación que caracteriza ese único instante en que somos testigos de la tragedia; él, echó a correr hasta encontrar el taxi, abrirlo, sentarse frente al timón, encenderlo y desaparecer con rumbo desconocido.

III

Pasaron unos meses –los suficientes para que las heridas cicatricen- y él, fue a buscarla. No la encontró. Estaba ahora sí, de verdad enamorado de ella y algo muy dentro le decía que ella también estaba enamorada de él. Como último y único recurso, como última carta a jugar, le envió un papelito con unos versos escritos con tinta sangre extraída de sus venas. Ella le devolvió un pequeño botiquín y una cartilla de primeros auxilios.

“Es algo”- se dijo mientras preparaba una nueva incursión contra la fortaleza que le separaba del ser amado.

Cartas perfumadas, chocolates finos, pequeños dijes de arcilla fueron abriendo lenta pero seguramente las puerta que se había cerrado.

IV

Ella, al verlo, cerró los ojos y pudo reconstruir cada momento de aquel día infortunado. Pasó instintivamente su mano por su cabeza y pudo palpar y hasta sentir los dedos llenos de sangre, incluso sintió el sudor de la sutura hecha por una experta de la Cruz Roja

Abrió los ojos, sin que mediara palabra,  ella le lanzó un escupitajo que fue a dar pleno en el ojo derecho de él.

Se pasó la mano por el ojo ofendido, recogió  con la yema de los dedos la saliva agresora, la llevó a su boca  la tragó con deleite, mientras guiñaba el ojo izquierdo.

Ante tan asombrosa manifestación de  humildad y arrepentimiento, ella lo perdonó y le dio una cita.

Llegó la hora señalada. El, de corbata y masticando un chicle de sabor a menta y con todo un frasco de loción sobre la piel, la esperaba recostado contra la puerta del taxi. Ella, al verlo así tan hermoso, desabotonó un poco su blusa, apretó las nalgas y corriendo fue a caer entre sus bellos brazos llenos de vello. Luego, después de un prolongado beso, entraron al taxi y se perdieron a la distancia con rumbo .....predecible.

V

Vendió el taxi y compró una buseta. Con el dinero que le sobró compró una, muchas cajas de aguardiente Cristal y se entregó por completo a la bebida. Se dio a la bebida con ahínco, con tesón. La causa de este nuevo comportamiento se quedó oculta entre las brumas de su entendimiento alcoholizado.

Ebrio, después de días, se la encontró. No se sabe de qué argucias se valió para que ella accediera a dar un paseo. Debajo de un puente la besó. En un beso largo la venganza y luego la revancha. Desprendiendo la boca de su boca, mirándola a los ojos y viéndola así tan rendida, tan entregada, la cogió por el cuello con sus manazas de gladiador y la arrojó contra un montón de basura. Rebotó como si no tuviera huesos. Así, tirada, se lo quedó mirando sin comprender lo que ocurría.

Su mirada recibió como respuesta un puntapié en la boca que le destrozó los labios y le partió varios dientes. Botando sangre por boca y nariz, pero sonriendo en forma desafiante se quitó toda la ropa, abrió las piernas y con una mano señalando su sexo le gritó: ¿Es por esto? ¿Es por qué no puedes hacerlo…? ¡Ven, ven, tómame machote de vidriera.! Ven hazme sentir el hombre que debe estar dentro de ti o es que .....¿no hay tal hombre?

El se alejó como un niño al que le acaban de arrebatar su juguete. Ya lejos se le ocurrió que lo único digno que le quedaba por hacer era quitarse la vida. Decidió hacerlo metiendo la cabeza en un avispero.

Pero antes de hacerlo quería ir a buscarla y hacerla partícipe y culpable de su fatal decisión. Esperando la noche adecuada, pasaron los meses hasta que agobiado por la pena y la cobardía se dirigió con pasos inciertos a buscar la ventana….su ventana.

VI

Recogieron el cadáver. La calle quedó en silencio. La calle quedó vacía. Ella permaneció asomada a la ventana….sonriendo mientras esperaba bebé.    

Dic, 13 del 88

 

 

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