Sueño del delfín
Mario Alonso Ruiz Dávila se acostó como de costumbre apenas en la radio sonó el himno nacional de la República a las seis de la tarde -hora en la que el Mesías, el Redentor de la Patria se dirigía a sus compatriotas para compartirles el sueño glorioso de la Seguridad y la Democracia- y sin quitarse ninguna prenda de su indumentaria quedó profundamente dormido.
Alonso era un mozalbete medio bribón al que la familia costeaba su educación en un prestigioso colegio al que iban los hijos de los dirigentes del país y hasta los hijos de los opositores del Mesías, quienes veían en esa circunstancia la única posibilidad de que algún día pudieran llegar al poder a través de un egresado que bien pudiera ser su propio vástago.
Mario Alonso cerró los ojos y comenzó a ver cosas asombrosas: Vio a un hombre que más bien parecía una máquina (Había torpezas hasta en la imaginación de Alonso porque para él era igual un robot y un extraterrestre) quien le invitaba a subirse a una nave.
Alonso temeroso
sintió ganas de correr y de orinar, pero
sus piernas y su coraje le flaquearon y no le quedó más remedio que acceder a
la invitación del extraño ser. Tan pronto se adentró en la nave pudo comprobar
que no estaba solo, que todo lo que allí había poseía dimensiones alteradas y
que el ambiente era casi como de película de terror.
Alonso se asustó
mucho, pero uno de ellos –el jefe seguramente- lo tomó de un brazo y le dijo:
- No temas pequeño
terrícola, no queremos hacerte daño. Sólo queremos darte un paseo por nuestro
planeta.
Otra voz, muy femenina le recomendó:
- No te vayas a
dormir Mario Alonso, pues vas a ver cosas interesantes que jamás un humano ha
visto
Transcurrieron muchos segundos y la nave se detuvo en seco y girando como un taladro descendió sobre una luminosa superficie. Hubo silencio, las puertas se abrieron y los ocupantes descendieron de la nave con rapidez.
Alonso bajó y
miraba en todas direcciones sorprendiéndose al ver unas enormes cúpulas
luminosas, millares de naves similares a la de su viaje y mucha gente de
regular estatura que susurraban incomprensibles consignas.
Lo llevaron a un
lugar semejante a una de nuestras bases militares como eran antes de que el
Mesías se las regalara al Coloso del Norte por defenderlo de los ataques
verbales de un orate fundamentalista que fue su vecino por mucho tiempo.
Alonso abrió desmesuradamente los ojos al advertir que todos sus compañeros de clase y de colegio estaban allí prisioneros en unas celdas de cristal. Y luego escuchó con inusitada nitidez la voz del Mesías diciendo: “Este sí, este no. Este si, este no”
No lo pensó dos
veces y echó a correr a toda prisa sin perder la sensación de ser alcanzado y
devorado por una jauría de metal, tuercas y tornillos..
Jadeante, sin fuerza, Mario Alonso cayó en un inmenso cráter del que salía humo, llamas y unas afiladas rocas que parecían lanzas.
Alonso dio un
alarido y despertó al escuchar las severas palabras de su padre:
- Alonso, eres un sinverguenza. Ya son las ocho de la mañana y tu jornada inicia a las siete. De esta manera correspondes a nuestros esfuerzos. Vago, inútil...Ve a bañarte
Sus padres y sus hermanos lo quieren mucho, el pueblo colombiano también y en él se han cifrado muchas esperanzas. Pero todos están seguros que si Mario Alonso continúa así de holgazán será sin lugar a dudas un digno representante de la clase dirigente, un gran congresista y hasta ministro, pero jamás va a conseguir el sueño de la oposición de llegar al poder por la vía democrática.
Y habrá Mesías para
rato......
Dic.28 de 2009
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