miércoles, 23 de abril de 2025

"Recaída" - ("Textos anómalos" de Fernando Arias Alvarez)

 

                                   

RECAIDA

(Al loco Luis, in memorian)

Esto que estoy contando ocurrió hace ya varios años. Luego del reconocimiento público de “yo tengo un problema”,  a que nos someten para poder ayudarnos y en vista de lo inicuo e ineficaz del escarnio, decidí yo mismo hallar el modo de salir del atolladero y sin asesoría de esos especialistas en algo que siempre fracasan,  e  inicié un proceso de desintoxicación.

Alguien muy querido y cercano me había advertido acerca de los riesgos y recuerdo que puntualizó en ciertas dificultades que podían presentarse en la parte final del proceso. Yo no le puse mucha atención a eso porque quería demostrarme lo capaz que soy para salir del barro.

La motivación de este proceso no era otra sino la idea de comenzar una nueva vida alejado de los vicios, de convertirme en un ser útil a la sociedad, de hallar sentido en una vida regocijante para mí y mis allegados, de una vida de cándidas celebraciones, de cumpleaños en familia, de sutileza en amores, de finanzas pobres pero honradas, de errores fácilmente perdonados, de aciertos dignos de encomio, de música sana, de libros edificantes, tal vez altas posiciones en el estado logradas con mero esfuerzo y mérito propio….de eternas satisfacciones y tristezas pasajeras.

En fin, la vida soñada por los dueños de la verdad.

La vida del santo que soñó mi madre para mí…….pero algo pasó.

Recuerdo muy bien el día en el que inicié el tratamiento y en la premisa, que producto de un estado desesperado, elegí como caballito de batalla: “O me acabo de joder o te olvido”

Y es que la realidad se estaba manifestando con claridad. El veneno me estaba haciendo dependiente en grado superlativo y me la quería jugar todo en una sola carta. Morir siendo su esclavo o independizarme y rehacer mis fronteras.

Me propuse como duración del tratamiento la totalidad de un mes y cumplirlo a cabalidad como para demostrarme que aún mi voluntad tenía algo de credibilidad. Y que la voluntad era la mía y no la de los socorridos  terapeutas que ven en el enfermo por el vicio  un lucrativo blanco, indefenso, abúlico.

El mes comenzaría a ser contado luego una experiencia previa de tres días en los que tenía que perder el control y abusar y excederme en el consumo del veneno en todas sus formas y presentaciones.

Fumé, olí, bebí, pinché mis brazos…no comía nada

Luego de tres días de excesos, la consigna era reposo y encierro absoluto durante un mes. Y cumplí.

El mes tenía treinta y un días y el día treinta y uno me sentí bien. Me sentí curado  hábil para salir a dar un paseo por esa Bogotá que a fuerza de andar siempre en vuelo….ya había olvidado. Me afeité, me bañé y hasta me puse perfume y salí a respirar de nuevo los aires de la ciudad que me puteo, pero con la firme intención de verla con ojos nuevos, con los ojos del turista desprevenido.

Pero tremendo fue mi desconcierto al empezar a notar como todos los transeúntes parecían alucinados, todo movían la cabeza en un ritmo frenético que parecía fueran a desprenderse de sus troncos….cuellos elásticos, ahilándose y agigantándose cada respiración; todos los ojos nadaban en salsa de tomate (y conociendo un poco la historia del país podría aventurarme un “todos los ojos nadaban en sangre”); todos, hombres, mujeres, niños babeaban como perros enfermos y la baba caía sobre el asfalto como una lluvia corta y espumosa, como la meada de un caballo. Hasta los automóviles en las calles hacían cabriolas y hacían sonar sus bocinas hasta extremos infernales.

Grité y grité tanto como para desgarrarme el alma; desesperé, corrí, corrí como un poseso…lloré y terminé parado en un edificio alto con puerta de cristal. Me vi de cuerpo entero en ese espejo sugerente y como la niña Lidell…decidí atravesarlo.

El cristal cedió luego de varios intentos, creo que me senté en un rincón y es posible que haya llorado un poco más…

Perdí el sentido.

Ocho días dicen que estuve internado en aquel hospital y la chequera de mi padre logró que no me formularan cargos por vandalismo o daño en propiedad ajena….!Qué se yo!

Fue mucha la gente que  apareció por allí en plan de visita, en plan de curiosidad o para descargar la conciencia con una obrita de misericordia: “visitar al enfermito” Casi todos me felicitaron por el tremendo esfuerzo que hiciste. No se si por un acuerdo con los médicos o porque no les interesaba….nadie, a ninguno se le ocurrió preguntarme los pormenores de la experiencia.

Nadie quería saber qué  pasó durante ese horrible mes. ¿Sabían?

Y yo, recuperada mi inteligencia concluí que  lo hacían por mera precaución terapéutica. No querían reabrir la herida.

Varios días ni pensé en ello.

Pero yo necesitaba hablar. Contarle al mundo de mis logros como autoterapista……; hablarle a la juventud colombiana que aún hay esperanza, hablarles claro y contundente para que un testimonio de tan primera mano pudiera persuadir a los curiosos de no entrar en ese mundo tan dañino. Me sentía orgulloso de haberlo logrado y sentía a mis cercanos  tan orgullosos de mí…pero no  dejaban que hablara de eso….Y yo quería.

Y lo hice

Empecé a frecuentar las cafeterías de mi barrio donde iban algunos conocidos, los parques, los sitios sanos y a la primera oportunidad que me daban hablaba sin parar de la experiencia que me procuraba la única satisfacción en esta realidad tan agobiada y doliente.

En pocas semanas todo el barrio conocía, tergiversadas,  todas mis realidades durante ese mes. La saña con la que desvirtuaron mi mensaje solo es comparable con la que hace muchos años justificaron la crucifixión de un soñador.

Nada de lo que les conté mantuvo fidelidad a los hechos. No tardaron en descalificar mi recuperación y afirmaron que yo me jactaba entre otras cosas de “haberle robado un beso en plena boca a la mismísima Virgen María, la madre del Redentor”; de haber tenido una fructífera conversación con un eximio poeta  de nombre Baudelaire quien me había dicho…”Oh, señor, dame el valor y el coraje de contemplar mi cuerpo y mi alma sin asco; de entablar una acalorada discusión con un doctor de la iglesia a quien le endilgué todo responsabilidad por el dolor en esta tierra de Dios….Y eso no es todo…..Dicen que yo dije que durante tres noches seguidas tuve un amor platónico en mi cama…mientras afuera, otro amor, Greta Garbo se derretía de los celos; de una noche en la que me convertí en bola de fuego y tuve que dormir casi ahogándome en un platón lleno de agua; de una tarde en la que juré, que mi cuerpo se desprendía de mi cabeza (no al contrario más lógico hasta para el embuste) y salía por la ventana sin decir adiós; de la compasión que sentí al ver el cuerpo de Judas Isacariote ahorcado en la lámpara de mi nochero y otro montón de falsedades y exageraciones que el tiempo y la fragilidad de la memoria han borrado. Eso quedó de mi testimonio, no lo que yo quería. Me volví popular por lo que no quería…Muy popular.

Con el más completo descaro se burlaban de mí, me gritaban loco y hasta los chiquilines empezaron a arrojarme piedras y salir corriendo en cuanto me veían.

Volví a quedarme solo. Por prevención tuve que encerrarme como en los viejos tiempo en los que mis únicos amigos eran los libros que mamá no escondía en la casa.

Me sentía aislado, humillado, desterrado

¿Qué hice mal?

Querer asimilarme a una sociedad que lucha por causas nobles pero que no puede con su horrorosa hipocresía. La hipocresía de los corderos.

Es por eso que estoy escribiendo estás líneas completamente ebrio y alucinado por los nuevos venenos y secando cada minuto una gota de sangre que cae sobre la mesa y que proviene de una vena de mi brazo que aún tiene sangre.

Manizales, noviembre 1981





martes, 22 de abril de 2025

"June again" de Fernando Arias Alvarez

 


June again

 

 Postrero día  de otro  junio.

¡Horror! ¡Horror de los horrores!

No a la edad,

no a la caída del pelo,

no a los dientes flojos,

no a la impotencia.

Nada de eso.

¡Horror! 

Me estoy normalizando.

 

Cada día me parezco más a esos espejitos de senilidad que tanto aborrezco.

Cada día me veo más encasillado en obtener de la vida los beneficios propios de los que han trabajado toda una vida.

¿Dónde ha quedado la rebeldía?

¿Dónde la respuesta cargada de ironía?

¿Dónde el sentimiento libertario expresado en vehementes palabras inventadas?

 

 Por ningún motivo renunciaré al inefable  placer de ser un bicho raro,

de creer aún en el amor y en el diálogo,

de enamorarme día de por medio,

de hacer lo que me viene en gana cuando me da la gana.

 

¡Aún estoy vigente!

No he perdido el sendero ni traicionado nada.

 

Sigo soñando,

sigo con sueños intactos,

sigo inventando futuros,

sigo arreglando pasados para no olvidar

 y lo mejor de todo:

sigo caminando por las calles con las manos en los bolsillos

fumando un cigarrillo eterno,

pateando piedritas y tapas de cerveza

con los ojos puestos en una cadera llena de gracia

o en una mirada pícara,

con un poema entre pecho y espalda

pugnando por salir.

 

Primer día de julio:

¡El renacer de un hombre nuevo!

 

domingo, 20 de abril de 2025

"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. - José Saramago

 


"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir.

A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer.

Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo.

Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama.

Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable.

Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado.

Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera.

Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea.

Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba.

Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?".

Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo.

Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.

Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza".

Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños.

Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: «El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir». No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada.

Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver".

JOSÉ SARAMAGO 🇵🇹 (1922 - 2010)

viernes, 18 de abril de 2025

"Sueños" - (Fragmento de "Piel en la hoguera" de Fernando Arias Alvarez)

           
Sueños

¡Oh, sueño..!

En la inconciencia te adueñas de mí y me haces feliz.

En la tristeza me das consuelo...severamente.

 En la noche, en los sueños matamos algo nuestro

¿Qué será lo que muere?

Es claro: la factibilidad de realizar el sueño

 Desde que era un mozalbete la gente, familia  y amigos, me percibieron como un soñador.

Iluso, mentecato eran calificativos frecuentes para definirme.

Y no me molestaba, por el contrario, el estigma de soñador me confería un halo de “bicho raro” y si algo es característico de mi personalidad es el hecho de poner distancias con lo que parece ser común denominador.

Realmente tuve problemas como soñador cuando la guerra fría  nos dividió entre materialistas e idealistas…No tuve militancia… no podía tener militancia porque no había manera teórica o práctica de conciliar las contradicciones que acaecían en mi interior:  Mientras por un lado me alineaba al lado de los que luchaban contra la injusticia social….. por otra parte, bueno, si……

Siempre tuve el sueño de volar ¿Soñador? ¿Volador?

 Aprendí a volar desde muy chico. Recuerdo que a mis cómplices (más que amigos, siempre tuve cómplices) les decía que aprendía a volar por correspondencia…(Método de Hemphill School)…..algunos me creían…seguros de que hablaba de ser piloto comercial o émulo de Ritchofen, tontería de niño…pero no era eso.

 Mira, es que el sueño de volar y en general todos los sueños, no son más que una forma de darle importancia a  la incapacidad que tenemos de ser otro.

 Soñar, ser un soñador me permite exhibir una sonrisa como de triunfo. Si, es una sonrisa efímera, pero no saben el placer que esa sonrisa proporciona. Pasearse uno por ahí, por la gran ciudad…con una sonrisa de placer….¡Ah!

 Los no soñadores, es decir los que no se consideran estúpidos, cuando nos ven sonriendo en plenitud por un  momento, aunque sea por un momento, llegan hasta dudar de su pragmatismo.

¿Qué se ha hecho ese que parece tan dichoso?

La respuesta es simple….¡Nada……¡ Solo soñar!

 Bueno, la primera vez que volé tuve miedo. El mismo miedo de todas las primeras veces.

Ascendí despacio, con precaución, procurando no desperdiciar la magia de cada instante.

Cuando me sentí seguro, di el primer aleteo decisivo.

¿Hacia dónde iba a dirigir mi encanto?

 Por lo pronto volé derecho al campanario de la iglesia e hice repicar con vehemencia las campanas, para que el pueblo entero se diera cuenta que un majadero había hecho su sueño realidad.

¡Ah, la envidia, esa vieja aliada de los que han fracasado!

 ¡Ah! Iba del lastre de las limitaciones al esplendor del vuelo.

Bastaba ir abriendo y cerrando los ojos……y  las lontananzas se hacían posibles…

 Luego de darle empujones a mi autoestima (término muy empleado por neopsicólogos y paranalistas  que representa un incremento del 60% en la consulta)…..me dio la gana de volar sobre lagos y montañas….Ah, la audacia que nunca nos abandona…

Volé y volé y alas me faltaron…

Anduve por los caminos aguamarina y sobre el arco iris…Visité la tierra de los gnomos y entendí porque Oscar Mathzerath se negó a crecer…..

 No se preocupen de lo que hacían a escondidas.

No soy voyeurista y  nunca padecí el síndrome de Peter Pan.

 

 

 




"Diccionario de un orate. 1" - por Fernando Arias Alvarez

 


 

DICCIONARIO DEL ORATE

Aire – Hilo conductor entre su voz y mi oído y al revés. Lo que nos hace coincidentes en el mundo. Brisa, soplo, refresco. Suave caricia que se  abandona sobre sus hombros y revuelve su cabello. Cómplice de los amantes que se envían besos en lejanía. Cómplice de las serenatas y las flores llenas de certeza. Artífice de las frases a medio decir o mal interpretadas. Niño tonto que cierra las puertas, las ventanas y a veces los corazones. También levanta faldas.

Billetera - Pequeñas tiras de cuero de res cortadas a mano cuya utilidad es recordarnos cada vez que la sacamos que tan poderoso es el postor a que nos hemos vendido

Cebolla – Nos hace llorar, pero solo los ojos. Es deliciosa en ensaladas (La hay larga y la hay cabezona) y si no fuera por ellas comer no sería igual. Es el nombre que recibe una clase de papel delgado y transparente sobre el que transcurren con comodidad las frases de amor.

Condena – Estar perdido. Toda la vida alimentando una idea tonta o cargando el peso de una culpa propia o ajena. Hoy víctima, ayer victimario. Ayer dios, hoy paria.

Corbata – Arma peligrosa. Dicen que abre todas las puertas pero es fatal cuando se cierra alrededor del cuello. Puesto oficial (Donde no hacer nada es altamente remunerado) Por qué no…Un apéndice de la lengua o el trapito con el que limpian el calzado al poderoso los aduladores de siempre.

Early – Madrugar con los sentidos aún inmersos en un sueño. Dibujar su cabeza sobre la almohada y dar un beso de bienvenida al nuevo día. Ponerse los zapatos con la esperanza de que nos acompañarán a recorrer todos los caminos. Bañarse, afeitarse para estar bonito para estar primero en la oficina, para viajar tranquilo, para recibir un beso, para estar en su corazón..

Funny – Su risa contagiosa. El chiste que nos hace doler el estómago de la risa que produce. Ver abatido al tirano. El beso torpe que se prolonga en una despedida. El sudor de las manos que es inevitable en una situación de compromiso. El tic seductor de un galán de medio pelo. Los calcetines rotos de un magnate. Charlot y su corte. Yo, cuando hago monerías para hacerla reir. Mis ojos de pájaro adormilado. Mi voz de porta crepuscular. Todo

Moneda – Una a una van llenando las alcancías de los teléfonos públicos (Es mucho más grato cuando al otro lado de la línea escuchamos la voz amada) Fueron pocas (Treinta) las que recibió el mentado Judas, para hacer posible la traición y la profecía-

Needly -  Decir la verdad. Entusiasmarse. Reir a tiempo. No llorar a destiempo. Llevar las runas al anticuario. Poseer un sueño (Por lo menos uno) Cabalgar sobre él (el sueño). Transmitir solo alegrías. Esconder los ojos tristes. Amarla y soñar con ella. Despertar con ella. Tomarla de la mano y recorrer las aceras, las grandes autopistas, las nubes, los firmamentos y todos los etcéteras posibles-

Poorly – Desmesurada modestia o incalculable falta de espíritu. Es cuando esperas recibir algo a cambio de la miseria que das oque tienes para los demás.

Primo- El hijo de la tía. Ese al que debemos querer por aquello de la sangre. Emulo, competidor, consuelo.

Ruido – Obstáculo para escuchar con claridad la voz de su alma. Lo que no permite oir los ruegos. Estrépito, lo contrario a la música. La derrota de la ternura. No es eco, tampoco son. Es interferencia entre corazón y corazón.

Sol .- El que aparece en la sonrisa de la mujer amada cuando es sonrisa. El que le dora la piel, el que la acaricia sin pedir permiso. El gran ausente de la noche, el niño que la acompaña en la madrugada; el viejo que vigila sus atardeceres, el joven que ilumina sus mediodías. El otro.

Suave – Es un susurro en el oído. Una caricia. Más que el llanto de un niño, es el sollozo de un hombre enamorado que presiente un crudo desenlace.

Sunshine – Lo que recibe mi alma cuando ella me mira con cariño.

Tio – El hombre al que le pedimos dinero cuando estamos en bancarrota. El alcahuete o el delator. El que quiere sin comprometerse El que va de casa en casa cuando se siente solo o quiere ahorrar dinero. El paradigma del éxito o la derrota.

Tuner – Indicador de la radio. Acomodar la voz a la dulzura y a la sinceridad. Engañoso., empalagoso. Una trampa de las palabras.

Uno – El primero, el as, el que encabeza, el lugar aspirado por muchos. El desdeñoso, el solitario, el non, el ganador, el único.

Vacío – El que se siente en el alma cuando ella no está, no llama, no se aproxima. Puede ser un salto mortal (al) y es la mayoría de las veces el presente del bolsillo de un obrero colombiano.

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Carta de un gato a su dueña - Texto de Fernando Arias Alvarez

 


ARRULLO (Palabras de gato)

 

Parecerá raro, pero me atrevo a escribir estas palabras aun intuyendo que no soy la mascota de tus preferencias.  Me anima eso si un sentimiento de  gratitud por que tú, sin que nadie te lo dijera, me recogiste  de un basurero, me diste de comer y me trajiste a vivir a tu casa.

No tenía nombre.

Ahora que compartimos el mismo espacio sentiste la necesidad de ponerme uno como es usual en todo entorno familiar. Pensaste al instante en ponerme Beppo como el celebrado felino del gran argentino y en  otros nombres que tu curiosidad literaria maneja a la perfección.

Al final has decidido bautizarme como Arrullo, un nombre muy delicado para mi gusto, pero basta que signifique para ti. Me gusta.  Siempre que escuche tu voz diciendo: “Arrullo”, ahí estaré para ti.

He dejado  de ser un gato anónimo, un gato más para convertirme en tu Arrullo. Pronto me irás conociendo, pero voy a adelantarte algunos de mis rasgos principales que son producto de un diligente autoanálisis felino:

-         Me diferencio de los otros gatos porque no gusto de perseguir, acorralar y asesinar ratones pues detesto al máximo la más mínima manifestación de violencia. (Un viejo gato sabio me apodaba Martin Luther y estoy seguro que esa referencia no te es extraña. Me gustaba llamarme así, pero ahora me gusta más arrullo, porque soy tuyo. Soy el gato más pacífico del mundo y quiero que sientas orgullo de mi paz. Yo me siento orgulloso de tu amor libertario

-         Te advierto que me gusta dormir bastante en  las tardes

-         Por la noche rondaré por los pasillos de nuestra casa para velar tu descanso y de repente coincidir con uno de tus sueños, ojalá uno hermoso.

-         Voy a juguetear con los bordes de tu falda cuidando eso si no rasgarla para no causarte disgusto

-         Buscaré lecho en la suavidad de tus brazos

-         Jugaré con  los niños cuando haya niños

-         Se muy bien que creceré y no seré más un pedacito de gato, pero te prometo que nunca dejare de alegrar tu vida

-         Se que no me llamarán guardián  como a otras mascotas más ponderadas, pero seré un  testigo mudo de tus alegrías y de tus penas

-         No podré hablarte, pero si lo necesitas, si me insinúas una cabriola saltaré no más que por verte sonreír y mostrarte mi afecto.

-         Nuestros mundos no son  iguales, pero se complementan   y eso nos permite disfrutar de momentos únicos. Juntos en las buenas y en  las malas. Eso no lo consigues con los seres humanos

Ya me conoces. Soy tu arrullo.

Verás que no soy un animal mentiroso como ese que tienes fotografiado en tu computadora.

Danza colombiana. Poesía en movimiento. Texto de Fernando Arias Alvarez

 


DANZA COLOMBIANA

(Poesía en movimiento)

 

¡Sentir!  Sentir….sentir……,

 los sentimientos desbordan el cuerpo y la mente .....y se materializan en palabras o en movimientos haciendo posible la bella presencia de la danza y la poesía.....

la poesía es del cuerpo, .....

la danza es de las palabras........

 Es el sentir nuestro....sentir de nuestra hermosa tierra colombiana....

 Un sentir expresado en los acentos, en los gestos, en los movimientos propios de la tierra donde nacimos y donde construimos nuestra historia......

 Palabras,  movimiento......

dos manantiales que nacen de las profundidades de nuestro espíritu jamás doblegado.........insuflando con su aliento  nuestra existencia, colmando de matices de magia...... que

ora nos prodigan ensueño,

ora se convierten en voces que claman.......

Los sones de los Andes, en suaves y apacibles cadencias...retratan nuestra belleza montañera y se desgranan al viento y descienden de las alturas como el llanto emocionado de las mejores nostalgias.

En forma de palabras se privilegian en la  poderosa voz de seres como Silva, como de Greiff, como Aurelio Arturo....quienes le roban palabras al sueño y cuando todo está dormido...rompen las cadenas.......

Pero también nuestras palabras y nuestros movimientos están llenos de colores....

 Colorido y magia brotando a raudales  en las  feraces tierras de Santander, Boyacá…Cundinamarca…. en donde el movimiento es un canto al ingenio y a la vida sin ataduras......

Y viene……..viene……. la explosión del  Caribe....en ecos de Gabo y Espinosa, magia, tradición con sorprendentes desenlaces

que levantan vuelo en el momento menos esperado

e hilvanan con sus hilos de fantasía y con olor a mar ....

 Palabras que se atropellan en el ambiente,

cuerpos vivaces y sudorosos en la máxima expresión de la Libertad

 Eso es, eso somos, eso seremos siempre y....eso estamos siendo......ahora……

“Poesía en movimiento”