VARIACIONES AL VACIO
I
“Estás
enamorada, muy enamorada de un amigo mío....” se escuchaba en el receptor de radio del Ford
Granada Special Model. En su interior, un hermoso caballero de avanzada edad,
leía sin con distracción la noticia más importante aparecida en el periódico
ese día: “García Márquez jura no volver a Colombia”
De vez en cuando
miraba por la ventanilla de su lujoso automóvil; miraba con languidez; miraba
con aburrimiento el amplio panorama que se le presentaba.
El parque estaba
repleto de automóviles y una larga fila de hombres, mujeres y niños esperaban
su turno para girar en las atracciones mecánicas.
En lontananza, el
lago; en sus orillas el cotorreo incesante de los familiares que no se soportan
pero que tienen la obligación de ir al parque un par de veces al mes y sentarse
al lado del lago a comer la merienda.
Roberto Carlos
termina su canción en receptor del Ford Granada Special Model y Pastor Londoño
amenaza con desintegrar el pequeño Sanyo portátil de un jovencito, cantando un
gol prodigioso del Independiente Santa Fe.
Una pareja de
enamorados serpentea abrazada sobre la grama mientras unos ojos furtivos
penetran su intimidad sin dejarse distraer por la lacónica celebración de unos
jóvenes de camiseta roja.
Domingo de tierra
fría....domingo de sol frío, de butifarra, obleas, salpicón y control de peso
por la suma de quince pesos....domingo de parque popular; de goles; de arepa con queso, de juegos mecánicos
chirreantes; de complacencias de voyeur.
En fin, un domingo
bogotano.
Roberto Carlos hace
bis en el Ford Granada Special model; Pastor Londoño canta un autogol del
Santafecito lindo y una mujer madura –como una fruta madura-, esbelta, como una
espiga de trigo importada de Norteamérica; buena moza como las chavalas que van a toros a la
Maestranza de Sevilla; ricachona, como las herederas de Julio Mario, deambula
por los juegos mecánicos exhibiendo una minifalda que permite apreciar más de
lo que es prudente.
Un jovencito
repetido, Travolta, menudeante, mutante, punketero, heavy metalizado la sigue a
menos de un metro chupeteando un colosal chupercono de chocolait con mani.
La pareja se
detiene frente a la montaña rusa y la montaña rusa se detiene ante la presencia
de tan exuberante mujer. Ella un poco sonrojada estira su faldita hacia abajo y
haciendo un gracioso mohincito se dirige al mirador por unas escaleras en
caracol, que arremolina curiosos
espiralados en frenesí por el contoneo de tan hermosas caderas y desnudas
piernas. Se sentó en el sitio más destacado del mirador y el muchacho se sentó
a su lado, muy cerquita, tan cerca que parecían dos tortolitos a la mitad de un
tortoleo...
De repente el
jayanazo arroja con violencia el cono al suelo, se despoja de los guantes y
empieza a acariciar los provocativos muslos de la hermosa mujer, veterana de
mil batallas....
Se escucha sonar la
bocina del Ford Granada Special Model y el jovenzuelo echa a correr como un
lunático gritando: “¡Voy papá, voy papá!”
La apuesta mujer
–no es el calificativo para una dama, pero esta deja corto cualquier adjetivo –
se dirige entonces a la rueda de Chicago, compra su boleta y sube a ella
deteniendo con su cuerpo las miradas de los arremolinantes de antes y de
siempre.
Se acciona el
mecanismo y la rueda empieza a girar; cuando su asiento está justo en el lugar
más alto, quita el seguro y se lanza al vacío.
Solo la minifalda
quedó intacta.
Los arremolinantes
y noveleristas haciendo un círculo observan el cuerpo deshecho
Un Ford Granada
Special Model abandona el parque de diversiones lentamente. Un cono de
chocolate con maní se observa de vez en cuando por la ventanilla de atrás.
II
“No tengo edad,
no tengo edad para amarte....”, la melodiosa voz de la
cantante emergía con dulzura del radio receptor del Ford Granada Special Model
color azul, estacionado y resaltante entre un millar de carros populares que
había en el estacionamiento del parque mas popular de la popular urbe llamada
no sin justicia “la Atenas Suramericana” Y azul es también el color de los
lentes del caballero de medio siglo que está sentado al volante del lujoso
automóvil, y azul es el reflejo de sus lentes sobre el periódico que lee con
aburrimiento, azul es su camisa, y azul es la corbata y azul es el cielo azul
que antes de llegar el ocaso nos invita a dar un paseo.
Una pareja de
enamorados aprovecha la benignidad de la naturaleza y su verdor para hacer al
aire libre, lo que entre semana tienen que hacer encerrados y a oscuras.
Es un soleado
domingo de tierra fría: domingo de descanso y de fastidio; domingo de juegos
mecánicos, de piquete en familia, de descuadre económico y eventuales cuadres
afectivos...
Una mujer madura,
bellísima, más bella que la palabra bella; más insinuante que los ojos
adormilados de la señorita Monroe cantando un Happy Birthday muy recordado; más
provocativa que un brazo de reina con kumis casero; se pasea con aires de “aquí
estoy yo” libremente por el parque, mirando con coqueta displicencia las largas
filas de parroquianos sudorosos que esperan, tiquete en mano, dar su vueltica
en la rueda de la felicidad.
A su lado, un niño
bien, por ahí andando en sus quince januarys, demostrando haberlos toreado
toditos en New York, chupa, implacable, un helado.
El Queensboy abre
su delicada mouth con acerado acento y ella entrega su cartera, sus aretes, sus
collares y su orgullo.
El semiextranjero
recoge todo, lo mete en la cartera, esconde la Magnun, y se retira con lento
pero seguro paso.
El caballero azul
lo ve venir y abre la puerta; el Kid le guiña el ojo y le dice: “Misión
cumplida, papá”.
Papi le da una
palmada cariñosa en el hombro y le dice: “¡OK sinvergüencita!. ¡Vámonos......!”
y se van.
La hermosa mujer, más hermosa que la palabra hermosa, más esplendorosa que el palacio del Sha de Irán y más tentadora que la reina de Saba , se puso a buscar a tientas el lente de contacto y no pudo advertir el momento en que la rueda de Chicago se desprendió de su eje y en carrera loca se acercaba a ella.
Toda su hermosura
quedó regada por el piso.
Algunos hombres
lloraron y se alejaron.
Algunos hombres lloraron y se quedaron.
Lloré y juré no
enamorarme nunca más........
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