FORTUNATO VILLALOBOS
El nombre de Fortunato Villalobos no dice nada, no está ni estará en los anales de la delincuencia latinoamericana y mucho menos va a aparecer en los archivos del FBI como el nombre de un criminal despiadado.
Tampoco en las
listas de Ripley.
La insensatez sin
remedio.
Afirmar que Fortunato Villalobos era un ladrón consumado, como apareció en todos los diarios y los noticieros nacionales, no es más que una soberana mentira.
Jamás en su vida había intentado apoderarse de algo que no le perteneciera. Todos los que lo conocían pueden dar fe de su honradez. Era un ciudadano ejemplar. Por eso cuando la noticia apareció en los noticieros de la mañana, nadie podía dar crédito a las afirmaciones que allí hacía una linda presentadora de sonrisa artificial.
Tal despliegue noticioso no podía menos que indignar a toda una comunidad que le quería, que lo apreciaba por su contribución en la solución de los problemas de la barriada, y por ser el vocero de los más pobres......pero honrados.
Fortunato era líder
comunal y hasta había sido postulado para representar a la comunidad en el
Consejo Municipal.
Pero era verdad, era innegable.
Las desmedidas exigencias de doña Lucrecia, quien había amenazado con dejarlo si no mejoraba sus condiciones de vida, desesperó a Fortunato lanzándolo a la deshonrosa tarea de conseguir dinero de cualquier manera.
En esa búsqueda
había sido capturado “infraganti” por la policía en el acto de robar una residencia
del sector residencial de Santa Beatriz
en Lima.
Fortunato estaba nervioso, no obstante pudo literalmente desocupar la casa. Recogió todo lo que estimó de valor y lo metió en un saco que recostó contra la puerta principal listo para emprender la huida. Solidario como el que más se devolvió a cerrar la ventana por la que entró para que literalmente “no entraran maleantes y le hicieran daño a la familia”
Pero……
Listo para cargar el saco, le sobrevino un tremendo dolor de estómago.
Seguro de sí, con
gran confianza regresó al baño pero le
sobrevino una intensa diarrea que salpicó todo el sanitario.
Acostumbrado como
estaba a las cantaletas de doña Lucrecia por
el aseo de los baños, intentó limpiar un poco el desastre y al soltar la
cadena, fue sorprendido por el dueño de la residencia, subiéndose los
pantalones...
En pocos segundos
llegó la policía y la humillación.......
aún no termina…
No hay comentarios:
Publicar un comentario