lunes, 24 de marzo de 2025

"Fortunato Villalobos" en "Personajes" de Fernando Arias Alvarez

 

FORTUNATO VILLALOBOS

El nombre de Fortunato Villalobos no dice nada, no está ni estará en los anales de la delincuencia latinoamericana  y mucho menos va a aparecer en los archivos del FBI como el nombre de un criminal despiadado.

Tampoco en las listas de Ripley.

 Su nombre si aparece, será en la línea de la estupidez suprema.

La insensatez sin remedio.

Afirmar  que Fortunato Villalobos era un  ladrón consumado, como apareció en todos los diarios y los noticieros nacionales, no es más que una soberana mentira.

Jamás en su vida había intentado apoderarse de algo que no le perteneciera. Todos los que lo conocían pueden dar fe de su honradez. Era un ciudadano ejemplar. Por eso cuando la noticia apareció en los noticieros de la mañana, nadie podía dar crédito a las afirmaciones que allí hacía una linda presentadora de sonrisa artificial.

 Decían que Fortunato Villalobos, el cariñoso padre de Hugo,  Sebastián y Sonia Camila; el cariñoso y amante esposo de doña Lucrecia Escobar, había  sido capturado en horas de la madrugada con las manos en la masa dentro de una casa ajena.

Tal despliegue noticioso no podía menos que indignar a toda una comunidad que le quería, que lo apreciaba por su contribución en la solución de los problemas de la barriada, y por ser  el vocero de los más pobres......pero honrados.

Fortunato era líder comunal y hasta había sido postulado para representar a la comunidad en el Consejo Municipal.

Pero era verdad, era innegable.

Las desmedidas exigencias de doña Lucrecia, quien  había amenazado con dejarlo si no mejoraba sus condiciones de vida, desesperó a Fortunato lanzándolo a la deshonrosa tarea de conseguir dinero de cualquier manera.

En esa búsqueda había sido capturado “infraganti” por la policía en el acto de robar una residencia del sector residencial  de Santa Beatriz en Lima.

Fortunato estaba nervioso, no obstante pudo literalmente desocupar la casa. Recogió todo lo que estimó de valor y lo metió en un saco que recostó  contra la puerta principal listo para emprender la huida. Solidario como el que más se devolvió a cerrar la ventana por la que entró para que literalmente “no entraran maleantes y le  hicieran daño a la familia”

Pero……

Listo para cargar el saco, le sobrevino un tremendo dolor de estómago.

Seguro de sí, con gran confianza regresó al baño pero  le sobrevino una intensa diarrea que salpicó todo el sanitario.

Acostumbrado como estaba a las cantaletas de doña Lucrecia por  el aseo de los baños, intentó limpiar un poco el desastre y al soltar la cadena, fue sorprendido por el dueño de la residencia, subiéndose los pantalones...

En pocos segundos llegó la policía y la humillación.......

aún no termina…

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